Como es el Sobre En busca del tiempo perdido, de Proust
Enviado por M Angeles De Sant • 23 de Agosto de 2017 • Trabajo • 1.685 Palabras (7 Páginas) • 245 Visitas
Sobre “En busca del tiempo perdido”, de Proust
Para Proust, la novela como género artístico, es la reconstrucción de una vida a través de la memoria involuntaria que evoca el recuerdo. Proust hace arte con los recuerdos de su vida, a través de asociaciones libres que va generando, decantadas a través del tiempo. No se trata tan solo de recuperar o buscar el tiempo perdido, sino de mostrar qué se construye desde la subjetividad y cuán densa puede ser: “Hasta entonces, en efecto, a nadie se le había ocurrido emplear treinta páginas en describir las vueltas que daba para un lado y para el otro antes de dormir... Con estos detalles llegaba una ampliación de las fronteras de la literatura.” Literatura que se expresaba mediante oraciones acumulativas y proliferantes. El tiempo es un choque constante entre momentos del pasado y del presente porque son de una realidad igual. Por eso Proust retrata lo que hay en medio de la realidad y el pasado: su evocación.
“En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar… el recuerdo se hizo presente… Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena… apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles…”
El narrador rememora su infancia al mojar una magdalena en una taza de té. Asocia el sabor, la textura y el aroma de la magdalena con el mismo estímulo vivido años atrás en su niñez y los viajes que hacía con sus padres a la casa de la tía Leoncia. Narrar desde el recuerdo pone en juego mecanismos del lenguaje, tal como la repetición, y eso vuelve al texto musical. Hasta cierto punto podemos considerar el relato como un “libro álbum”. En Calvino, en cambio, hablamos de “libro mapa”, organizado desde la mirada de Marco Polo, que mira como un viajero o como un cartógrafo.
De esta manera, Proust quiere mostrar su percepción de una realidad que solo tiene sentido a través de la experiencia sensorial y se da a través del gusto, que es lo que evoca el recuerdo, no de la vista. Esa memoria involuntaria, que lo retrotrae a momentos del pasado, es la que da autenticidad a su vida y la vuelve plena.
El “tiempo puro” de esta narración ficcional mezclado con el “tiempo presente” de Proust hacen que la experiencia de comer una magdalena sea algo trascendente, un placer puramente estético y sensorial; un hecho que altera los sentidos, pero también el espacio y el tiempo. Para él el tiempo no es un principio de exterminio, sino, la forma en que nos volvemos conscientes de nuestra vida espiritual.
Se puede decir que Proust trata, a través de este pasaje, de rescatar la belleza de un acto tan cotidiano como es el comer una magdalena, un acto que puede llevarnos a experiencias sublimes y que es narrado como un acontecimiento singular. El autor narra en pretérito perfecto lo principal, la experiencia sensorial, la sucesión de acontecimientos que provocan evocación. La novela avanza por las asociaciones que va construyendo a partir de esos hechos. Va de un recuerdo a otro y de una tipología textual a otra: descripción, relato, comentario, reflexión filosófica en tono ensayístico, etc. Los sentidos conectan un tiempo repetitivo y continuo.
Esta experiencia configura la estructura de la novela en un tiempo de cierta forma circular, ya que la experiencia de la magdalena se repite en varias formas y a partir de otros estímulos, lo que finalmente lleva al narrador al mismo instante del inicio.
Proust articula todo en un sistema de múltiples sensaciones. Es un narrador sensible. Muestra que la memoria es un reflejo de la inmaterialidad propia de la mente humana, así como el modo en que la subjetividad trasforma nuestra relación significativa con el mundo y con los otros: construye realidad. La reminiscencia implica un modo privilegiado de introspección, en el que el individuo se descubre a sí mismo, a través de su experiencia, y se reconoce en el tiempo. Esto se debe, en última instancia, a que en la búsqueda del tiempo perdido, el recuerdo abre un vértice para revelar al sujeto su propia identidad. Narrar es darle forma a una experiencia vivida. Por eso al construir un relato configuramos nuestra identidad. Bien podríamos pensar que para Proust lo único posible de representar es el pasado por medio de las sensaciones.
12. Franz Kafka escribe “La madriguera” durante su último año de vida. Su obra desarticula los presupuestos del Realismo, los destruye. No hay una lógica causal que haga avanzar la historia. La realidad es inaccesible, todo es descripción y comentario. La acción se sustituye por la conciencia interna y nunca se llega a una conclusión; el final se posterga indefinidamente. Utiliza un lenguaje sencillo pero dotado de un vacío semántico que nos obliga a pensar qué está pasando con el significado. Más adelante, Pynchon, utilizará el vacío semántico instaurado por Kafka, al igual
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