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Fuenteovejuna


Enviado por   •  28 de Enero de 2015  •  12.246 Palabras (49 Páginas)  •  244 Visitas

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Acto I

Salen el COMENDADOR, FLORES y ORTUÑO, criados.

COMENDADOR

¿Sabe el Maestre que estoy

en la villa?

FLORES

Ya lo sabe.

ORTUÑO

Está, con la edad, más grave.

COMENDADOR

¿Y sabe también que soy

Fernán Gómez de Guzmán? 5

FLORES

Es muchacho, no te asombre.

COMENDADOR

Cuando no sepa mi nombre,

¿no le sobra el que me dan

de Comendador Mayor?

ORTUÑO

No falta quien le aconseje 10

-fol. 263r-

que de ser cortés se aleje.

COMENDADOR

Conquistará poco amor.

Es llave la cortesía

para abrir la voluntad;

y para la enemistad 15

la necia descortesía.

ORTUÑO

Si supiese un descortés

cómo lo aborrecen todos

-y querrían de mil modos

poner la boca a sus pies-, 20

antes que serlo ninguno,

se dejaría morir.

FLORES

¡Qué cansado es de sufrir!

¡Qué áspero y qué importuno!

Llaman la descortesía 25

necedad en los iguales,

porque es entre desiguales

linaje de tiranía.

Aquí no te toca nada:

que un muchacho aún no ha llegado 30

a saber qué es ser amado.

COMENDADOR

La obligación de la espada

que se ciñó, el mismo día

que la cruz de Calatrava

le cubrió el pecho, bastaba 35

para aprender cortesía.

FLORES

Si te han puesto mal con él,

presto le conocerás.

ORTUÑO

Vuélvete, si en duda estás.

COMENDADOR

Quiero ver lo que hay en él. 40

(Sale el MAESTRE DE CALATRAVA y acompañamiento.)

MAESTRE

Perdonad, por vida mía,

Fernán Gómez de Guzmán;

que agora nueva me dan

que en la villa estáis.

COMENDADOR

Tenía

muy justa queja de vos; 45

que el amor y la crianza

me daban más confianza,

por ser, cual somos los dos,

vos Maestre en Calatrava,

yo vuestro Comendador 50

y muy vuestro servidor.

MAESTRE

Seguro, Fernando, estaba

de vuestra buena venida.

Quiero volveros a dar

los brazos.

COMENDADOR

Debéisme honrar,

55

que he puesto por vos la vida

entre diferencias tantas,

hasta suplir vuestra edad

el Pontífice.

MAESTRE

Es verdad.

Y por las señales santas 60

que a los dos cruzan el pecho,

que os lo pago en estimaros,

y como a mi padre honraros.

COMENDADOR

De vos estoy satisfecho.

MAESTRE

¿Qué hay de guerra por allá? 65

COMENDADOR

Estad atento, y sabréis

la obligación que tenéis.

MAESTRE

Decid que ya lo estoy, ya.

COMENDADOR

Gran maestre don Rodrigo

Téllez Girón, que a tan alto 70

lugar os trajo el valor

de aquel vuestro padre claro,

que, de ocho años, en vos

renunció su maestrazgo,

que después por más seguro 75

juraron y confirmaron

Reyes y Comendadores,

dando el Pontífice santo

Pío segundo sus bulas,

y después las suyas Paulo 80

para que don Juan Pacheco,

gran Maestre de Santiago,

fuese vuestro coadjutor:

ya que es muerto, y que os han dado

el gobierno sólo a vos, 85

aunque de tan pocos años,

advertid que es honra vuestra

seguir en aqueste caso

-fol. 263v-

la parte de vuestros deudos;

porque muerto Enrique cuarto, 90

quieren que al rey don Alonso

de Portugal, que ha heredado,

por su mujer, a Castilla,

obedezcan sus vasallos;

que aunque pretende lo mismo, 95

por Isabel, don Fernando,

gran príncipe de Aragón,

no con derecho tan claro

a vuestros deudos; que, en fin,

no presumen que hay engaño 100

en la sucesión de Juana,

a quien vuestro primo hermano

tiene agora en su poder.

Y así vengo a aconsejaros

que juntéis los caballeros 105

de Calatrava en Almagro,

y a Ciudad Real toméis,

que divide como paso

a Andalucía y Castilla,

para mirarlos a entrambos. 110

Poca gente es menester,

porque tiene por soldados

solamente sus vecinos

y algunos pocos hidalgos

que defienden a Isabel 115

y llaman Rey a Fernando.

Será bien que deis asombro,

Rodrigo, aunque niño, a cuantos

dicen que es grande esa cruz

para vuestros hombros flacos. 120

Mirad los condes de Urueña,

de quien venís, que mostrando

os están desde la fama

los laureles que ganaron;

los marqueses de Villena, 125

y otros capitanes, tantos,

que las alas de la fama

apenas pueden llevarlos.

Sacad esa blanca espada,

que habéis de hacer, peleando, 130

tan roja como la cruz;

porque no podré llamaros

Maestre de la cruz roja

que tenéis al pecho, en tanto

que tenéis la blanca espada; 135

que una al pecho y otra al lado,

entrambas han de ser rojas;

y vos, Girón soberano,

capa del templo inmortal

de vuestros claros pasados. 140

MAESTRE

Fernán Gómez, estad cierto

que en esta parcialidad,

porque veo que es verdad,

con mis deudos me concierto.

Y si importa, como paso 145

a Ciudad Real, mi intento,

veréis que como violento

rayo sus muros abraso.

No porque es muerto mi tío,

piensen de mis pocos años 150

los propios y los extraños

que murió con él mi brío.

Sacaré la blanca espada,

para que quede su luz

de la color de la cruz, 155

de roja sangre bañada.

Vos, ¿adónde residís?

¿Tenéis algunos soldados?

COMENDADOR

Pocos, pero mis criados;

que si dellos os servís, 160

pelearán como leones.

Ya veis que en Fuente Ovejuna

hay gente humilde, y alguna

no enseñada en escuadrones,

sino en campos y labranzas. 165

MAESTRE

...

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