Flores En El Atico Capitulo 7
Enviado por ergar.12 • 9 de Marzo de 2014 • 390 Palabras (2 Páginas) • 1.439 Visitas
Capitulo 7: “Minutos como horas”
Los días pasaban monótonamente, y ellos encerrados en la habitación, siempre la abuela entraba a la habitación e inmediatamente los niños se ponían firmes, con temor, y esperando a que la abuela solo dejara el cesto de comida y se fuera, y muy raramente les dirigía la palabra, pero cuando lo hacía, era para preguntarles si ya habían leído una página de la Biblia, todos los días, a eso de las seis de la tarde, la mamá siempre llegaba con nuevos regalos, juguetes y libros para sus hijos, de vez en cuando, la mamá les llevaba canapés a escondidas de la cena, para que los probaran. Llevaban ya dos semanas encerrados en la habitación, pero para ellos eran años, y la madre hacía lo posible para que su padre la perdonase, todos los días a las 10, los niños entraban al ático, ya que eras inmenso y se perdía el tiempo ahí, encontraban muchos libros, enciclopedias muy viejas, y de más cosas. Un domingo, empezó a atardecer y la madre no llegaba, se empezaron a preocupar y enojar, al final llegó pero mas tarde de lo normal, con ropa de marineros para los niños, eran las cinco de la tarde, y se baja a las siete a cenar, por lo cual le quedaba poco tiempo a la madre para estar con ellos, Cathy, algo enojada, le pregunto a su madre -¿Dónde has estado?- Ya estaban artos de estar ahí encerrados, la madre, con un poco de vergüenza se sentó en una silla y les contó algo que nunca les había dicho antes, les dijo que en la carta, que le mandó su madre, decía que los invitaba a vivir en su casa, junto co su padre, pero lo que nunca les dijo a los hijos, es que al final de la carta su papá había dejado una nota, el cual decía que estaba contento de que su esposo haya muerto, ya que pagó con Dios por haberse casado con su nieta, y que lo único bueno de ese matrimonio es que no habían tenido progenie del demonio. Lo que a esto refiere es que no habían tenido hijos del demonio. Pero los niños lo tomaron con calma, y siguió la esperanza de que el padre perdonara a su hija, para así tener parte de la herencia.
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