EDUCACION INCLUSIVA, PERSPECTIVA DE JUSTICIA SOCIAL

El artículo “La inclusión real: Una perspectiva de justicia social” de Mara Sapon-Shevin, plantea claramente cuatro cuestiones claves para entender la educación inclusiva desde el punto de vista de la justicia social, que podría renombrarlos de la siguiente manera: dificultades de la inclusión, clima escolar, formación del profesorado y flexibilidad del currículum. El texto concluye con la idea de que es necesario que cada ser humano/a sea valorado/a en la sociedad, como individuo/a y en relación a otros/as, que es una ardua empresa, pero que con una visión coherente y buena comunicación puede ser un esfuerzo positivo.

Desde mi punto de vista, la educación solo será inclusiva una vez que la sociedad lo sea y que esté a su vez al servicio, de la educación. Para ello es importante que los intereses económicos no sean trasladados al quehacer educativo.

Para esto es necesario un cambio estructural en educación, no más escuelas “especiales” para atender la diversidad, no más escuelas competitivas con visiones homogeneizadoras ni mediciones objetivas, más escuelas que eduquen en valores humanos en donde las características diferenciadores de los educandos/as sirvan para aprender de cada uno de ellos y de ellas, no más la visión del profesorado como un trasmisor de conocimientos, sino como un medio para acceder a ellos de la forma que sea más adecuada para cada estudiante.

Todo lo anterior parece ser un eslogan político y combativo, sin embargo, están presentes los cuatro puntos mencionados por la autora en su texto. La pregunta es ¿cómo?, la respuesta no la sé, creo que no existe una receta efectiva, pero pienso que mientras la educación sea un negocio se seguirán perpetuando las diferencias, porque nuestro sistema económico necesita de exitosos y de desplazados, no tienen cabida los/as artistas, ni tampoco los/as disidentes.

Las ideas mencionada por Sapon-Shevin están interrelacionadas, y  puedo entender que cada una puede ser consecuencia de otra, de este modo mientras se forme profesorado preparándolos para el trabajo inclusivo en el aula por sobre la preparación para obtener buenos resultados con los estudiantes, éstos podrán flexibilizar el currículum desde el aula, quizá no desde lo establecido por las escuelas o  políticas públicas, pero si desde la forma en cómo logra que los estudiantes se encanten con aprender. Así éstos aprenderán día a día de las experiencias vividas en clases, de un modo integrador, favoreciendo una buena convivencia y el clima del aula, hasta desarrollando sentido de pertenencia con el centro, que es el primer lugar donde son actores/as sociales. En la medida que estas prácticas se hagan comunes y estos niños y niñas ya de adultos/as eduquen también a sus hijos/as en la inclusión, desechando toda práctica discriminadora (homofobia, antisemitismo, clasismo, xenofobia, machismo, etc.) se podrá llegar a una sociedad más inclusiva y al servicio de la educación.  

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