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El fantasma de las navidades residuales. Sobre ‘El guardavías’ de Charles Dickens.


Enviado por   •  23 de Abril de 2017  •  Apuntes  •  1.856 Palabras (8 Páginas)  •  362 Visitas

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El fantasma de las navidades residuales.

Sobre ‘El guardavías’ de Charles Dickens.

Para comenzar convendría hacer un apunte respecto a la postura de Dickens frente a lo paranormal. Lo cierto es que el tema resulta un tanto oscuro y abierto a debate, dado que sus ángulos son múltiples y alcanzan a enmarañarse en más de un punto en las más extravagantes de las contradicciones. Dickens fue un hombre de su época, un victoriano hasta la medula, y condensadas por su prolífica pluma se reflejaron buena parte de las tendencias de su Inglaterra, que a mediados del siglo XIX se vio invadida por una oleada de profusa exaltación hacía lo metapsíquico, el hipnotismo, el mediumnismo, los séances espiritistas, el orientalismo naïf o la psicología en etapa embrionaria –y así hasta arribar toda clase de charlatanerías de la más baja calaña. Ni el novelista, que virtualmente acostumbró mantener puntos de vista lógicos y escépticos, quedó indemne, llegando a practicar el mesmerismo o ‘magnetismo animal’, así como a defender la combustión espontanea humana –a la que echa mano al momento de matar a cierto personaje en su Casa desolada–, amén de la fascinación que sus creaciones ostentan hacia lo inexplicable.

En éste sentido me gustaría –por divertimiento, por ociosidad, por esa avidez generalmente infructífera que nos lleva a engranar las concomitancias más insospechadas y desproporcionadas– esbozar una suerte de elucidación respecto a la naturaleza de la misteriosa presencia en el cuento que al presente texto le atañe:

Desde que la noche de los tiempos comenzaba a verse irrumpida por quebradizos y esporádicos atisbos de luz, la humanidad se ha afanado en la aprehensión de lo inexplicable –esa manía prácticamente atávica de dar forma a lo informe, de etiquetar lo que más o menos colectiva e inconscientemente facturamos en respuesta a la incertidumbre, a la orfandad, a la positivista esquematización de las cosas– dando lugar precisamente a singularidades que van desde el totemismo a las presumidas y tan en boga profecías mayas. Así, entre las múltiples y multitudinarias ramificaciones mutantes y no metódicas que ha adoptado dicha fascinación, bien nos corresponde profundizar en esa mayoritaria aserción tan exaltada por la parapsicología –asimismo preocupada por el importantísimo desentrañamiento de la piroquinesis y la abacomancia– que es la manifestación fantasmal.

Las teorías son legión y de tal manera –dejando de lado artefactos ópticos, pareidolias, hipnagogias, alteraciones psicotrópicas y otras plausibilidades en los lineamientos de lo racional y a esa visión folclóricamente tradicional que intenta sujetarle como la manifestación de almas incapaces, por diversas y generalmente ambiguas causas, de trasladarse apropiadamente a otro plano metafísico– podemos encontrarnos con que los fantasmas son percepciones producidas por los mecanismos comunicativos de la telepatía; emisiones tangibles de las experiencias extracorpóreas; nubes de plasma cargadas por campos electromagnéticos desplegados en sitios de actividad sísmica; tulpas o materializaciones del pensamiento proyectadas subconscientemente por energía mental según las degradaciones occidentales del misticismo tibetano; o –aquí es cuando nos aproximamos al meollo– una figuración, no más certera ni sustancial ni convincente pero quizá, hasta cierto punto, mejor inscrita dentro de las gradaciones de la extrañeza, expuesta por lo que se ha dado en llamar ‘hipótesis de las apariciones residuales’.

Pese a que las bases constitutivas de la hipótesis residual son tan antiguas como la intuición y la polarización de lo etéreo, lo cierto es que sus elementos argumentativos no logran conformarse íntegramente –gracias a específicas adecuaciones pseudocientíficas y a la casi siempre epidémica ficción de masas– hasta dentro del marco de la contemporaneidad; para aclarar quizá conviene un poco de Historia: Ya desde finales del siglo XIX, la activista y psíquica Eleanor Mildred Sidgwick –esposa de Henry Sidgwick, co-fundador y primer presidente de la Society for Psychical Research, hermana del conde Arthur James Balfour, primer ministro británico y asimismo miembro honorario de la SPR, y cuñada y colega del físico nobel John William Strutt, Lord Rayleigh– declaraba que determinados muebles o edificios podían absorber impresiones psíquicas capaces de reproducirse a las personas ‘sensibles’ que mantuvieran contacto con dichos objetos. En la navidad de 1972 la BBC emitió The Stone tape, un telefilme que si bien limitado y técnicamente pobre no carece de su encanto serie B. Escrita por Niegel Kneale –reconocido por la creación del popular personaje Doctor Quartermass y por la controversial adaptación de 1955 de la orwelliana Mil novecientos ochenta y cuatro–, dirigida por Peter Sasdy y protagonizado por Michael Bryan, Jane Asher e Iain Cuthbertson, trata sobre un grupo de científicos de la imaginaria Ryan Electrics que intentan desarrollar un nuevo medio de grabación y por tanto revolucionar las tecnologías de comunicación modernas, instalándose para ello en una aislada mansión victoriana llamada Taskerland, en cuya decrepita bodega, a las primeras de cambio, tropiezan con apariciones –la secuencia aleatoria y holográfica de una sirvienta cubriéndose y gritando horrorizada al pie de una ruinosa escalera– que deciden examinar, develando así que el material con el cual los muros están construidos posee la propiedad de almacenar y copiar intensos eventos del pasado. La película, en su momento, no tardó en adquirir cierto culto entre los fanáticos del género –un distintivo mashup horror/sci-fi– y trascendió por la influencia que algunos círculos de parapsicólogos le adoptaron, quienes, oficialmente o no, utilizaron sus conceptos para fundamentar la idea del ‘fantasma residual’ –opuesta al fantasma tradicional: el ánima semiconsiente y penante–, la idea de visiones repetitivas y no interactivas, sucesos capturados por el o los materiales de la zona en donde se llevaron a cabo, retransmitidos periódicamente como si de un dispositivo mediático ambiental se tratara.

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