El Principito
Enviado por zetsubouvic • 20 de Agosto de 2012 • 419 Palabras (2 Páginas) • 355 Visitas
Cuando tenía seis años, vi una vez un extraordinario dibujo en un libro que trataba sobre el
Bosque Virgen, llamado "Historias Vividas". La lámina expresaba nada menos que una
serpiente boa tragándose a una fiera. Aquí tenemos la copia del dibujo.
Decía el texto: "Las serpientes boas capturan a sus presas y las tragan enteras, sin
masticarlas. Esto, no les permite moverse y duermen durante los seis largos meses en que
transcurre la digestión." Es entonces que pensé mucho sobre las aventuras de la selva y un
buen día, tomé un lápiz de color y logré mi dibujo número 1. Era así:
Decidí mostrar mi primer obra maestra a la gente grande, y pregunté si mi dibujo les asustaba.
-"Por qué nos asustaría un sombrero?"-, me respondían.
Pero mi dibujo, no representaba en verdad a un sombrero. Expresaba una serpiente boa que
había tragado a un elefante.
Decidí entonces dibujar el interior de la serpiente boa a fin de que los adultos comprendieran,
ya que siempre necesitan explicaciones. Así quedó logrado mi dibujo número 2:
Me aconsejaron las personas grandes, que abandonara estos dibujos de serpientes boas
cerradas o abiertas y me dedicara un poco más a la geografía, la historia, el cálculo y la
gramática.
De este modo abandoné a la edad de seis años lo que pudo haber sido una brillante carrera de
pintor. Me encontraba decepcionado a raíz del fracaso de mis dos primeros dibujos. Insisto en
que las personas grandes no comprenden nada por sí mismas y es cansador para nosotros, los
niños, darles siempre y siempre explicaciones.
Consideré que debía elegir otra ocupación y aprendí a pilotear aviones, volando así por
innúmeros lugares del mundo. Reconozco que la geografía me sirvió de mucho. Al instante
podía distinguir China de Arizona; ésto es muy útil si uno llega a perderse durante la noche.
Debo decir, que así fue como a lo largo de mi vida, tomé contacto con muchísima gente seria.
He vivido mucho con personas grandes, viéndolas muy de cerca. Aún así, no mejoré en
demasía mi opinión acerca de los adultos.
Cuando encontraba alguna persona grande que me parecía algo lúcida, realizaba la prueba de
mi dibujo número 1 que siempre he conservado y conservo aún. Me interesaba saber si
verdaderamente comprendería mi dibujo. Sin embargo, siempre me respondían: "Es un
sombrero". Desde ya que no les hablaba entonces de serpientes boas, ni de bosques vírgenes,
ni de estrellas. Me ponía a su alcance, hablándoles de bridge, de golf, de política y de corbatas.
Así es como se quedaban conformes por haber conocido a un hombre tan razonable.
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