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Cuentos De Cortazar


Enviado por   •  7 de Julio de 2013  •  797 Palabras (4 Páginas)  •  453 Visitas

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Las recetas de la abuela

De la fantástica visión de levantarme temprano, bajar con todos los dolores y encontrar el baño ocupado justo a tiempo de explorar justamente el dolor del parto en una dilatada vejiga vengo a descubrirme una vez solo que es imposible etiquetar todo el espacio y todos sus lugares ocupados por las pequeñas cosas y necesidades diarias. El mate es el mate y por más cartel que uno le señale la yerba idefectiblemente se lavará una y otra vez todas las mañanas. Hay viejas recetas para cada cosa, hasta la sopa de la abuela, pero como haría alguien para descubrir como se soluciona el dilema de no lavar la yerba del mate si ese alguien nunca conoció a su abuela o mas trágico aún si la única abuela viva no tenía ese contacto necesario y absoluto como para transmitir un libro de recetas de “como solucionar todos los problemas de la vida”. ¿Sabría ella por ejemplo cual es la falla al darle arranque a mi auto y solo escuchar un zumbido cuando el piñón gira loco y suelto a varios milímetros de la corona?. Es obvio que hay cosas y situaciones que sobrepasan a lo meditado en los años 70, cambiamos de siglo y aquella famosa frase o canción de la era de acuario hoy la vengo a re descubrir en la precesión de los equinoccios. Claro ¿que abuela puede saber que el eje de la tierra además de estar inclinado se bambolea?...Si tuviera un auto mas moderno estas cosas no me ocurrirían y tal vez me levantaría de buena gana sin pensamientos negativos y sin etiquetar meticulosamente cada cosa y cada situación, no me pondría crema en las piernas antes de acostarme, tampoco al levantarme, me cepillaría los dientes y usaría cada mañana una pasta dental distinta, cada día sería una fiesta y almorzaríamos en paz en familia, el televisor sería un simple espectador y a bajo volumen comentaría los chismes de los vecinos, yo rezaría una oración de gracias por el pan de cada día mientras mi hijo más chico saca su cabeza de arriba del plato para escuchar las plegarias. Mi mujer, mi maravillosa mujer sería feliz. En parte lo es porque ella jamás conoció a mi abuela y ella así tiene sus propias recetas, tal vez de sus propias abuelas o de esas que uno aprende en el camino, siempre un vecino o un transeúnte se arrima y comenta al ver que el auto no arranca, eso pasa fuera del garage y uno descubre que hay muchos más mecánicos que gente común y también que el garage se puede transformar en una especie de bunker donde no llegan las palabras extrañas y nacen los milagros al reparar el viejo burro de arranque mientras mi mujer me ceba mates con la yerba recién cambiada.

La lista

Así fui tachando algunas cosas de mi lista, después de tantos años, 53 para ser exactos, la lista se fue engrosando y engrosando, no se a ciencia cierta que número de lista es ya que tampoco es la primera que alguna vez tiré al cesto de los papeles sin antes romperla en 20 o 30 pedazos para asegurarme que cada

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