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LAS SIETE LAMPARAS D E LA ARQUITECTURA


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2017  •  Ensayo  •  2.350 Palabras (10 Páginas)  •  1.649 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE QUERETARO

FACULTAD DE INGENIERIA - LICENCIATURA EN ARQUITECTURA

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Las Siete lámparas de la Arquitectura”

JOHN RUSKIN

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RESEÑA

HISTORIA DE LA ARQUITECTURA IV

M.A.A. Guillermo Iván López Domínguez

José Andrés Chama Avilés

Expediente 255116

El escritor y sociólogo John Ruskin nos presenta Las siete Lámparas de la Arquitectura, donde analiza la importancia religiosa, moral, económica y política de la arquitectura. Este libro está dividido en 7 capítulos denominados como lámparas porque nos iluminan como la verdad: sacrificio, verdad, poder, belleza, vida, memoria y obediencia, que son valores y aspectos esenciales para la arquitectura vista por Ruskin. Pienso que él nos muestra a manera de lámparas las características que debe de poseer una obra arquitectónica para considerarse arquitectura real, ya que son una serie de principios estudiados que deben ilustrar al proyectista para lograr hacer de su arquitectura, digna de llamarse obra de arte.

La lámpara del sacrificio

Se inicia el capítulo definiendo la arquitectura que es el arte que dispone y adorna los edificios de modo que estos contribuyan a la salud mental y placer del hombre que lo admira, toda arquitectura tiene un peso espiritual y no meramente un servicio material al hombre. Además, divide las obras arquitectónicas en 5 tipos según el objetivo de la obra: piadosa (que incluye todas las construcciones erigidas en honor o servicio de Dios), conmemorativa (que incluye monumentos y tumbas), civil (que incluye todos los edificios levantados por sociedades para diversión y asuntos corrientes), militar (que incluye toda la arquitectura de defensa), domestica (que incluye toda categoría y tipo de vivienda). Ruskin establece que el sacrificio es un regalo u ofrenda que se le hace a Dios, y pone en dilema el escoger objetos sublimes y de la mejor calidad en su género para estos objetos; “Nunca ofreceré al Señor mi dios de lo que no me cuesta nada”, con esto nos dice que cualesquiera que sean las ofrendas que decidamos presentar a Dios hoy como en el pasado, su aceptación y recompensa dependerá de esta idea.

Con respecto a la Arquitectura, no es una cuestión de cuanto debemos hacer, sino de lo que debe hacerse, para llegar a ser buen arquitecto, tienes que trabajar hacia el más alto reto, ya que nadie es tan buen arquitecto como para trabajar por debajo de sus posibilidades. No se trata de cuanto es lo que haremos, sino como lo haremos, esto es que debemos concentrarnos en hacer bien las cosas y no pensar tanto en cuanto nos costara; para tener un buen proyecto no se trata de construir mal con un material de gran calidad, sino construir con un material de un grado inferior pero hacer el mejor y más completo trabajo posible, por ejemplo no se tiene que llenar de capiteles de piedra maciza y gastar en el mejor escultor, sino de hacerlos lucir, con buena mano de obra y buen material. A la vez los arquitectos deben saber mediar y si tenemos algo bueno, por muy poca cosa que sea. Es mejor una obra inconclusa que mal terminada.

La lámpara de la verdad

La verdad es uno de los elementos fundamentales en la vida. En la arquitectura son posibles las violaciones de la verdad; la falsedad respecto a la naturaleza del material o la cantidad de trabajo, lo que se hace ver indigno de un arquitecto, porque aunque no seamos capaces posiblemente de dominar una arquitectura buena o hermosa o creativa, si podemos dominar una arquitectura honesta. Ruskin divide las mentiras arquitectónicas en tres categorías: La insinuación de un tipo de estructura o soporte que no es el verdadero, como en los medallones de las techumbres del gótico tardío; el pintar superficies para representar un material que no es el que en realidad hay (como la marmoración de la madera), o la representación engañosa de ornamentos esculpidos sobre ellos; y el empleo de ornamentos de cualquier tipo, hecho a máquina o moldeados.

Engaños estructurales: que se refieren a la insinuación decidida e intencionada de un modo de apoyo que no es el verdadero, y aunque el arquitecto no está obligado a exponer la estructura, el edificio será mucho más noble cuando descubre a la mirada inteligente dos grandes secretos de su estructura, como lo hace una forma animal, aunque se puedan ocultar al observador descuidado. En este tipo de engaño también abarca la creación de estructuras que tendrían, o dicen tener una función sin tener ninguna.

Engaños de superficie: que se define como la inducción de la creencia en alguna forma o material que en realidad no existe; como el frecuente pintado de la madera para representar mármol, o el pintado de adornos en falso relieve, etc. Este engaño incluye la sustitución de la obra manual por la maquina o el molde, que conocemos como el engaño de fabricación.

Si para lograr una idea por muy bella que sea se recurre al fraude no tendrá el mismo valor, al contrario, se quedara oculta debido a su falsedad. Se debe tomar en cuenta que no es lo más indicado utilizar colores o elementos llamativos en una edificación ya que lo que realmente da el crédito es que con el tiempo, todas esas cosas se desgastan y dejan al descubierto lo que es por dentro, el material simple con el que se construyó, por eso este libro menciona que el verdadero color de la arquitectura es la piedra natural ya que esta jamás se deslavara, es duradera.

Esta lámpara ha de iluminar a la Arquitectura frente a dos tipos de engaños: los de tipo estructural, donde la estructura no cumple su función; y los de la textura, donde los materiales no pueden aparentar ser otros.

La lámpara del Poder

Para Ruskin las obras de arquitectura que nos han impresionado muy favorablemente, se dividen en dos grandes categorías: una se caracteriza por un preciosismo y una delicadeza, a los que veremos con una sensación asombro; y la otra por una majestuosidad y misterio, como la que sentimos ante la presencia de un poder espiritual. La diferencia entre estas dos clases de edificación no es la que existe en la naturaleza entre las cosas hermosas y las sublimes,  pues cuanto hay en la arquitectura de justo y hermoso es imitación de formas naturales; y lo que no lo es, y su dignidad depende de la presencia que recibe de la mente humana, se convierte en expresión del poder de esa mente y el poder expresado le da sublimidad.

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