La Educacion Sexual De Niñas Y Niños
Enviado por maribelcastano • 8 de Febrero de 2014 • 444 Palabras (2 Páginas) • 190 Visitas
Sabemos si alguien es de un sexo u otro por su cuerpo. No sólo por sus genitales u otro tipo
de signo externo. Las células de los cuerpos femeninos tienen cromosomas XX (a excepción de las
reproductoras que son sólo X) y las de los cuerpos masculinos tienen cromosomas XY (a excepción
de las reproductoras, que son sólo X o sólo Y). O sea, unos labios, unos hombros o unas rodillas, son
labios, hombros o rodillas de hombre o de mujer.
El sexo, ser hombre o ser mujer, es un significante al que se le puede dar infinitos significados.
Hombres y mujeres podemos hacer cosas diversas sin que por ello dejemos de pertenecer a nuestro
sexo. Hay, por tanto, infinitas maneras de ser de uno y de otro sexo.
Cada momento histórico y cada contexto cultural han creado significados diversos para la
masculinidad y para la feminidad. Unas veces, estos significados han permitido una mayor libertad,
otras veces, en cambio, han supuesto una mayor restricción. Las actitudes, tareas, formas de vestiro juegos que se consideran propios o impropios para uno u otro sexo han ido variando a lo largo de
la historia. Por ejemplo: hace apenas un siglo, ejercer determinadas profesiones o pasear sola por la
calle eran actividades vetadas para las mujeres y, sin embargo, hoy en día son realizadas por ellas
de forma habitual.
Cuando una mujer o un hombre muestra sus deseos de realizar algo que, en un momento dado
de la historia, se considera inapropiado o, en el mejor de los casos, extravagante para su sexo, abre
la posibilidad de erradicar esa restricción. Por ejemplo, el deseo de estudiar por parte de algunas
mujeres posibilitó que, en la actualidad, los centros educativos estén abiertos para ellas, que su participación
en los mismos sea incuestionable y que su presencia sea mayoritaria en las universidades
de nuestro país.
Ser de un sexo u otro tiene que ver, por tanto, con el cuerpo y no con las actitudes o actividades
que un ser humano desarrolla. Un niño que juega a ‘las casitas’ es tan niño como otro al que
le gusta más jugar al fútbol. Una niña que a menudo usa pantalones es tan niña como otra a la que
le encantan las faldas y los adornos. Ni este niño está desarrollando su parte femenina ni esta niña
su parte masculina, simplemente asumen como propio lo que, desde el patriarcado, se ha dicho que
no compete a su sexo.
Cuando una niña o un niño reconocen y expresan su propio deseo, cuando buscan el modo de
llevarlo a cabo en el contexto histórico, cultural y/o familiar que les toca vivir, están dando significados
propios a su sexo sin dejarse llevar por caricaturas impuestas. Sólo así es posible estar a gusto
en el propio cuerpo, en el propio sexo, en la propia piel.
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