Democracia y Orden Global
Enviado por zarigavi • 9 de Septiembre de 2017 • Ensayo • 1.812 Palabras (8 Páginas) • 254 Visitas
David Held es un sociólogo británico especialista en teoría política y relaciones internacionales que se formó en el Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos. Ha sido profesor de Política y Sociología en la Open University y fue cofundador de la editorial Polity Press. Held es un reconocido experto en el campo de la globalización. Actualmente, es catedrático de Ciencias Políticas en la London School of Economics. Entre sus publicaciones, podemos destacar “Modelos de Democracia” (2007), “Un Pacto Global” (2005) y “La Democracia y el Orden Global” (1997). Es precisamente esta última obra la que abordaremos en este texto. Para un mejor análisis, haremos, primero, un planteamiento central del texto, explicando, de forma general, qué abarca el autor en estos tres capítulos. Luego, de forma más concisa, expondremos y explicaremos, linealmente, los argumentos principales que presenta el autor. Empezaremos explicando la soberanía y el orden de Westfalia. Después de esto, mostraremos los cambios que ha sufrido el orden internacional y el surgimiento y rol de las Naciones Unidas. Luego, mostraremos la repercusión que ha tenido la globalización en la política y los Estados. Finalmente, explicaremos las cinco disyuntivas que plantea Held para exponer la naturaleza y el alcance de la autoridad soberana de los Estados-nación.
A lo largo de este escrito expondremos los argumentos planteados por David Held en los capítulos número cuatro, cinco y seis de su obra “La Democracia y el Orden Global”. En estos tres capítulos, el autor explica la evolución y la transformación que ha sufrido el orden internacional desde el sistema interestatal westfaliano clásico hasta el orden en el que vivimos hoy en día, el orden internacional moderno. Held nos muestra, también, cómo todos estos cambios acarrearon el surgimiento de los Estados-nación modernos, que llegaron “a ser la forma suprema de Estado porque logr[aron] exitosamente los medios para financiar la guerra, los recursos económicos y las pretensiones de legitimidad” (p.125), en el contexto de globalización y un sistema interestatal complejo.
Para empezar, Held nos expone el sistema interestatal westfaliano, que es el que “describe el desarrollo de una comunidad mundial constituida por Estados soberanos que resuelven sus diferencias de forma privada y por la fuerza” (p.104). Nos muestra, también, la relación de este sistema con la soberanía. Esta última es la que “implica la aceptación estatal de la independencia; es decir, cada Estado afirma poseer derechos exclusivos de jurisdicción sobre un territorio y una población particulares” (p.101). Para mantener y definir este orden, fueron necesarios tres complejos de reglas que permitieron “un sistema de Estados interconectados en constante desarrollo y expansión [que] fortaleció el derecho de cada Estado a la acción independiente y autónoma” (p.105). Este orden internacional, cedió para dar paso a un “sistema de concierto”, que consistía en un “equilibrio de poder a través de la redistribución de territorios y poblaciones” (p.106). A diferencia del orden westfaliano, este sistema se alejaba de la idea del orden internacional como una “guerra de todos contra todos”. Este sistema de concierto tuvo éxito durante cuarenta años, pero realmente no tuvo mucha repercusión en la política internacional, así que se volvió al principio westfaliano, que se mantuvo intacto. Toda esta difusión y transformación del sistema de Estados moderno se vio muy marcada por la “jerarquía” y por la “desigualdad”.
Por otra parte, como consecuencia de las guerras mundiales, el sistema internacional se vio obligado a cambiar su estructura. Para esto, se dieron algunos cambios. Primero que todo, se cambió la concepción del derecho internacional. A partir de ese momento, se generalizó el concepto como “una ley que rige entre los Estados pura y exclusivamente” (p.110) y se dejó a un lado la idea de que éste sólo se refería a asuntos políticos y estratégicos. Por primera vez, “las personas individuales y los grupos fueron reconocidos como objetos del derecho internacional” (p.110). Otro de los cambios fue el crecimiento de la cantidad de actores en la política mundial. Por último, la doctrina legal que afirma que el consentimiento de los Estados es la única fuente real de derecho internacional fue gravemente cuestionada. El resultado de estos cambios fue la adopción de la Carta de la ONU. Es importante aclarar que la ONU es una “entidad supranacional en defensa de los derechos humanos en los asuntos mundiales” (p.116). A pesar de todos estos cambios, no podemos afirmar que el sistema westfaliano haya sido completamente desplazado por la Carta, ya que ésta, en muchos sentidos, representa una extensión del sistema interestatal. La Carta establecía nuevos criterios para aplicar en el sistema internacional: una división mundial, aunque implícita, en Estados-Nación poderosos, poder de veto a los miembros del Consejo de Seguridad, renovación del crédito “de las iniciativas estratégicas unilaterales de los Estados que fueran necesarias para la autodefensa” (p.115) y “nuevas obligaciones para que los Estados resolvieran pacíficamente sus disputas” (p.115). Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que trajo la Carta de la ONU, como la puesta en marcha de las reformas de las instituciones internacionales, no logró establecer un nuevo orden internacional.
Después de exponer lo anterior, el autor nos plantea que “la creciente interconexión mundial puede conducir a la decadencia o “crisis” de la autoridad estatal y a la exigencia de que los Estados-nación colaboren entre sí de forma más intensa” (p.117). Para sustentar esto, Held afirma que las instituciones políticas deben estudiarse en el contexto actual, donde hay organizaciones internacionales que trascienden las fronteras y hay una sociedad internacional
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