Ensayo Del viejo al nuevo estado mexicano

 “Ensayos: del viejo al nuevo Estado mexicano”

Javier García Diego Dantan

Para Porfirio Díaz, 1910 debió comenzar como un año venturoso. Había proceso de elecciones, seguramente confió en un resultado favorable, tanto en el número de votos como en cuanto a la preservación de la tranquilidad pública. Su optimismo parecía fundamentado pues al que consideraba la “mayor amenaza”, el movimiento reyista, había sido desarticulado al aceptar al general Bernardo Reyes una comisión en Europa. Además el partido de oposición liberal que había adquirido notoriedad en los últimos años estaban exiliados y se habían radicalizarlo, lo que redujo sus simpatizantes. Después de los movimientos obreros de Cananea y Río Blanco, a mediados de 1906 y 1907, el país disfruto de una paz en el ámbito laboral. Por otro lado las alianzas entre los liderazgos obreros y los círculos magonistas habían sido quebrantadas. Todo parecía pintar bien para Díaz.

A todo esto se sumaba una especie de felicidad y celebración. El país celebraría el centenario del inicio de la lucha por un México independiente. Esta celebración tenía varios significados. Era un reconocimiento internacional a un país caracterizado como problemático durante los primeros dos tercios del siglo XIX desde la lucha contra España hasta el fusilamiento de Maximiliano. Era también la reivindicación de un país incapacitado, que ya había entrado a la senda del progreso y se volvía capaz para cumplir con sus compromisos financieros.

Los festejos del centenario eran por otro lado un reconocimiento personal a Porfirio Díaz, la estabilidad política traída por él había sido la condición inicial del crecimiento socioeconómico. Es indudable que las celebraciones fueron visitas como una triunfal despedida a Porfirio. Luego de haber dedicados lo últimos años a diseñar una estrategia  sucesoria, en 1990 Díaz opto por una conocida mecánica reeleccionista, seis veces seguidas. Opto por no innovar, quiso ser la bisagra de dos etapas históricas.

Díaz era un estadista de reglas certezas, no de albures o riesgos. Creyó que el mayor desafío a su reelección lo sería un militar de su propio grupo, Bernardo Reyes, sin darse cuenta que quienes lo desafiaban eran las clases sociales modernas: Los crecientes obreros y las clases media urbanas.

Su séptima reelección no fue como las anteriores, considerablemente “tranquila”. En 1910 intento reelegirse padeció por primera vez una severa ruptura al interior del grupo gobernante. A principios de 1903 Díaz decidió restaurar la vicepresidencia como mecánica sucesoria. De esta manera en lugar de entregarle el poder a alguien, se seguiría reeligiendo y solo cuando su muerte llegara sería sustituido por aquel que hubiera elegido como compañero de formúla electoral.

Para la reelección de 1904 eligió como vicepresidente a Ramón Corral, su preferencia provoco el enojo de Bernardo Reyes y de sus seguidores el que se fue agravando, con esto Díaz comprendió que tenía que acrecentar los espacios de poder de los “científicos” al mismo tiempo que disminuía a los “reyistas”. Sabía que la reducción del poderío de Reyes tenía que hacerse despacio y selectivamente para evitar orillar a Reyes y a sus equipos a convertirse en oposición. A pesar de sus esfuerzos, los reyistas pasaron de desilusión a enfado lo que los llevo a la construcción de un movimiento de oposición.  La intención de los reyistas era crear elecciones para la vicepresidencia, pero al ver la creciente oposición Porfirio Díaz opto por no confiar en ellos y negar su petición, lo que acrecentó el enojo de estos y los llevo a convertirse en un movimiento opositor autentico. Pero antes de que esta propuesta pudiera ser plasmada Reyes fue trasladado a Europa dejando vestigios de una oposición que nunca llego ni si quiera a comenzar.

Con el repentino traslado de Reyes a Europa Díaz creyó que tendría las elecciones aseguradas en 1910. Pero no se percató de los “cuadros” reyistas que no apoyarían al gobierno, reduciendo su popularidad y fuerza social.

• Francisco I. Madero

Otra gran diferencia entre las anteriores elecciones y la séptima fue que por primera vez Díaz tuvo que enfrentar un auténtico movimiento opositor. Francisco I. Madero fue un sincero opositor cuyos esfuerzos y logros terminaron por convencer a escépticos y ortodoxos. Madero tenía una mala relación con Bernardo Reyes y una buena con “los científicos” lo que permitió que se afirmara que Madero era un instrumento de los científicos para dividir la oposición y restarle adeptos a Reyes.

Para 1910 Madero demostró que encabezaba un movimiento opositor autentico, con un número creciente de simpatizantes. Para entonces el inexperto Madero había desplazado a las otras alternativas opositoras, tanto al radicalizado Ricardo Flores Magón, que despreciaba el movimiento electoral como al indeciso Bernardo Reyes que confiaba y prefería un arreglo copular.

• La despolitización

Otra diferencia de las elecciones en la contienda electoral de 1910 consistió en que para 1910 la sociedad mexicana se había re politizado. Díaz había logrado la despolitización de la sociedad mexicana:

• Inmovilizó al poder legislativo
• Hizo de las elecciones simples procedimientos legistimadores
• Debilitó a la prensa crítica
• Cooptó e integró al aparato gubernamental a varios políticos contrarios a eé
• Elimino los ámbitos de confrontación ideológica (como la religión)

Sin embargo la aparición de un grupo que a principios del siglo exigió la aplicación de los preceptos liberales, los efectos divisivos de la restauración de la vicepresidencia, las represiones a los Obreros de Canena y Río Blanco, la crisis económica de 1907 y 1908, la entrevista al periodista Creelman, las ríspidas contenidas electorales estatales 1909 y el propio envejecimiento de Díaz, que hacia indefectible la competencia sucesoria, provocaron la repolitización de buena parte de los mexicanos, condiciones que le facilitaron el camino a Madero.

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