Cuento LA TAPERA

LA TAPERA.

La tapera, así es como la familia García, denomino al lugar donde vivieron miles de experiencias y donde afrontaron la dura vida de la antigüedad.

El “viejo” Tata era el abuelo, se podría decir que era como el capitán dentro de un equipo de futbol, era el jefe de la empresa, el dueño del quiosco, el cantor de la banda, en otras palabras... Tata era el que más sabía y el que más experiencia tenía en todo este asunto del campo.

La familia, compuesta por Tata, su esposa, su hermana,  sus 3 hijas junto con sus esposos e hijos, era una familia muy alegre que acostumbraba a pasar todos sus fines de semana en este hermoso campo, compartiendo juntos recuerdos muy agradables.

Juanito, era el nieto de Tata y no solo eso… Juanito era el primer nieto varón de toda la familia y eso le daba un poquito más de valor para su abuelo que tanto amaba y cuidaba la familia. Cada vez que Juanito iba al campo, “el viejo”, su abuelo, lo perseguía y le enseña millones de cosas sobre la vida en el campo, siempre con sus interminables anécdotas. Le enseño por ejemplo a cabalgar caballos, le explico todas las técnicas y las mañas de los mismos, también le explico cómo lidiar con serpientes, arañas, toros, zorros, y demás cosas del mundo rural. Pero fuera de esto, también le enseño a trabajar duro para conseguir lo que uno quiere, le enseño que en la vida todo hay que ganárselo con esfuerzo y dedicación.

En fin... Juanito y Tata mantenían una intima relación como nieto-abuelo. Con el tiempo Juanito fue perdiendo de a poco el interés en la cantidad de cosas que su abuelo le enseño, empezó a cambiar noches de comidas con su abuelo por noches en boliches, domingos familiares en el campo por juntadas con amigos. Pero a pesar de esto, Tata siempre lo apoyo en todo y nunca le reprocho absolutamente nada.

Con Juanito ya adolescente con 16 años, Tata contagio una fuerte enfermedad que lo fue deteriorando poco a poco. Juanito cuando se entero de esto, enseguida sintió una amargura intensa en todo el cuerpo que le quito las fuerzas hasta para mantenerse de pie, pero a los pocos minutos de la noticia, junto todas sus fuerzas y decidió devolverle a Tata, solo un poco de lo que él le había dado durante 16 años.

Pasaban los meses y Juanito se mantenía siempre de pie, ayudando a su abuelo a salir adelante, dándole siempre la mano y llevándolo de visita en sus tiempos libres, al campo donde Tata sentía que se encontraba en absoluta tranquilidad.

Cuando todo parecía que iba a salir bien, en su octavo mes de lucha contra le enfermedad, todo empeoro y Tata fue internado de urgencia. Juanito y toda la familia no podían hacer nada más que rezar a Dios y los Ángeles que le ayuden.

En tan solo dos días, la enfermedad avanzo tanto que acabo con la vida de Tata. Un inexplicable silencio recorría cada hoja y ramita en el inmenso campo, no se escucho el cantico de ningún ave durante largos días sin el viejo Tata. Juanito estaba devastado y no sabía qué hacer, extrañaba mucho a su abuelo y sentía que ahora que no estaba con él, no sería capaz de seguir, por eso decidió no pisar más “la tapera”. Pero Juanito estaba muy equivocado en esos momentos de depresión y tristeza intensa y no tardo mucho en darse cuenta de este error.

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