LA RECUPERACIÓN DE LA AUTORIDAD.
Enviado por Naomi Valero • 29 de Noviembre de 2016 • Ensayo • 2.621 Palabras (11 Páginas) • 209 Visitas
LA RECUPERACIÓN DE LA AUTORIDAD:
Este libro trata de que las naciones desarrolladas piden una vuelta de la autoridad: “un rearme jurídico y moral”. Educación permisiva o indulgente: no impone nada, evita castigos, normas, rebaja la exigencia académica. Hasta hace poco tiempo la obediencia ha sido la virtud más importante, ahora los ideales son de la autonomía y de la libertad. Se favorece la rebeldía. “PROHIBIDO PROHIBIR”, es una contradicción pero muy cierta. Nostalgia indefinida de la autoridad. Qué significa autoridad: mérito. La cultura en que vivimos desprecia el mérito y Autoridad es una palabra que proviene de la raíz indoeuropea aug, que designa la fuerza, en concreto la fuerza de los dioses. Existen dos tipos de poder: el de la fuerza (imperium) y el de convicción, basado en el saber. Ejemplo: el Consejo de Estado, un órgano consultivo que juzga los proyectos de ley con la autoridad de su saber. “El poder puede utilizar la coacción, y la autoridad no”. Potestas: poder legítimo, la legitimidad siempre se refiere a una esfera trascendente. Legitimidad es la necesidad de un poder, o su conveniencia, para alcanzar fines importantes del ser humano, las auctoritas no son posibles sin las potestas pero las dos se necesitan mutuamente para funcionar.
La única legitimación verdadera es la ética, porque se encarga de señalar los objetivos fundamentales de la humanidad. Ha cambiado el significado de la dignidad, que se posee por el hecho de ser persona. “La legitimidad, la dignidad de una institución no depende del poder, sino de su valor intrínseco, ético, lo que le proporciona un aura simbólica de autoridad”. Las instituciones autorizan, dan permiso para ejercer un poder conferido, por eso se dice que son “autoridades”. El docente recibe su autoridad y la autorización de la sociedad. La autoridad personal, otro tipo de autoridad, se conquista por méritos propios, es “un poder legítimo, personal, ganado por el propio esfuerzo, y que no usa medios coactivos para imponerse”. Es una autoridad merecida que no pretende imponerse, sino que influye al manifestar su excelencia. “Una sociedad que no quiere admitir las diferencias en mérito, que defiende un igualitarismo miope o resentido, no puede reconocer ningún tipo de autoridad personal”. Las culturas clásicas se basaban en el mérito, mantenían una desigualdad básica, una injusticia.
Hoy en día aceptamos que todos los seres humanos somos iguales en dignidad pero de ahí no puede derivarse la deslegitimación del mérito. Hay que admitir que un deber que nos iguala a todos es “merecer lo que recibimos sin mérito alguno”. Del refrán “Nobleza obliga”, habría que pasar a “Dignidad obliga”, como nos dice el autor. La autoridad conseguida, o merecida, opta a el poder conferido. “La autoridad es la irradiación de la excelencia personal en una relación social. Puede suceder por ello que en una organización, alguien que carece de poder formal ejerza una gran influencia por su valor personal”. La excelencia es un factor importante para la convivencia, porque permite mejorar el poder legítimo y enfrentarse con el poder ilegítimo: es un dinamismo del progreso. Toda posición de poder debe ir acompañada de autoridad merecida, por eso estamos comprometidos con la búsqueda de lo excelente. Tenemos una dignidad innata, por el hecho de existir, por pertenecer a la especie humana, y tenemos el deber de adquirir una dignidad personal mediante nuestro comportamiento.
Por lo tanto el poder y autoridad se divide en poder legítimo, que es el que actúa mediante coacción (potestad) y mediante convicción, es decir la autoridad recibida y merecida, y el poder legítimo, que actúa mediante coacción (tiranía) y mediante convección (seducción). Seguimos con la sociedad permisiva que afirma la libertad como valor supremo y los derechos como su “brazo armado”. Hay que comprender qué estructura invisible está en la base de nuestras preferencias, de lo que hacemos. Qué sentido tienen fenómenos aparentemente aislados. Uno de estos sistemas está originando nuestra actitud ante la autoridad, el rechazo y la nostalgia, y ante la permisividad – euforia y miedo-. Deriva de la crisis de los modelos éticos y sociales basados en la desigualdad. Y estos elementos nos han llevado a esta descalificación:
1) Rechazo del argumento de autoridad: Aceptación de las autoridades. Aceptar una verdad revelada. La autoridad desaparece porque se debilitan la religión y la tradición. La argumentación racional va en contra del argumento de autoridad. La autoridad se muestra e influye por la evidencia de su valor.
2) Rechazo de la tradición: La modernidad ha cortado la relación con el pasado. “Puesto que el pasado no ilumina ya el porvenir, el espíritu marcha en tinieblas”. En nuestra época no parece que la modernidad y la tradición sean compatibles, pero tenemos que aceptarla.
3) La crisis de las instituciones: La historia del siglo XX es triste. En la primera mitad del siglo el poder es autoridad para ejercer un autoritarismo brutal. Al unir el poder con una falsa legitimación aparece siempre un poder autoritario y por eso hay que someter a crítica radical las legitimaciones. Esto ha creado una desconfianza generalizada contra el poder político, aparece la desconfianza. La autoridad siempre hacía referencia a un mundo trascendente “ Dios, naturaleza y tradición”. Al debilitarse estas instancias la autoridad se hace frágil. Todas son frágiles hoy día. La democracia es un antídoto contra la tiranía, pero de una forma u otra desprestigia también las instituciones. Adquirir autoridad en una democracia es un trabajo abrumador. Las instituciones son el precipitado de la experiencia de la humanidad. Una inteligencia social crítica es capaz de aceptar y de rechazar lo recibido.
4) El rechazo a la virtud de la obediencia: Desde la Edad Media el objetivo principal de la educación es fomentar la obediencia y la docilidad. Romper la voluntad del niño. En la modernidad la libertad es el gran derecho, según el autor, la libertad en nuestros días es el gran deber. La conclusión de su estudio es: “El niño aprende a ser libre obedeciendo”.
5) El predominio de los derechos sobre los deberes: En la sociedad tradicional se mantenía una relación de obligación, los derechos provenían del monarca. La “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” consagra los derechos subjetivos, que también debía respetar el rey, pero no hicieron una declaración de deberes, porque el nuevo régimen debía fundarse en los derechos constituyentes de la dignidad humana. El deber ya no pertenecía a la naturaleza humana, sino que era resultado de los derechos reconocidos, se instauran derechos naturales. Aparece la sociedad postmoralista. El deber moderado se rechaza. “El código genético de las democracias modernas es un ética universal laica”. El monarca absoluto es sustituido por el individuo absoluto.
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