ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Don Segundo Sombra


Enviado por   •  17 de Junio de 2015  •  405 Palabras (2 Páginas)  •  261 Visitas

Página 1 de 2

Don segundo sombra:

En las afueras del pueblo, a unas diez cuadras de la plaza céntrica, el puente viejo tiende su arco sobre el rio, uniendo las quintas al campo tranquilo, había yo venido a fin de pescar algunos bagrecitos, que luego cambiaria al pulpero de ‘’La blanqueada’’ por golosinas, cigarrillos o unos centavos.

Pensaba en mis catorce años de chico abandonado, de guacho como seguramente dirían por ahí, imagine las cuarenta manzanas del pueblo, sus casas chatas, divididas monótonamente.

En una de esas manzanas, estaba la casa de mis presuntas tías, mi prisión ¿mi casa? ¿Mis tías? ¿Mi protector don Fabio Cáceres? ¿Seis, siete, ocho años? ¿Qué edad tenia a lo justo cuando me separaron de la que siempre llame mama , para traerme al encierro del pueblo , aunque me rodearon de cariño dos mujeres desconocidas y un hombre de quien conservaba un vago recuerdo.

Don Fabio Cáceres vino a buscarme una vez, preguntándome si quería pasear con el por su estancia.

Don Fabio me mostro el gallinero, me dio una torta, me regalo un durazno y me saco por el campo en sulky para mirar las vacas y las yeguas.

Dos o tres veces más vino Don Fabio a buscarme y así concluyo el primer año.

Un día pretendieron mis tías que no valía la pena seguir mi instrucción y comenzaron a encargarme mil comisiones que me hacían vivir continuamente en la calle.

La calle fue mi paraíso, la casa mi tortura, me hice familiar de la peluquería, donde se oyen las noticias de más actualidad, hasta llegue a escaparme de noche o ir un domingo a las carreras, donde hubo barullo y sonaron algunos tiros sin mayor consecuencia.

Visto que me daban fama de vivaracho, hice oficio de ello, satisfaciendo con cruel inconsciencia de chico la maldad de los fuertes contra los débiles.

Sonriendo, mi hombre accedía esperando una nueva payasada, y a la verdad que no era mala, porque entonces tomaba yo un tono protector, diciendo a dos o tres: adentremos muchachos a tomar cerveza yo pago.

Mi reputación de dicharachero y audaz iba mezclada otros comentarios que yo ignoraba.

La costumbre de ser agasajado me hizo perder encanto que en ello experimentaba los primeros días, por suerte en aquellos tiempos y como tuviera ya doce años, Don Fabio se mostró más que nunca mi protector viniéndome a ver a menudo, un año duro aquello, en mi destino estaría escrito que todo bien era pasajero, Don Fabio dejo de venir a seguido.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (2 Kb)
Leer 1 página más »
Disponible sólo en Clubensayos.com