Génesis En América Latina Francois-Xavier Guerra
Enviado por josephdoch • 2 de Julio de 2011 • 1.666 Palabras (7 Páginas) • 1.892 Visitas
EL SOBERANO Y SU REINO
Reflexiones sobre la génesis en América Latina Francois-Xavier Guerra
Francois Xavier Guerra, partiendo del binomio ciudadano y Nación, nos muestra la evolución histórica del “significante”1 ciudadano y nación respectivos en relación o en oposición al monarca absoluto: la nación, como soberanía colectiva que remplaza la figura del rey; el ciudadano como elemento constituyente del nuevo soberano.
Siendo la sociedad un proceso constructivo en la historia de la humanidad, lo que Lacan llama el orden simbólico, ciudadanía y nación son componentes conceptuales que se configuran en favor de una clase dominante, esto a partir de las relaciones de poder inherentes en la sociedad política. Con respecto a ciudadanía Francois Xavier nos dice: “Ser ciudadano no es algo “natural”, sino el resultado de un proceso cultural en la historia personal de cada uno y en la colectiva de una sociedad”. Es así, la sociedad como proceso cultural de colectividades y los individuos como elementos constitutivos de este proceso, se configuran relaciones sociales fundadas en la propiedad privada y, para ello es necesario el control del poder político legitimada por la historia, la costumbre o la religión.
PRIORIDAD Y PRIMACIA DE LA NACIÓN
En este apartado, Francois Xavier manifiesta que la cuestión del ciudadano no es prioritaria ni central en las primeras fases de las revoluciones hispánicas, porque lo que va dominar al principio son los problemas de soberanía, representación y nación; es decir temas que conciernen más a la colectividad que al individuo, esta diferencia se debe a una diferencia importante: “mientras que en Francia se trata de la afirmación interna de la soberanía, la nación frente al rey, en el mundo hispánico la nación se afirma primero contra un adversario externo”. La invasión de la tropas de Napoleon a España produjo un conjunto de cambios en las estructuras “estáticas” del antiguo régimen, esto trajo una suerte de repensar la política, las relaciones de poder, la legitimidad y las variaciones semánticas en el lenguaje, a partir de estos cambios en España se piensa en la idea de nación en la que el individuo actúa como miembro de un grupo, y que la jerarquía se consideraba como constitutiva del orden social, distinta a la concepción moderna, en donde la sociedad es una asociación voluntaria de individuos iguales, regidas por autoridades que la sociedad elige y reconoce.
Por otro lado la definición de nación va provocar el enfrentamiento entre españoles y americanos, llegando a la desintegración de la monarquía. “Las diferencias entre españoles y americanos se da en la forma como conciben la nación, los primeros imaginan a la nación como unitaria y los segundos, como plural, como un conjunto de pueblos, reinos, provincias y ciudades”. En la práctica política y al principio también en los textos constitucionales se tiene a que concebir a la nación como surgida no tanto de contrato entre individuos sino de un pacto entre pueblos y, por tanto se desprende en considerar a los representantes como procuradores de ellos.
Se sitúa la constante demanda americana de igualdad entre los continentes, tal como se manifiesta, por un lado, en la reivindicación de los americanos de constituir juntas de gobierno análogas a las españolas y, por otro, en el combate, por la igualdad de representación en las instituciones centrales de la monarquía. Lo mismo pasó a partir de 1810 en las Cortes de Cadiz, en las discusiones sobre la futura constitución, las principales divergencias entre diputados españoles y americanos siguen remitiéndose a estas dos concepciones de nación. Incluso cuando se parece discutirse sobre los derechos individuales, por ejemplo, sobre los derechos de las castas a la ciudadanía y lo que sigue siendo fundamental es la reivindicación de la igualdad de representación entre los continentes y la justa representación de las provincias.
Los americanos reasumen la soberanía y constituyen juntas de gobierno en 1809 y 1810, esta soberanía no remite a los componentes individuales de una nación, sino al cuerpo político de una ciudad, congregado en juntas o en cabildos abiertos. Disuelta la nación española por la ausencia de un gobierno central legítimo, los pueblos, convertidos en verdaderas ciudades estados son el punto de partida para construir la nación. Esto no podrá hacerse más que por pactos y negociación entre los estados o cuerpos políticos. Para que una autoridad sea legitima entre las ciudades debe hacerse en el seno de ellas mismas, y ser una obra de sus propias manos.
¿CIUDADANO O VECINO?
Una buena manera de evitar los anacronismos es intentar desentrañar la poligamia de un término que, entonces como ahora, servía para designar tanto al ciudadano de la Antigüedad o de las ciudades del Antiguo Régimen como el moderno.
La diferencia que hace Arguelles entre el ciudadano del Antiguo Régimen --el vecino-- y el ciudadano moderno es totalmente pertinente en el plano de los principios; pero cabe preguntarse si la ruptura entre la antigua concepción y la nueva es ya un hecho o se trata más bien
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