¿Es Posible Mejorar La Evaluación Y Transformarla En Herramienta De Conocimiento?

“¿Es posible mejorar la evaluación y transformarla en herramienta de conocimiento?”

Susana Celman

La evaluación no debe ser concebida como un recurso técnico del proceso para calificar el final. Para ello, más que una fuente final de información debe ser el punto de partida de nuevos procesos; donde todo conocimiento previo sea el referente para un nuevo, mayor y más complejo. Mucho menos considerársele como un cumulo de prescripciones teóricas.

A su vez, como parte de un proceso educativo no puede ni debe basarse en recetas, por el contrario debe fundamentarse por sus principios. Esta debe ser su fortaleza y debe procurar diseñarse en torno a un currículo que eleve el conocimiento a esferas de pensamiento concreto, capaz de poner en práctica las ideas y las habilidades. Pero para ello, hay que considerar el momento a evaluar, las características de la situación y el clima para su realización; así, los docentes y alumnos podrán relacionar los datos, formularse hipótesis y emitir juicios más acordes a su realidad.

Hay que considerar que no existe una forma única de evaluar; su calidad depende del grado del área de conocimiento y la efectividad que tenga en función de lo evaluado, los sujetos involucrados y la situación en la cual se aplique. Partiendo de ello, la evaluación como proceso, implica integrar las estrategias y habilidades que cada persona posee para su autoconocimiento, en la cual la meta cognición juega un papel protagónico al reflexionar, asociar, aplicar y explicar el conocimiento.

La evaluación debe volcar su atención en tratar de comprender qué y cómo se está aprendiendo; de este modo podríamos enfatizar que se está usando como herramienta de conocimiento. Por ello debe gozar de intencionalidad, donde las partes interesadas deben preocuparse por hacerla valer; asimismo debe gozar de posibilidades, no como receta sino como generadora de nuevas inquietudes.

Orientarla de esta manera daría más dinámica al proceso, pues pasaría de un instrumento terminal a un proceso continuo gradual y permanente; en el cual la adquisición de hechos propios y datos seria constante a partir de la modificabilidad cognitiva resarcida por la disponibilidad de aprender.

Además, para que la evaluación cumpla su objetivo como instrumento de aprendizaje debe sucesivamente definir cuál es su función; luego de ello, identificar el objeto a evaluar, buscando información sobre el mismo; analizando e interpretando las competencias, demandando obtener nuevos conocimientos y tomar decisiones. Teniendo en cuenta lo señalado es imposible plantear una evaluación que abarque desde un solo perfil, adecuándolo al sujeto, al entorno y al momento.

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