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El derecho como un juego de canicas.


Enviado por   •  28 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  3.236 Palabras (13 Páginas)  •  272 Visitas

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universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Facultad de Derecho y Ciencia Política y Sociales, Carrera de Derecho,

 Asignatura de Filosofía y Teoría del derecho,

Ética Jurídica

Presentado por: Jairo Esteban Rosero Anama                            Cc: 1032492400


EL DERECHO COMO UN JUEGO DE CANICAS

Se dice que la época más feliz de un ser humano es la infancia. Si, esa temporada de ignorancia que cada persona disfruta sin saber en la condición en que se encuentra. Pues el niño, en su inocencia no es consciente de cómo funciona el mundo y tampoco quiere ni tiene esa necesidad de saberlo. Peor aún, por su mente no pasa ningún pensamiento de conveniencia social como; ¿Que es el derecho? ¿Cuál es su concepción o su aplicabilidad? Pero en sus juegos o inventados mundos crea su propio tipo de derecho y sus propias reglas de cómo se debe convivir o jugar en ese cierto juego. Por ejemplo, en el juego de canicas, estos niños lo juegan tan solo con saber que la idea es hacer chocar una canica con otra. Y tomando como punto de partida esa base principal empiezan a crear su propio juego. Cada niño aporta sus ideas de como jugar, quienes pueden jugar, cuales son las reglas que deben cumplir, sus objetivos y con qué fin se juega el juego. Hasta que esté se generalice y se haga lo más adecuado posible. así mismo es el derecho, simplemente un juego creado por nosotros e instaurado por nosotros. Que fue generalizado para que todos entremos en él. Y así lograr sus objetivos y su fin último. Con la siguiente reseña quiero dar a conocer mi punto de vista de porque el derecho es un juego creado a nuestra convicción y necesidad, cómo funciona en la sociedad y lo más importante cual es el fin último del derecho basado en las concepciones de grandes filósofos del derecho.     

El derecho como bien lo conocemos en la actualidad no fue el mismo que el de hace algunos años, sino que el derecho ha estado en un continuo vaivén de cambios según como lo considere pertinente la sociedad donde está siendo aplicado. Pero si nos basamos plenamente en explicar el fenómeno del derecho en analogía como un juego de canicas, lo más prudentemente que se puede hacer es empezar por el surgimiento del derecho en similitud con el de juego de canicas.

Un filósofo antiguo griego afirmó que el hombre es un ser social por naturaleza y opinaba que una persona no puede ser estudiada como individuo, sino que debe ser tratada en conjunto[1]. Que, en referencia a nuestro tema, nos daría el origen pleno del derecho, puesto que para que exista el derecho primero tuvo que haber un grupo de personas que necesitasen de él. Al igual que en el juego de canicas que debió haber un grupo de niños que quisieron jugar el juego para poderlo constituir. Si nos damos cuenta en esta analogía se nos cruza dos aspectos fundamentales entre el necesitar hacer de las cosas y él quererlas hacer, las cuales van conjuntamente ligadas, ya que la necesidad de algo obliga a las personas a querer hacer acciones en pro de suplir esa necesidad. Es decir, en palabras de la analogía se debe   tener un motivo como necesidad para querer jugar el juego de canicas a lo que le podríamos llamar como el fin último. Pues en nuestro caso del juego de canicas no es tan complejo, ya que se puede decir certeramente por experiencia que el fin último es la diversión y con ello el ganar

otras canicas si es el caso. Pero en él derecho el fin último es más complejo, puesto que el derecho se ha instaurado por diferentes razones. Sin embargo, una de las razones que considero más importante como fin último es la justicia, la cual se debe entender como el aspecto de darle a cada quien lo que merece, es decir manejar un alto grado de equidad e igualdad según el caso a aplicar. O en palabras de Radbruch aplicar una justicia conmutativa o distributiva según el caso tratado.[2] Cabe resaltar que el autor en su pensamiento nos dice abiertamente que la justicia es un valor absoluto como la belleza o la verdad por lo tanto no depende de algo superior. Pero como todo valor se ve corrompido por los sentimientos haciendo de este un mecanismo decisional utilizado con fines de conveniencia personal, que, si lo llevamos a nuestro caso, este no funcionaría y nuestra sociedad tomaría un camino divergente al propuesto en el fin último. Por eso para que este irracional suceso no se dé, podemos apoyarnos en Ronald Dworkin quien en sus tesis propone como el eje de la justicia a un juez hércules, es decir un impartidor de justicia que en forma metódica busque la mejor decisión para el caso. basándose en los antecedentes del hecho y en los casos más parecidos al tratado, para así poder ser lo más justo en su sentencia. Así lo explica en su analogía de la novela donde propone que un director le dé el mejor capítulo siguiente a la novela teniendo en cuenta los ya dados anteriormente por otros directores.[3] Con esto el juez hércules cumpliría con nuestro fin último del derecho, que a cada persona se le trate con la justicia y esté se vea satisfecho en ser parte de la sociedad.

Pero ahora ya planteado el fin último faltaría fijar el objetivo de porqué aplicar del derecho, es decir en que se asemeja con el objetivo del juego de canicas. (el de ganar otras canicas) para este punto tomemos como referencia una vista meramente especulativa en donde el fin último del derecho es solucionar el conflicto de las personas y con ello lograr la paz general en la sociedad. Apoyado en Thomas Hobbes, quien en su tesis toma el contrato social como una forma de solución para la paz. Donde propone que cada ciudadano ceda mediante un contrato social sus derechos a un ente que los pueda regular para que así cada miembro de la sociedad no trate de excederse en sus facultades en adquirir beneficios individuales.[4] En esta tesis se puede reflejar claramente los objetivos propuestos anteriormente, puesto que cada ciudadano con el fin de acabar esa constante lucha interna entre los miembros de la sociedad quienes al decir que todas las personas son iguales y no hay nadie con el poder de juzgarlos no admiten ninguna objeción por parte de los demás en cuanto a sus actos cometidos, haciendo que cada ciudadano tome una posición individualista. Por esto el autor propone que cada ciudadano ejerza su derecho de decidir si cede sus facultades a un ente aceptado por la sociedad como el monarca o un tribunal. con el fin de que este pueda dictaminar y juzgar unas reglas de convivencia para lograr la paz.

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