EL SECRETO DEL MATRIMONIO
Enviado por pagil • 27 de Febrero de 2013 • 5.577 Palabras (23 Páginas) • 426 Visitas
Efesios 5:18-33
Nueva Versión Internacional
18 No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu.19 Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, 20 dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 21 Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.
22 Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor.23 Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.24 Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo.
25 Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella 26 para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, 27 para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo ,29 pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo.31 «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.» 32 Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia. 33 En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo.
EL SECRETO DEL MATRIMONIO
“…dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo. Esto es un misterio profundo…”
Efesios 5:31-32
Estoy cansado de escuchar pláticas sentimentales sobre el matrimonio. En las bodas, en la iglesia y en la Escuela Dominical, mucho de lo que he escuchado sobre el tema tiene tanta profundidad como una tarjeta de Hallmark. El matrimonio son muchas cosas, pero lo que sí no es algo sentimental. El matrimonio es glorioso pero duro. Es gozo ardiente y fortaleza, pero también es sangre, sudor y lágrimas, derrotas humillantes y victorias exhaustivas. Ningún matrimonio que conozca de unas cuantas semanas pudiera ser descrito como un cuento de hadas hecho realidad. Por lo tanto, no es sorprendente que la única frase en el famoso discurso de pablo en Efesios 5 con el que muchas parejas se pueden relacionar es con el versículo 32, impreso arriba. Algunas veces caes en la cama, después de un largo y difícil día de tratar de entenderse uno al otro, y sólo puedes suspirar: “¡Esto es un misterio profundo!” A veces, tu matrimonio parece ser un acertijo sin solución, un laberinto en el que te sientes perdido.
Yo creo todo esto, y aún así no hay otra relación entre seres humanos que sea más grande o más importante que el matrimonio. En el relato de la Biblia, Dios mismo ofició en la primera boda (Génesis 2:22-25). Y cuando el hombre ve a la mujer, rompe en poesía y exclama: ¡Al fin! Todo en el texto proclama que el matrimonio, después de nuestra relación con Dios, es la más profunda relación que hay. Y es por eso que, como conocer a Dios, llegar a conocer y a amar a tu cónyuge es difícil y doloroso pero gratificante y maravilloso.
El Deterioro del Matrimonio
Durante los últimos cuarenta años, los “principales indicadores sobre el matrimonio” –descripciones empíricas de la salud y la satisfacción en el matrimonio en los Estados Unidos- han ido en constante declive. La tasa de divorcio es casi el doble de la tasa de 1960. En 1970, el 89 por ciento de todos los nacimientos eran de padres casados, por hoy en día solamente son el 60 por ciento. Aún más revelador es que más del 72 por ciento de los adultos estadounidenses estaban casados en 1960, pero sólo el 50 por ciento en 2008.
Todo esto muestra una cautela y pesimismo crecientes acerca del matrimonio en nuestra cultura, y esto es especialmente cierto de los adultos jóvenes. Ellos creen que sus oportunidades de tener un buen matrimonio no son muy grandes, y, aún y si un matrimonio es estable, tienen en su visión el horripilante prospecto de que llegará a ser sexualmente aburrido. Como ha preguntado el comediante Chris Rock, “¿quieres estar soltero y solo o casado y aburrido?” Muchos adultos jóvenes creen en verdad que estas son las dos opciones principales. Es por eso que muchos apuntan a algo a la mitad entre el matrimonio y los meros encuentros sexuales –cohabitar con un compañero sexual.
Esta práctica ha crecido exponencialmente en las tres últimas décadas. Al día de hoy más de la mitad de las personas viven juntas antes de casarse. En 1960, virtualmente nadie lo hacía. Una cuarta parte de las mujeres no casadas entre las edades de 25 y 29 años están actualmente viviendo con un compañero, y al finalizar sus treintas, más del 60 por ciento lo habrá hecho. Esta práctica está empujada por varias creencias ampliamente difundidas. Una es la presuposición de que la mayoría de los matrimonios son infelices. Después de todo, dice ese razonamiento, el 50 por ciento de todos los matrimonios terminan en divorcio, y seguramente muchos del otro 50 por ciento deben ser miserables. Vivir juntos antes del matrimonio, muchos arguyen, mejora tus oportunidades de hacer una buena elección en el matrimonio. Te ayuda a descubrir si eres compatible antes de que te arriesgues al chapuzón. Es una manera de descubrir si la otra persona puede mantener tu interés, si la “química” es lo suficientemente fuerte. “Todos los que conozco que se han casado rápidamente –y no han vivido juntos (antes)- se han divorciado”, dijo un hombre en una encuesta de Gallup para el Proyecto Nacional del matrimonio.
Sin embargo, el problema con estas creencias y presuposiciones es que cada una de ellas está casi completamente equivocada.
La Sorprendente Bondad del Matrimonio
A pesar del reclamo del hombre joven en la encuesta de Gallup, “un cuerpo substancial de evidencia indica que aquellos que viven juntos antes del matrimonio tienen más probabilidades de romper después del matrimonio.” El vivir juntos es una respuesta comprensible de aquellos que experimentaron los dolorosos divorcios de sus propios padres, pero los hechos indican que la cura puede ser peor que la enfermedad.
Otras presuposiciones comunes son incorrectas también. Aunque es verdad que algo así como 45 por ciento de los matrimonios terminan en divorcio, con mucho el más grande porcentaje de divorcios
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