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EL DOMINIO DE UNO MISMO


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2017  •  Reseña  •  2.450 Palabras (10 Páginas)  •  284 Visitas

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EL DOMINIO DE UNO MISMO

Introducción

En este escrito podemos observar la importancia de un equilibrio en el manejo de las emociones y lo difícil que puede ser sostenerlo tomando en cuenta las recomendaciones para una inteligencia emocional equilibrada , además de buscar un manejo de emociones de manera asertiva ya que de esta manera encontraremos una vida tranquila y en armonía. Sabemos que las emociones son el pilar básico para un vida de bienestar donde las situaciones adversas son la pauta para reinventarnos, así buscaremos caminos donde se nos apoye para lograr nuestros objetivos que es el vivir en una armonía con las situaciones problemáticas que se nos presentan

Sabemos que el identificar el conocimiento de uno mismo nos brinda la capacidad de reconocer los sentimientos que nos provocan en cada momento en que aparece, constituyendo a la inteligencia emocional como un cómplice o un enemigo en las situaciones vividas. La capacidad de seguir momento a momento nuestros sentimientos resulta crucial para la introversión psicológica y para la comprensión de uno mismo, pues la incapacidad de percibir nuestros verdaderos sentimientos nos deja completamente a su merced.

Desarrollo

Es fundamental para la reflexión psicológica identificar que el modelo de la inteligencia intrapsíquicos que sigue Howard Gardner es el propuesto por Sigmund Freud, donde señala que gran parte de nuestra vida emocional es inconsciente, y nuestros sentimientos no siempre logran cruzar el umbral de la conciencia. Esta verificación surge de los experimentos sobre las emociones inconscientes, como el descubrimiento de que las personas relacionan concretamente cosas que ni siquiera saben que han visto anteriormente. Cualquier emoción puede ser inconsciente.

El dominio de uno mismo, esa capacidad de afrontar los contratiempos emocionales que nos ofrecen los cambios del destino y que nos independiza de la esclavitud de las pasiones. Los romanos y la iglesia cristiana primitiva denominan a la inteligencia emocional como la templanza o reserva a la contención del exceso emocional. Pero el objetivo de la templanza no es la represión de las emociones sino el equilibrio, porque cada sentimiento es válido y tiene su propio valor y significado.

La pasión es la palanca que nos impulsa a conocer , experimentar y aprender diversas situaciones pues, una vida carente de pasión sería una tierra indiferente que se encuentra dividida y aislada de la vida misma. Como decía Aristóteles, el objetivo consiste en albergar la emoción apropiada, el intento de contener las emociones conduce a la apatía, mientras que su expresión desenfrenada puede terminar en situaciones extremas como ocurre en los casos de depresión, ansiedad, etc.

Si de una parte somos esclavos de nuestra propia naturaleza, y en el sentido de que somos esclavos de nuestros mismos, entonces descubrimos que en ese sentido es muy escaso el control que podemos ejercer sobre la forma en que nuestro cerebro responde a los estímulos y sobre su manera de activar determinadas respuestas emocionales.

Mantener en jaque a las emociones angustiosas constituye la clave de nuestro bienestar emocional. Entonces las emociones que se prolongan más de lo necesario quebrantan nuestra estabilidad de modo que debamos limitarnos a experimentar un sólo tipo de emoción, o de buscar la manera de manejar las emociones de una manera que estén equilibradas, pues aunque el sufrimiento puede ayudamos a templar el alma en la mayoría de las veces nos quebranta y debemos dar el tiempo necesario para que ese sufrimiento duela más y así lograr una estabilidad que nos favorezca

La vida está llena de sinsabores asociados a reacciones afectivas donde se va reforzando el carácter o temple, pero nosotros debemos aprender a mantener el equilibrio. Y buscar no engancharnos con las reacciones negativas sino buscar estar unido con las positivas que son las que determina nuestra sensación de bienestar de acuerdo a los estudios sobre el estado de ánimo.

No se trata, pues, de que, para ser felices, debamos evitar los sentimientos angustiosos, sino tan sólo que no nos pasen inadvertidos y terminen desplazando a los estados de ánimo más positivos. Aun quienes atraviesan episodios de enojo o depresión aguda disponen, a pesar de todo, de la posibilidad de disfrutar de cierta sensación de bienestar si cuentan con el adecuado contrapunto que suponen las experiencias alegres y felices. Estos estudios también confirman la escasa relación existente entre el bienestar emocional de la persona y sus calificaciones académicas o su CI, demuestra la independencia de las emociones con respecto a la inteligencia académica.

De la misma forma que existe un murmullo continuo de pensamientos en el fondo de la mente, también podemos constatar la existencia de un constante ruido emocional. Despiértese a alguien, por ejemplo, a las seis de la mañana o a las siete de la tarde y descubrirá que siempre se halla en un determinado estado de ánimo. Por supuesto que, en dos mañanas diferentes, uno puede hallarse en dos estados de ánimo muy distintos pero, cuando tratamos de determinar el estado de ánimo general de una persona a lo largo de las semanas o los meses, los datos obtenidos tienden a reflejar su sensación global de bienestar.

Y también resulta evidente que los sentimientos muy intensos son relativamente raros y que la Inteligencia emocional llega a dominar las emociones y se constituye una tarea tan ardua que requiere una dedicación completa, es por eso que la mayor parte de nosotros sólo podemos tratar de controlar el estado de ánimo que nos embarga.

Todo lo que hacemos, desde leer una novela o ver la televisión, hasta las actividades y los amigos que elegimos, no son más que intentos de llegar a sentirnos mejor. El arte de calmarse a uno mismo constituye una habilidad vital fundamental, y algunos intérpretes del pensamiento psicoanalítico, como, John Bowlby y D.W. Winnicott consideran que se trata del más fundamental de los recursos psicológicos.

Los niños aprenden a calmarse tratándose a sí mismos del modo en que han sido tratados, pues sabemos que los niños siguen patrones de sus padres, hermanos, maestros etc. y es cuando se vuelven menos vulnerables a las ataques que sufren del cerebro emocional.

Sabemos que, el cerebro no tiene control con respecto al momento en que nos veremos arrastrados por una emoción y que tampoco disponemos de mucho margen de maniobra sobre el tipo de emoción que nos aquejará. Lo que tal vez si se halla en nuestra mano es el tiempo que permanecerá una determinada emoción.

El problema no estriba tanto en la diversidad emocional

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