El Antropólogo Inocente Teorías Antropológicas II

El Antropólogo Inocente

Más que una etnografía en el sentido estricto y tradicional, una serie de relatos agiles, graciosos y desenfadados fue lo que descubrí con Nigel Barley en esta obra.

Sin duda alguna una lectura obligada para cualquier antropólogo y me atrevo a decir para el mundo, que desmitifica al sabio, grave y aguerrido antropólogo que se da a la tarea de abrirse paso en medio de selvas inhóspitas en quien sabe qué lugar del mundo donde las mayores complicaciones pudieran ser pantanos, el inclemente tiempo y demás; en vez de ello la naturalidad y soltura con la que nos lleva de la mano a través de todas las peripecias por las que atraviesa, que principalmente son la burocráticas como el papeleo interminable con sello sobre sello, para en principio elegir el lugar a estudiar, obtener el financiamiento necesario para llevar a cabo el estudio y por fin llegar con el pueblo Dowayo, con lo que nos deja ver que es un hombre aprendiendo de la otredad de forma divertida y las más veces accidentada, pasando a menudo por una serie de situaciones embarazosas y enredos debido a su escaso conocimiento de la lengua y evidentemente de las costumbres del lugar.

Casi como un monologo que contado con tal sentido del humor e ironía inevitablemente arranca no solo una sonrisa sino varias carcajadas, El antropólogo inocente nos narra las dificultades para conseguir las cosas más sencillas como un huerto o comenzar la cría de gallinas para obtener huevos, que inevitablemente no salen según las expectativas y que sin embargo de a poco elige tomarlas con ligereza.

Definitivamente un texto para releer y reflexionar que el trabajo de campo hay que tomarlo con gracia y abrazar las experiencias que de él derivan.

Paola Palacios Hernández

Teorías Antropológicas II

...