Ensayo Leviatán De Thomas Hobbes

Leviatán

Thomas Hobbes

Nos dice que la naturaleza, que es el arte que Dios ha hecho y que gobierna el mundo, es imitado por el arte del hombre y que este puede crear un animal artificial Y que siendo la vida un movimiento de miembros cuya iniciación se halla en alguna parte principal de los mismos podríamos decir que todos los autómatas tienen una vida artificial.

Gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos la república o Estado que es un hombre artificial, aunque mayor estatua y robustez que al natural para su defensa y protección y que en el cual la soberanía es un alma artificial que le da vida y movimiento.

Los magistrados y otros funcionarios de la judicatura y del poder ejecutivo, nexos artificiales; la recompensa y el castigo son los nervios que hacen lo mismo en el cuerpo natural; la riqueza y la abundancia de todos los miembros particulares constituyen su potencia; la salus polpuli son sus negocios; los consejeros, que informan sobre cuantas cosas precisa conocer, son la memoria; la equidad y las leyes, una razón y una voluntad artificiales; la concordia, es la salud; la sedición, la enfermedad; la guerra civil, la muerte. Por último, los convenios mediante los cuales las partes de este cuerpo político se crean, combinan y unen entre sí.

Nos dice que la sabiduría ya no se adquiere leyendo libros sino leyendo hombres por consecuencia esas personas se complacen mucho en mostrar lo que piensan que han leído en los hombres, mediante despiadadas censuras hechas de los demás, a espaldas suyas.

Pero aunque un hombre pueda leer a otro por sus acciones, sólo puede hacerlo con sus circunstantes, que son muy pocos. Quien quiera gobernar una nación entera debe leer, en sí mismo a la humanidad, cosa que resulta más difícil que aprender cualquier idioma o ciencia.

Nos dice que la invención de la imprenta no tiene tanta importancia como la invención de las letras la cual fue una invención provechosa para perturbar la memoria del tiempo pasado, y la conjunción del género humano, disperso en tantas y tan distintas regiones de la tierra.

Pero que la más noble y provechosa invención de todas fue la del lenguaje, que se basa en nombres o apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de esos elementos los hombres registran sus pensamientos, los recuerdan cuando han pasado, y los enuncian uno a otro para mutua utilidad y conversación. Sin él no hubiera existido entre los hombres ni el gobierno ni sociedad, ni contrato ni paz, ni más que lo existente entre leones, osos y lobos.

La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu, que a pesar de que algunos hombres son más fuertes que otros, cuando se consideran en conjunto, la diferencia entre ellos no es tan importante que uno pueda reclamar para sí mismo un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como él. Dice que incluso el más débil puede matar al más fuerte sin importar la fuerza corporal.

En cuanto a las facultades mentales nos dice Hobbes que encuentra aún una igualdad más grande, entre los hombres, que en lo referente a la fuerza. Porque la prudencia no es sino experiencia; cosa que todos los hombres alcanzan por igual, en tiempos iguales, y en aquellas cosas a las cuales consagran por igual.

Nos dice que en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia:

La primera causa impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio osea que hace uso de la violencia para convertirse en dueña de las personas, mujeres, niños y ganados de otros hombres; la segunda, para lograr la seguridad; la tercera para ganar reputación recurre a la fuerza por motivos insignificantes, como una palabra, una sonrisa, una opinión distinta, ya sea directamente en sus personas o de modo indirecto en su descendencia.

En donde no hay poder en común, la ley no existe, si no hay ley, no hay justicia, no existe propiedad, dominio, ni distinción entre lo tuyo y lo mío, solo pertenece a cada uno lo que puede tomar y solo mientras pueda conservarlo, es la guerra.

Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas necesarias para una vida confortable y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. La razón sugiere normas de paz, llamadas normas naturales.

El derecho de naturaleza, lo que los escritores lo llaman jus naturale, que es la libertad que tiene cada hombre de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza, ósea su propia vida; y por consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y

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