Genero dramatico. Explicaciones de la Sirenita
Enviado por tetiagustina • 25 de Diciembre de 2020 • Apuntes • 1.416 Palabras (6 Páginas) • 381 Visitas
GÉNERO DRAMÁTICO
EL TEATRO
Explicaciones de la Sirenita
(Autora: Patricia Suárez)
Personajes: Sirenita; Vieja.
Una bañera. La Sirenita está dentro y, al lado, la Vieja en una banqueta.
SIRENITA. –¿Otra vez se lo tengo que decir? Esta es la número quichicienta: no soy un pescado.
VIEJA. –Quiero un chalet.
SIRENITA. –Señora: no soy el príncipe encantado vuelto pez. Se lo tengo dicho.
VIEJA. (La ignora). –No me gusta esta chocita de juncos. Quiero las paredes de la choza revestidas en mármol y aquí un tapiz de lana con un bordado de estrellitas.
SIRENITA. –¿Usted es sorda o qué?
VIEJA. –A mí, mi marido me dijo: “Isabel, me parece que saqué el pescadito de oro de nuevo. Aunque este es más charlatán que el otro. Y esta vez me avivé, querida, y no lo devolví al mar. Así lo tenemos acá encerradito en la bañera y le podemos pedir de todo…”.
SIRENITA. (Furiosa) –Eso se llama secuestro. Es un delito. Mi padre, que es el Rey del Mar, se va a enojar mucho cuando lo sepa.
VIEJA. –Quiero un departamentito en la ciudad.
SIRENITA. –Soy una sirena, ¡una si-re-na!¿Nunca oyó hablar de las sirenas?
VIEJA (Canturrea) –Las sirenas no existen. (Piensa un rato) ¡Ya sé! Quiero un palacio.
SIRENITA. –Esto me pasa por tonta. Yo nunca tendría que haber asomado la nariz del agua… Pasa que yo oí una voz cantar la canción que siempre canta Robertito el tritón: Este puente se cayó, se cayó, se cayó./ Este puente se cayó, sí señores./ Yo lo quise arreglar…/ Pero pesa un quintal…/ Uno nuevo hay que hacer…/ De oro y plata yo lo haré…/ Bajo el cielo brillará…/ Dos ciudades unirá…/ En la una manda un rey…/ En la otra un capitán…/ En el puente mando yo…
SIRENITA. –Yo le doy clases a Robertito. Desafina mucho él. No sabe solfear ni seguir el ritmo. Lo único que hace bien es bailar el twist. ¡Baila el twist mejor que la anguila eléctrica! Así que dijo: voy y le enseño bien a Robertito a entonar lo que está cantando…
VIEJA. –Quiero ser emperatriz.
SIRENITA. –Pero no era Robertito el tritón. Era su viejo marido. Y me tiró una red encoma porque creyó que era un atún. Eso es muy ofensivo… (Con profunda tristeza) Confundirme así, qué falta de respeto.
VIEJA. –Quiero ser una emperatriz y tener un ejército de criados que me den aire con abanicos de pluma y yo dormir todo el día panza arriba echada en una hamaca paraguaya.
SIRENITA. –Cuando se dio cuenta de que yo no era un atún ni un surubí tigre, me pidió disculpas. Yo le dije: “Está bien, buen hombre. No se haga problema”.
VIEJA. –Quiero una corte de papagayos que canten “La Marsellesa” todo el día…
SIRENITA. –¡Usted no sabe más que pedir!
VIEJA. –Quiero un coche bien largo y un chofer con uniforme. Haga el favor de concederme los pedidos.
SIRENITA. (Empieza a enojarse otra vez) –Ya le dije que no puedo. ¡Yo soy una sirena, no un mago! ¿No quiere que le saque una paloma de la galera también?
VIEJA. –¿Una paloma? Mejor un pollo al horno.
SIRENITA. –Su marido me engañó. Cuando me oyó hablar me dijo “¡Qué linda voz tiene!”. Y yo pensé que le hacía acordar a mi prima Arielle, la que un día pescaron y se fue y se hizo estrella de cine. Ahora vive en Hollywood, tiene una mansión allá. Y yo… yo…
VIEJA. –Yo quiero ser zarina.
SIRENITA. (Furiosa otra vez) –¡¡¡Y yo quiero ser estrella de cineeee!!! ¡Es mi vocación escondida!
VIEJA. –Yo quiero ser estrella de cine también.
SIRENITA. –Su marido me trajo acá diciéndome que él era representante de Arielle y que iba a hacer de mí una gran actriz… y mire… ¡Mire dónde estoy!
VIEJA. –Al pescadito de oro lo saqué yo del agua.
SIRENITA. –¡Oh!
VIEJA. –Sí, sí. A escondidas de mi marido, claro. Porque él es muy pedigüeño y yo soy bien tranquilita, ¿vio? Él enseguida lo hubiera atosigado al pescadito para que ganara su equipo de fútbol, que son unos pataduras que juegan como si la pelota fuera cuadrara… Pero yo, tan tímida… Apenas le pedí algunas cositas, porque son pocas las buenas cosas de la vida…
SIRENITA. –Me imagino: una pequeña mansión, un pequeño coche descapotable, una isla privada pero chiquita, una pequeña fortuna en el banco… ¿Y qué pasó?
VIEJA. –Entró mi marido, vio el pescado y se lo confundió con un lenguado… Era un lenguado, pero no era un lenguado común y corriente… y mi marido lo echó a la olla de agua caliente…
SIRENITA. –¡Qué horror!
VIEJA. –Sí. ¿Cómo se lo digo? Una desgracia (Con melancolía) Adiós a mis sueños de princesa, reina y emperatriz. Seguiré y seguiré en esta chocita de juncos… Y aquella noche nos comimos al pescado encantado… pobrecito, estaba tan rico.
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