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Grqatisstotal, Periodismo Fatal


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  1.838 Palabras (8 Páginas)  •  315 Visitas

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El periodismo vive tiempos convulsos. Una de las cuestiones que se debate es el acceso gratuito a los contenidos en la red. Es importante estudiar las posiciones adoptadas por diferentes sectores sociales, los intereses en torno a ellas y -lo más importante- sus consecuencias en los contenidos. Por Pascual Serrano / Periodista y escritor, autor del libro La comunicación jibarizada (Península).

Como las grandes empresas estaban molestas e inquietas porque se veían obligadas a ofrecer sus contenidos gratuitos en Internet si querían que se leyeran y la población lograba a través de la red barra libre para leer todos los periódicos y revistas, la izquierda llegó a la conclusión que eso era bueno, de que estábamos ante un avance en la democratización de la información y el acceso libre a la cultura. Esa postura era también apoyada por otro sector social que desde una absoluta ausencia de ideología se sumó a las tesis de la izquierda porque esgrimían una coartada a favor de la gratuidad. Olvidan algunos detalles:

-Que la información que se adquiere aparentemente gratis en Internet no lo es del todo. Hay que pagar un equipo informático que va desde el ordenador al iPad, la tablet, el smartphone, la PDA y una lista interminable de artilugios con sus correspondientes gastos en software, antivirus, etc. A ello hay que añadir el coste de la conexión a Internet, vía ADSL, módem USB…

-Que al no pagar los contenidos informativos, su valor procede de la intencionalidad oculta de esos contenidos y no de la información que nos proporcionan. De esta forma, son las fuentes interesadas las que ocupan el lugar del profesional que cobraba por su trabajo. Un ejemplo es el caso del Huffington Post, donde los columnistas no cobran, según argumenta el medio, porque escribir les proporciona una visibilidad que les resulta beneficiosa. Esa “visibilidad” no es otra cosa que la promoción de una determinada ideología, imagen o interés. De ahí que el columnista del Huffington Post sea el político que promueve su partido o iniciativa, el escritor que promociona su libro o el activista que hace apología de una causa. Por supuesto es lícito que lo hagan, pero el valor informativo y la profesionalidad periodística desaparecen, no se puede calificar ese fenómeno de libre circulación de la información.

-Que algunos sectores empresariales se están haciendo ricos con esta nueva forma de “información gratuita”: empresas de telecomunicaciones, de informática, de software (Microsoft), buscadores de Internet, las empresas de las redes sociales, puesto que desde ellas los usuarios vinculan las informaciones…

-Que muchas Administraciones están desviando presupuestos y gasto público hacia estas nuevas tecnologías en detrimento de los soportes culturales tradicionales que también proporcionaban un acceso gratuito a la información: suscripciones a periódicos y revistas en las bibliotecas públicas o programación de obras de teatro, por ejemplo.

Publicidad y contenidos

La idea de una información gratuita no implica un concepto social progresista como sucede con la de una sanidad o una educación públicas. Estos últimos servicios no son gratis, son financiados por la comunidad en lugar de por el individuo, los paga el Estado para evitar que los sectores menos pudientes se vean discriminados. Su prestación pública no supone que dejen de llegar fondos económicos a esos campos para que funcionen de forma adecuada y se remunere adecuadamente a sus profesionales, al contrario, se les garantiza una mayor estabilidad laboral e independencia profesional.

Para que el periodismo y la información existan solo puede haber tres vías de financiación: los usuarios, el Estado o los anunciantes (directos o diferidos), no hay otras. Con el modelo gratuito en auge, y con el aplauso de los sectores de izquierda, se renuncia a la primera vía -la del público- y a la del Estado, casi nadie pide más presupuesto público para apoyar a la prensa no comercial o desarrollar los medios estatales, la mayoría de los partidos y la ciudadanía lo interpreta como gasto en propaganda política gubernamental. De modo que solo nos queda la tercera opción: los anunciantes o la inyección de fondos procedentes de sectores empresariales que estén dispuestos a perder dinero a cambio de lograr influencia ideológica. Noam Chomsky y Edward S. Herman recuerdan en su obra Los guardianes de la libertad que la incorporación de la publicidad en el siglo XIX actuó como “un poderoso mecanismo debilitador de la prensa de la clase obrera” en la medida en que los periódicos de la derecha lograron un mayor acceso a los anunciantes empresariales por su sintonía ideológica, lo que permitió bajar el precio de los ejemplares, aumentar la tirada y los beneficios y destinar más recursos a las mejores tecnológicas y la difusión. Si los periódicos actuales consiguen la mitad de sus ingresos de la publicidad, con la difusión gratuita por Internet ya todo el ingreso procede de las empresas que se publicitan, lo que convierte a estas compañías en los árbitros que deciden quién sobrevivirá y quién no, y qué deben publicar para seguir logrando el favor de esos anunciantes.

Periodistas en una rueda de prensa. Foto / Mario Rojas.

Periodistas en una rueda de prensa. Foto / Mario Rojas.

Como resultado de todo lo anterior lo valioso ya no es la información, sino las audiencias. Lo que se cotiza no es la calidad de la información, sino las cifras de lectores o espectadores que tiene un medio. Si nos fijamos bien, comprobaremos que lo que venden los medios no es buen contenido informativo, ellos venden audiencias, nos venden a nosotros a las agencias de prensa. Una cadena de televisión ofrece anuncios de 20 segundos

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