Ensayode La Leyenda Del Zorro
Enviado por peter1002 • 11 de Diciembre de 2011 • 5.516 Palabras (23 Páginas) • 687 Visitas
ARGUMENTO
Esta primera parte transcurre entre los años 1790 a 1810, en Alta California, en la misión de San Gabriel. Esta misión era dirigida por el padre Mendoza, franciscano y su labor era propagar la doctrina de Cristo entre los indios Chumas, shoshone y otros. El misionero trabajaba codo a codo con los indios: en el campo, en el curtido de cueros, molienda de maíz, curaba heridas, enseñaba catecismo y aritmética, sacaba muelas, hacía vino, escribía notas en sus cuadernos, etc. Por esos días, llegó a oídos del padre Mendoza que varias tribus de otros lados se habían sublevado, guiados por un guerreo que se hacía llamar Lobo Gris. Ante esto, escribió una carta al capitán A. de la Vega, pidiéndole ayuda. Una vez que el capitán llegó, a galope unos días después, se iniciaron los preparativos de defensa: barricadas de sacos de arena en las puertas de la iglesia, armas de fuego en lugares estratégicos, ya que no disponían de mucha gente. Los indios fueron encerrados en un edificio muy seguro, para evitar que a la hora de la batalla colaboraran con el enemigo. Los indios atacaron un día miércoles al mediodía y después de ataques por ambos lados, cayó su jefe Lobo Gris, por lo que los indios se sintieron desprotegidos sin su jefe y retrocedieron. Una vez devuelta la normalidad a la misión, el padre Mendoza perdió una oreja, por lo cual de ahí en adelante usó el pelo largo.
Una vez finalizada la batalla y apresado Lobo Gris, se dieron cuenta que estaba vivo, por lo que procedieron a limpiarlo y a curarle sus heridas. En es instante, se dieron cuenta que era una mujer. Su nombre era Toypurnia ( hija de lobo ) y tenía 20 años. Su madre, Lechuza Blanca era la curandera de la tribu y su padre un desertor de un barco español. Fue criada como los hombres: con arco, flechas y lanza, porque cuando su madre se bañaba en el río al dejarla bajo un árbol, fue raptada por un animal. Apareció a los pocos días, sucia, desnuda y gruñendo como perro y con olor a fiera.
La joven se debatió varios días entre la vida y la muerte y era don A. de la Vega quien la cuidaba y alimentaba y también en su posterior recuperación. Esto hizo que naciera entre ellos un sentimiento poderoso, que mas tarde culminaría en matrimonio. Como era mujer mestiza, no podía ser ahorcada, por lo que el capitán de la Vega acudió al gobernador de A. California para que la condenara. Este residía en Monterrey y se llamaba Pedro Fages y era casado con Eulalia de Callis. El gobernador consintió en cambiar la pena de muerte por 20 años de prisión en la cárcel de Monterrey. Allí fue bautizada con el nombre de Regina María de la Inmaculada Concepción , y pasó a llamarse simplemente Regina.
Tres años más tarde Pedro Fages renunció a su cargo para regresar a la civilización, México. Todos acudieron a dar la bienvenida a Pedro y su esposa y A. de la Vega fue el encargado del orden durante la estadía de los gobernadores en el pueblo ( en su paso hacia México por la Misión San Gabriel ). Allí reconoció por sus ojos azúcar quemada a Regina, quien era dama de compañía de doña Eulalia. Allí mismo le confesó su amor, Regina aceptó porque siempre lo había amado desde que agonizaba en la bodega de vinos del padre Mendoza. Fueron casados por el padre Mendoza. Pedro Fages se mostró generoso con A. de la Vega y le dio títulos de propiedad de un rancho y varios miles de cabezas de ganado. Ya convertido en hombre rico, casado, renunció al ejército del rey y un año después fue elegido alcalde de la Reina de los Angeles. Allí construyó una casa de adobes, sólida, pero muy rústica, al igual que sus muebles. Empezó, también a criar caballos de raza e instaló un apequeña fábrica de jabón y se dedicó a experimentar con carne, ahumándola para hacerla sabrosa y que durara sin descomponerse.
Regina por su lado, aprovechando lo ocupado que estaba su marido, empezó a tener una vida diferente: andar a caballo, bañarse desnuda en el mar con los delfines, usar ropas no adecuadas a su condición, andar descalza, en fin se sentía más cómoda con los neófitos que servían en la hacienda de su esposo.
El año 1795, quedó embarazada, y empezó a andar acompañada de una india llamada Ana. Esta también estaba embarazada, no tenía marido y no se sabía la identidad del hombre que la sedujo. Ambas se hicieron muy amigas, incluso dieron a luz en la misma semana. Ana tuvo a su hijo sin mayores tropiezos, en cambio Regina estuvo al borde de la muerte y fue el padre Mendoza quien finalmente logró sacar al bebé de las entrañas de su madre. Ella le puso Diego. El hijo de Ana se llamó Bernardo. Regina se recuperó gracias a las pócimas que le dio su madre. Ana, con su habitual buena voluntad amamantó el primer tiempo a Diego, por lo que él y Bernardo se convirtieron en hermanos del alma por el resto de sus vidas.
Como Alejandro de la Vega no disponía de mucho tiempo para estar cerca de su hijo, este y Bernardo empezaron a ser educado a la usanza india: los llevaba a la aldea india a visitar a Lechuza Blanca, aprendieron a pescar, a cazar, recorrían las cuevas cercanas a la hacienda, les enseñó a leer los símbolos tallados hacía miles de años en las paredes .etc.
En forma paralela, A. de la Vega comenzó a educar a su hijo como hidalgo y que coincidió con la muerte de Pedro Fages, de un infarto, producto de una de sus rabietas. Eulalia, después de sumirse en la más grande de las penas, se fue a vivir a Barcelona, ya que allí estaba su familia directa. A poco andar, murió su único hijo, de peste. Por ello, decidió donar todos su hermosos vestidos, sombreros, tacones y chucherias a Regina, a Alejandro de la Vega le envío un florete italiano . amén de otras cosas. Esto lo motivó a mandarle hacer un florete pequeño a Diego, quien demostró tener un talento natural para ello.
Diego y Bernardo solo se separaban para dormir, ya que compartían todas sus actividades diarias. A. de la Vega consideró que era necesario crear una escuela, para que su hijo y los de otros españoles pudiesen asistir a ella. Cuando Diego cumplió 9 años, esta abrió sus puertas. No podía asistir Bernardo por su condición de indio. Entre sus compañeros, estaba García, hijo de un soldado español gordito y que era el hazmerreír de la clase. Diego se transformó en su protector. De hecho, e cierta ocasión, en que Carlos Alcázar, el más temido del curso lo desnudó, lo impregnó con miel y lo ató aun árbol, lo salvó cambiándolo por un oso. El oso pudo cazarlo y pasearlo con sombrero por el pueblo, gracias a una pócima que le robó a su abuela Lechuza Blanca que hacía dormir. Fue la misma que se usó para cortarle la pierna al padre Alvear, santo varón que había viajado del Perú a conocer la misión y que en un terremoto que hubo le cayó el techo de la iglesia, lo que obligó a realizar
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