Experimente las profundidades de Cristo.

Prólogo

El autor relata que Dios le dio una orden a ángel Gabriel donde hay dos hombres que esperan su destino. Dios le dijo ve y entrega a cada uno de ellos una porción de mí mismo la primera es del mismo género de su naturaleza quien se cubre con ella es investido con el aliento de Dios. Con esto el aliento que enviste tendrá el poder del Altísimo para dominar ejércitos, avergonzar a los enemigos de Dios y realizar en la tierra su obra. Aquí está el poder de Dios como un don. Aquí está la inmersión en el Espíritu. Un hombre dio un paso adelante. Esta porción de Dios es para mí. El ángel dijo que con esta porción será conocido su carácter por medio de ese poder. Tal es el destino de todos los que están investidos de esta porción y ejercen su poder, porque ella afecta únicamente al hombre exterior, sin afectar un ápice su espíritu. El poder exterior revelará siempre los recursos íntimos del ser o la carencia de ellos. El ángel siguió hablando tengo aquí la segunda de las dos porciones del Dios viviente. Este no es un don sino una herencia. Se lleva un don en el hombre exterior; se siembra una herencia como una semilla en lo más íntimo del corazón. Sin embargo, aun cuando es una siembra tan insignificante, crece hasta llenar, andando el tiempo, todo el hombre interior. Otro hombre dio un paso adelante y exclamó: Creo que esta porción ha de ser mía Muy bien respondió otra vez el ángel. Debo decirte que se te ha dado algo glorioso. Es lo único en todo el universo de Dios y de los ángeles que puede cambiar el corazón humano. Sin embargo, ni siquiera este elemento de Dios puede llevar a cabo su tarea ni crecer hasta llenar todo tu ser interior a menos que esté bien combinado. Tiene que ser pródigamente mezclado con quebrantamiento, tristeza y aflicción. Junto a Gabriel se sentó el ángel Archivero. Debidamente asentó en su libro el registro de los dos hombres. ¿Qué llegarán a ser estos dos hombres después que hayan pasado la puerta hacia el mundo visible? n voz baja respondió Gabriel: Cada uno, en su tiempo, será rey.

Capítulo 1

El autor relata la historia de David quien tenía una familia de ocho muchachos. David era enviado a las montañas para que apacentara el pequeño rebaño de ovejas de la familia.

David llevaba dos cosas al apacentar sus ovejas: una honda y un pequeño instrumento parecido a la guitarra, cuenta que en las horas que debía cuidar al rebaño, David cantaba y tocaba a menudo a Dios tocando su arpa y que practicaba tirando piedras con la honda que llevaba, hasta cuenta la valentía que tenía como cuando enfrento a un oso, como pastor el daba todo por cuidar a sus ovejas, David entendía que era pastor de sus ovejas así como Dios era el suyo.

Capítulo 2

El autor sigue contando sobre la vida de David hasta que un día lo llamaron a su casa, ya que un anciano quería verlo, ya que después de ver a todos sus hermanos, pregunto si Isaí tenía un hijo más, cuando David llego a su casa el anciano lo notó. Y advirtió también algo más. De algún modo supo lo que Dios sabía. El Dios omnipotente había notado que este trovador, que tiraba piedras con su honda, amaba a su Señor con un corazón más puro que cualquier otro en toda la tierra de Israel. Arrodíllate- le dijo el anciano y le derramo aceite sobre su cabeza. En algún lugar en el archivo de su mente David se dijo a si mismo lo Samuel está haciendo es convertirme en Rey. Samuel termino diciendo -¡He aquí el ungido del Señor! David se convirtió en un héroe popular cuando mato a Goliat. Saúl lo invito a que tocase el arpa en su palacio para el.

Capítulo 3

David tocaba y cantaba para el Rey Saúl y todos se asombraban de la habilidad que tenía. Pero Saúl empezó a tener envidia de David, y empezó a darse cuenta de que David podía quitarle su trono, sin embargo a pesar de estas circunstancias David comprendía algo que muchos no saben que Dios no tenía, pero ansiaba tener, hombres que vivieran en la aflicción. Dios quería una vasija rota.

Capítulo 4

Saúl veía a David como una amenaza para su reino, llego a tanto que Saúl arrojó lanzas a David. El autor empieza con cuestionamientos respecto a lo sucedido como ¿Es posible que Saúl fuera el verdadero rey, incluso el ungido del Señor? ¿Es el ungido del Señor? Tal vez sí, tal vez no. Sólo Dios sabe.         

Capítulo 5

Dios lo que más busca son personas con un corazón quebrantado, rendido a Él, tiene personas que dicen estar quebrantados de corazón pero no lo están. Tiene hombres que son la autoridad de Dios, pero son insensatos, de corazón no quebrantado. Él posee muchas clases de personas, pero hombres quebrantados de corazón, casi absolutamente ninguno. Tal vez no exista muchos hombres así ya que para tener un corazón quebrantado deben sufrir mucha aflicción.
A medida que la envidia de Saúl crecía, David crecía en conocimiento. A pesar del carácter del Rey Saúl el Sí, era la autoridad escogida de Dios. Escogida para David. Autoridad de un corazón no quebrantado, sí. Más ordenada divinamente.         
Pero a pesar de eso David tomó aliento, se puso bajo las órdenes de Saúl su rey insensato.

Capítulo 6

Si alguien te tira una lanza, lo que se hace mayormente es esquivarla, volverla a tomar y devolvérsela a quien te la lanzo, al reaccionar así podremos ver que seremos una persona intrépida que defiende lo recto, se opone valientemente al mal, que no soporta la injusticia o el trato injusto. Es el defensor de la fe, guardián de la antorcha, Saúl posiblemente en veinte años de reinado ser convertirá en el más diestro lancero

Capítulo 7

David a diferencia de todos lo que devolverían la lanza si las tirasen a el, David no la arrojó de nuevo a Saúl, ni preparó su propia lanza para arrojársela. David hizo algo distinto. Lo único que hizo fue esquivarla. Ante todo David, tiene que simular que no ve las lanzas. Aun cuando vengan directamente contra él. En segundo lugar, tiene que aprender a esquivar rápidamente el golpe. Por último, tiene que aparentar que nada ha sucedido. Al actuar así David aprendió un secreto bien guardado. Descubrió tres principios que impidieron que lo hirieran las lanzas. Uno: No aprender nada acerca del arte elegante de la lanza. Dos: Apartarse de la compañía de todos los lanceros. Y tres: Mantener la boca  cerrada. Solo de esta manera, uno nunca será tocado por las lanzas, aun cuando le atraviesen el corazón.

Capítulo 8

A pesar de todo lo que vemos con respecto al Rey Saúl no podemos decir quién es el ungido del Señor y quién no lo es. Ningún hombre es lo suficientemente sabio como para descifrar este enigma.  Pudiera parecer fácil hacer responder, pero no lo es. Sobre todo cuando usted esquiva lanzas y se siente tentado a devolver el golpe y los demás lo animan a que lo haga. Cuando su opinión, su juicio, su lógica, su inteligencia y su sentido común están de acuerdo con eso. Pero recuerde que usted conoce solo la pregunta, no la respuesta. Nadie conoce la respuesta, excepto Dios.

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