Iliada: Una Epopeya Diferente
Enviado por Brenmelero • 17 de Junio de 2013 • 6.447 Palabras (26 Páginas) • 449 Visitas
I. ILÍADA, UNA EPOPEYA DIFERENTE
Los habitantes primitivos de Grecia, los pueblos de las civilizaciones minoica y micénica, poseían una literatura oral compuesta en su mayor parte por, canciones referentes a actos bélicos, las cosechas y los ritos funerarios. Los helenos se apropiaron de dichas canciones, en el segundo milenio a. C. y, aunque no quedan restos de la existencia de estos textos, el arte posterior de los aedos ( poetas cantores ), que celebraron las acciones de los héroes se desarrolló a partir de ellos.
La épica griega alcanzó su cima con Ilíada y con Odisea, ambas obras atribuidas a Homero por la tradición, pero que seguramente son el fruto de un trabajo en común de varios autores que se dedicaron a recopilar y a dar forma a la tradición anterior. Estos poemas divididos en cantos, están escritos en dialecto jónico aunque una pequeña parte del léxico pertenece al eólico. La obra de Homero mantuvo una tradición oral de más de 400 años.
La crítica textual contemporánea, ha establecido, que varias de las obras atribuidas, en un principio a Homero, son de una composición posterior. Las más tempranas son los llamados Himnos Homéricos, fechados entre el 700 y el 400 a. C.
A pesar de no estar clara la autoría de los textos, los datos lingüísticos e históricos de que disponemos, nos permiten suponer que los poemas fueron escritos en los asentamientos griegos de la costa oeste de Asia Menor, hacia el siglo VIII a. C.
Ilíada y Odisea narran hechos legendarios ambientados en una época muy anterior al tiempo en que fueron compuestas.
La Ilíada es un poema épico en torno a la legendaria guerra de Troya, situado en el último año del conflicto, que constituye el telón de fondo de su trama.
El tema inmediato de la obra es el enfrentamiento entre Agamenón y Aquiles y sus consecuencias, enmarcado dentro de otra acción más general que es el asedio a Troya.
Lo que Jacqueline de Romilly destaca es el sorprendente tratamiento que Homero da a los personajes, en sus descripciones, al contrario que en otros poemas épicos, estos aparecen dotados tan solo de rasgos fundamentales y plenamente humanos, lo que hace que lectores de todas las épocas y lugares puedan sentirse identificados con los protagonistas de esta epopeya.
Llama así mismo la atención el hecho de que las acciones de estos personajes no son sometidas a ningún tipo de juicio sino que por el contrario solo se expresan los sentimientos humanos más esenciales de la forma más desnuda posible.
En el Canto I se presenta la cólera de Aquiles, motivada por la pérdida de su esclava Briseida, arrebatada por Agamenón tras haber perdido este a la suya ( Criseida, esta fue devuelta a su padre ya que este era sacerdote de Apolo e hizo caer la peste sobre el campamento aqueo ).
Aquiles, ofendido, pide ayuda a Tetis ( su madre ), quien logra de Zeus la promesa de vengar la ofensa que Agamenón a infringido a su hijo haciendo que el bando griego pierda en el campo de batalla.
Hay que señalar, que la retirada de Aquiles de la guerra no supone inmediatamente una derrota de los helenos. El Aquiles que aparece retratado en Ilíada no posee armadura mágica ni es invulnerable, a pesar de ser descendiente de dioses solo cuenta con medios de carácter humano.
Como siempre Homero centra su universo en el hombre y en sus propias capacidades.
La promesa hecha por Zeus no se cumplirá hasta el Canto XI, y mientras tanto tendrán lugar diversos acontecimientos; revistas de tropas, proezas de caudillos griegos y troyanos, escenas en el palacio, entre estas últimas cabe destacar la despedida de Héctor y Andrómaca en el Canto VI, esta es sin duda una de las escenas más conmovedoras de Ilíada, cuya simplificación de líneas no impide en absoluto que el texto sea concreto, vivo y matizado.
Como ya adelantábamos antes, no sería hasta el Canto XI cuando Agamenón enviaría una embajada a Aquiles para rogarle que vuelva al combate, pero este se niega.
En los Cantos siguientes alternan las victorias griegas y troyanas de acuerdo con la intervención de los diferentes dioses, hay que señalar que en esta epopeya, los dioses solo aparecen representados de dos formas: como soplos de aire ( cuando quiere plasmar la sensación de velocidad ) o como humanos, una vez más Homero nos deja claro que el universo en que se desarrolla el relato es plenamente antropocéntrico.
Por fin en el Canto XVI, Aquiles permite a Patroclo intervenir en la batalla y le presta su armadura, este logra alejar a los troyanos de las naves aqueas ocasionando una gran matanza de enemigos, pero finalmente cae en manos de Héctor ( hijo de Príamo, el rey troyano ) que le da muerte con ayuda del dios Apolo.
Cuando Aquiles se entera de la muerte de Patroclo, en el Canto XVIII, desesperado decide volver al combate. Así se llega al punto culminante de la acción, que es la muerte de Héctor a manos de Aquiles, que haciendo caso omiso de las advertencias de Tetis, toma una vez más las riendas de su destino, asumiendo que si mata a Héctor también su muerte estará próxima.
En el Canto XXIII se narran los funerales de Patroclo y los juegos fúnebres celebrados en su honor.
La obra termina en el Canto XXIV donde el rey Príamo se despoja de toda su majestad para invocar como padre la piedad de Aquiles, para que este le devuelva el cadáver de su hijo.
Aquiles apiadado del anciano le devuelve el cuerpo de Héctor.
Es importante destacar, que ninguna otra epopeya termina con semejante acto de solidaridad entre dos miembros de bandos opuestos, poniendo de nuevo en relieve los rasgos humanos de este primera epopeya.
II. A PROPÓSITO DE TRES VERSOS DE PÍNDARO.
Píndaro es el segundo gran poeta que Beocia ofreció a los griegos. Como artista, se encuentra entre otras tradiciones distintas a las de Hesíodo, y en sus vinculaciones sociales está muy alejado de este; pero allí donde reconocemos con más pureza su naturaleza poética, también se hace visible lo que le relaciona con el autor de la Teogonía: la seriedad incondicional de una religiosidad que abarca todas las manifestaciones, y la brusquedad de su expresión, que renuncia a todo compromiso.
Nació en Cinoscéfalas, una población perteneciente a Tebas. El propio gran devoto del dios délfico relata que esto ocurrió en tiempos de las Fiestas Píticas. Estas podían ser las de 522 ó 518, puesto que, con leve inexactitud, los antiguos designaban la invasión de Jerjes como época de apogeo de su vida, es decir de sus cuarenta años.
La poesía de Píndaro le puso en contacto con muchos centros políticos y con la
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