Ensayo El Pais De Uno
Enviado por ariririta • 30 de Agosto de 2013 • 5.215 Palabras (21 Páginas) • 678 Visitas
EL PAÍS DE UNO, DENISE DRESSER
INTRODUCCION
El libro de Denise Dresser nos habla de la situación política y social de nuestro país. Nos habla del conformismo que existe entre los ciudadanos y lo señala como heridas profundas en México. Denise nos da su opinión para tratar de transformar el conformismo en acción, para hacer de México un país de ciudadanos comprometidos, decididos a denunciar las injusticias y exigir resultados a los gobernantes. Para ella el pesimismo recorre el país e infecta a quienes entran en contacto con él, menciona que vivimos en el fracaso y padecemos la violencia.
Hablar de México también incluye, hablar de su política, de su gobierno, de su sistema económico. Actitudes compartidas por quienes asocian el cambio con el desastre y perciben la estabilidad como lo más a lo que es posible aspirar. Incapaces de enderezar lo que la Revolución y el PRI, la reforma agraria, el corporativismo, y la corrupción, enchuecaron a expensas de sus pobres.
La falta de un gobierno competente demuestra que el cambio no a sido suficiente durante doscientos años y mientras no cambiemos hacia un mejor estadio político y económico; seguiremos avanzando un paso hacia adelante para después retroceder dos. La democracia electoral sobrevive pero con dificultades y demostrando sus límites, la esperanza se encuentra en esos mexicanos empeñosos, valerosos y combativos que se niegan a participar en el colapso moral de su país. Denise Dresser considera que México ha sido un país rentado para sus habitantes por que el credo de los pesimistas produce la parálisis, engendra el cinismo, permiten que los partidos vivan del presupuesto público sin cumplir con la función pública, permitimos que los legisladores no actúen como tales. Por eso pocos lo cuidan, pocos lo aspiran y pocos lo lavan, pocos piensan que es suyo y pocos son las personas que se sienten orgullosos de ser mexicanos. México no es el Andrés Manuel López Obrador o Enrique Peña Nieto, ni de los diputados o los gobernadores o los burócratas o los líderes sindicales. Es el país de uno. El país es nuestro, ahora y siempre.
Desarrollo
En el primer capítulo nos expone que muchos vivimos con la mano extendida, esperando la próxima dádiva del próximo político, el cheque o el contrato o la pensión o la recomendación, que con el paso del tiempo, produce personas acostumbradas a recibir en vez de participar o exigir. Resignados ante lo poco que se vacía dentro de ellos por que la economía no crece lo suficiente. En México sigue siendo difícil saltar de una clase a otra, la brecha entre los de abajo y los de arriba es cada vez más grande. Casi uno de cada dos mexicanos cuyos padres pertenecían al veinte por ciento de la población más pobre, la mayor parte de los casos morirá en la misma pobreza. Vivimos en un país que no educa a su población, un país con petróleo pero sin ciudadanos participativos. Un país de empleado en vez de emprendedores. Posponiendo la modernización por los intereses que afectaría y así ignorando los retos que la globalización exige: una economía más competitiva, mano de obra más productiva y una población más educada. Pero es más fácil dejar todo como esta, gobernar como siempre se ha gobernado. México partido entre los que acumulan riqueza y los que no tienen condiciones para hacerlo, porque nadie ha sido capaz de diseñar mejores políticas públicas e instrumentarlas y así confrontar consistentemente a los monopolios y regularlos. Por que el gobierno no invierte lo que debería en infraestructura, en educación, en salud, en empleos. Año tras año, los mismos problemas diagnosticados y las mismas soluciones propuestas.
El problema es que muchos saben qué hacer para mejorar la economía y la política, pero pocos están dispuestos a hacerlo. No se trata tan solo de hacer presente al gobierno sino de insistir en que actué de otra manera.
México siempre ha apostado por los recursos naturales y a la población mal pagada que los procesa, apuesta a la extracción de materias primas y a la mano de obra barata que se aboca a ello. Lo convierte en un lugar de pocos dueños y muchos trabajadores; hombres ricos y empleados pobres, compartiendo el mismo fin de un sistema que protege el capital por encima del trabajo; un tipo de capitalismo que mantiene baja la recaudación y no tiene recursos suficientes para invertir en la educación. Donde no hay impuestos recaudados y mucho menos un gobiernos eficaz, no hay un Estado que invierta en su población ni lideres que piensen en la educación o en el empleo como prioridad. En cambio, si hay mucha obra pública: caminos y puentes, segundos pisos y distribuidores viales. Muchas formas de manipular al electorado en vez de representarlo, muchas formas de comprar el voto en vez de ganarlo. Formas de ejercer el poder que mantienen a México agarrado de la nuca. Sin primaria terminada, sin preparatoria acabada, sin una carrera profesional para hacerlos productivos, competitivos, ciudadanos empoderados de México y del mundo.
Tenemos un sistema que frena la competitividad del país ante un mundo globalizado, que lleva la frustración a las calles. México tiene estabilidad macroeconómica y un programa de oportunidades pero no es suficiente para acelerar la transformación de la sociedad mexicana a fin de afianzar los logros de la clase media y sumar a un cada vez mayor número de familias que se encuentran por debajo de esa deficiencia y así garantizar la movilidad social para lograr mejor educación para la población más pobre.
Los recursos naturales como el petróleo son armas de doble dilo para la democracia de cualquier nación en desarrollo ya que idiotiza al país y lo vuelve flojo. Más interesado en vender barriles que educar a su población. Un país más centrado en la extracción de recursos no renovables que en la inversión en talentos humanos. Y así se crea un México adicto a la venta del petróleo, equivocándose una y otra vez, con la maldición de obtener ingresos con tan solo perforar pozos y haciendo girar todo alrededor del oro negro y quien lo control; donde todo depende del precio del barril y quien se beneficia con su venta. Donde no importa como competir si no cuanto extraer, por que cuando un gobierno obtiene los recursos que necesita para sobrevivir vendiendo petróleo, no tiene que recaudar impuestos y un gobierno que no recauda impuestos para pagarse a sí mismo y a sus aliados, no tiene que escuchar a su población. Por que cuando se acabe el petróleo, el impacto será brutal, México va a descubrir que tiene poco que ofrecerle al mercado global más allá de sus migrantes.
Vivimos en un país mal educado ¿Donde está el clamor? En México un hay una reacción suficientemente vigorosa por parte de los ciudadanos, precisamente por la baja calidad del sistema educativo;
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