¿Desde cual perspectiva investigar?
Enviado por arelim5772 • 10 de Febrero de 2012 • Ensayo • 1.837 Palabras (8 Páginas) • 515 Visitas
¿Desde cual perspectiva investigar?
Si estamos hablando de investigar, de conocer, de comprender, tenemos
que partir por preguntarnos por la “matriz epistémica” que, siguiendo a Moreno
(1995), es la fuente que alimenta y rige el modo de conocer propio de un período
histórico-cultural y consiste en la peculiar manera que tiene un grupo humano de
simbolizar la realidad.
Moreno, luego de un trabajo de rastreo histórico enjundioso sobre el origen,
evolución e imposición vigente de la matriz epistémica en la cultura occidental
(pasando por la teología, la filosofía, la ciencia y de cualquiera de éstas a sus
raíces psicológicas o sociológicas) llega a la conclusión de que todo saber es
moderno (derivado de una episteme ídem) y de que existe un saber-otro,
correspondiente a una episteme-otra.
Estas dos epistemes –afirma- son productos históricos. La primera corre
pareja con la historia de la modernidad y la otra con la historia del pueblo, esa que
ha permanecido a la sombra y de cual no se conocen sino modos de resistencia
que le han permitido preservar un mundo de vida y, en consecuencia, la misma
episteme. Sobre el fundamento de este conocer, Moreno sostiene que reside en
la relación, un misterio que sólo se puede vivenciar en el vivir-afectivo (1995:507):
Hablo de la relación viva, que se vive, no de una ideal o abstracta. La relación en
comunión, comunitaria y, en último término, el amor como mundo de vida de los
hombres, no es un dato sino un proyecto y una tarea, posible desde una episteme
de relación e imposible desde una del individuo. Ante una y otra no queda sino una
opción ética.
A esta episteme le corresponde otro modelo de investigación distinto. Un
modo de conocer otro -propone- indica un camino-otro de investigación, que llama
1 Según los datos que proporciona el documento “Las caras de la pobreza”, más de un billón de personas en
el mundo viven con menos de un dólar al día y 2.7 billones intentan sobrevivir con menos de dos dólares
diarios. Cada año, fallecen cerca de 6 millones de niños por enfermedades prevenibles como malaria, diarrea
y neumonía y otros tantos por desnutrición. Más del 40% de la población mundial carececon-vivida2, cuyo punto de partida es la necesidad de comprensión.3 En otras
palabras, que no existen modelos únicos de investigación. ¿Desde qué
perspectiva partir, entonces? Según Moreno no hay normas. “Es posible que no
pueda delinearse un método” (1995: 12).
Hernández, quien asume la existencia de esta episteme que Moreno llama
“no moderna4, complementa y enriquece sus planteamientos al incorporar en esta
discusión la dimensión cultural que, según Geertz (1998), constituye un conjunto
de redes de significados tejidas por los hombres y sobre las cuales estos mismos
hombres se suspenden.
En la episteme –señala Hernández- lo colectivo es constituyente y
constitución de las personas que son quienes crean y recrean la cultura la cual, a
la vez, es creada y recreada por ellas. En tal sentido, su comprensión, antes que
corresponderse con una ciencia experimental en busca de leyes, se aviene a una
de tipo interpretativo en busca de significados. Como ha dicho Moreno (1995:12)
es una actividad hermenéutica.
En esta dirección, también Martínez (2000) ha afirmado: “La reflexión y
crítica hermenéutica sobre el modo de conocer pudiera terminar postulando una
matriz epistémica distinta, con un sistema de asignación de significados y
procesos operativos también diferente”
La dimensión colectiva de la cultura –advierte Hernández- está
acompañada de otra, la afectiva, aquella que contiene las emociones y los
sentimientos y forma parte del hombre cotidiano tanto como la razón. En cuanto a
lo cotidiano, podríamos definirlo de la mano de De Certeau (1996:51):
Lo cotidiano nos relaciona íntimamente con el interior. Se trata de una historia a
medio camino de nosotros mismos, casi hacia atrás, en ocasiones velada; uno
no debe olvidar ese mundo-memoria. Semejante mundo nos interesa mucho,
memoria olfativa, memoria de los lugares de la infancia, memoria del cuerpo, de
los gestos de la infancia, de los placeres. Tal vez no sea inútil reiterar la
importancia del dominio de esta historia ´irracional´, de esta ´no historia´. Lo que
interesa de la historia de lo cotidiano es lo invisible.
A nuestro juicio, Moreno y De Certeau se refieren a lo mismo. La no historia
de De Certeau es lo que Moreno llama historia olvidada del pueblo. De igual
forma, lo que para uno es lo invisible, para el otro es el misterio.
Otros autores, como Gurméndez (1993), se han referido a la dimensión
afectiva de la cultura donde prevalece el sentir como condición básica humana
donde se articulan las esferas sensorial, afectiva e intelectual. Con base en este
autor, Hernández se arriesga a afirmar que si bien la emoción conmociona al alma
y al cuerpo, los desconcierta y perturba, es el sentimiento el que construye los
sentidos, el que enlaza las sensaciones, las emociones y el pensamiento: se
mantiene en contacto con la sensación, que lo matiza; con la emoción, que lo
exterioriza; con el pensamiento, que lo comprende y a veces lo pone en palabras.
Al conjunto de estas dos dimensiones de la cultura es lo que Maffesoli
(1990) define como socialidad, un “lazo misterioso” que anuda a los seres
humanos sin formalizaciones, en las prácticas cotidianas. Para Hernández, la
comprensión de la cultura, desde las dimensiones colectiva y afectiva sólo es
posible desde una postura estética, a saber (1999: 59):
Centrada en el sentir, en lo que difícilmente puede decirse con palabras
técnicas y disciplinadas, pero que se desborda en gestos, colores, música,
recuerdos, sensaciones, lugares, cosas; en las costumbres, rituales que
simplemente están allí, uniendo a las personas en un no-sé-qué que las
conecta, las comunica, sin perder su diversidad, su heterogeneidad; en unas
relaciones espontáneas y normadas, cambiantes y estables a la vez, armónicas
y conflictivas, bonitas y feas al mismo tiempo.
Es por eso que De Certeau habla de estudiar el arte de vivir del hombre del
común a través del recorrido de los distintos espacios sociales de la vida
contemporánea.
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