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La Subida Al Monte Humanistico


Enviado por   •  14 de Mayo de 2012  •  2.171 Palabras (9 Páginas)  •  545 Visitas

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xLA SUBIDA AL MONTE HUMANÍSTICO:

Reseña Crítica a propósito de “La Tarea de Educar” de Josep Mª Puig Rovira

Por: Jhon Fredy Maldonado Ruiz

El relato oral es una manera de expresión y configuración del complejo proceso biográfico de (re)creación del yo donde el procesamiento de las entrevistas se inserta en una dialéctica de interpretaciones: la propia del narrador y la del investigador que discierne esos materiales (Argüello, 2011, pp. 27 - 28)

San Juan de la Cruz escribe:

En una noche oscura

con ansías, en amores inflamada,

¡ho dichosa ventura!

salí sin ser notada

estando ya mi casa sosegada (2006)

Lo hace para referirse al inicio de su empresa de ascender al Monte Carmelo, analogía perfecta de la subida del ser humano hacia Dios. Tomaremos esta figura para representar en nuestro trabajo los planteamientos de Joseph Mª Puig Rovira (2006) con respecto a “La Tarea de Educar”. Donde, a nuestra manera de ver, se plantea el encumbramiento progresivo de la persona, mediante la educación en valores, desde su cotidianeidad.

Salir de casa, en la penumbra de la noche:

De esta manera, en esta noche oscura de la ignorancia, llenos de ansías por conocer más y mejor sobre la educación – actitud por demás natural del hombre, según el estagirita –, caminamos saliendo hacia y desde las imágenes presentadas por Puig Rovira. Quien desarrolla su escrito en seis títulos: Para empezar; I. Propósitos y preparación; II. Organización y seguridad; III. Relación y rutinas; IV. Individuo y comunidad; V. Trabajo y convivencia; y VI. Final y continuidad.

En aquellos numerales nuestro autor “Para Empezar”, contextualiza al lector, comentando que su tarea no es la del solitario Cid, sino el fruto de un esfuerzo comunitario, pues:

Equivale a un espejismo pensar que alguien es el autor de pies a cabeza de una obra. La autoría es siempre compartida […], todo trabajo debe ideas, ayudas, críticas y ánimos de muchas personas (2006, p. 7)

Y como tal, el texto es resultado de la experiencia vivida-compartida en el trabajo de una maestra, María Altibirra, con sus estudiantes de cuarto grado de primaria de la escuela Sant Miquel de Cornellà de Llobregat (Barcelona)

Luego, en sus “Propósitos y Preparación”, se dedica a explicar las ideas rectoras de la investigación. Para ello ofrece especial cuidado a tres preguntas:

¿Por qué estudiar la educación moral en una clase de primaria? ¿por qué hacerlo con un metodología que se inscribe en una tradición etnográfica? Y ¿por qué presentar los resultados de una forma más narrativa que teórica? (2006, p. 9)

En este marco, el primer cuestionamiento lo orienta a mostrar cuál es el conocimiento respaldado por la idea de que la moral se aprende en todas partes y en el día a día de una clase. Así, en el segundo interrogante, se enfoca a saber cómo es el día a día de la educación moral en la escuela desde la observación directa, puesto que si la realidad cotidiana del día a día puede hablarnos más que las ideas que se manejan, observarla nos permitirá mejorar las teorías y también las prácticas (2006, p. 15) Por último, argumenta que se presentan los resultado de una forma más narrativa que teórica en razón a la necesidad de enseñar y aprender, de una manera análoga, los avances de los maestros mayores. Pues, antes de someter a prueba las ideas preconcebidas y de emprender nuevos estudios conceptuales, resulta prioritario fijar los hechos […], para poder posteriormente contrastar y elaborar ideas (2006, p. 15) En otras palabras, antes de establecer teorías es preciso que se describa el fenómeno tal como se da, porque ello enriquece de una manera más significativa y contundente la experiencia del lector-observador.

Posteriormente, para establecer una “Organización y Seguridad” el investigador descubre que los estudiantes, él mismo y la maestra, en su primer día de clases, llegan con enormes expectativas y tensiones por la novedad “aparente”. Aparente por cuanto los alumnos no llegan vacíos a clase, por el contrario saben y reconocen la rutina como si acabara de ser enseñada. Y en la medida que pasa el tiempo se van estableciendo los criterios y orientaciones que permitirán ir comprendiendo, desde la práctica, cada una de la posibilidades de comportamiento y desarrollo en el salón de clases. El objetivo central será que cada acto nos permita reconocer y ser reconocidos por la comunidad, lo cual motiva poco a poco la seguridad. Es necesario crear una forma de vida escolar que aporte seguridad y que permita la participación creativa y el desarrollo de todas las facetas de los alumnos (2006, p. 23) Es decir, establecer el medio, el escenario (Medina, 2006, p. 67) en el cual se de la organización de los espacios, los materiales, las relaciones y los valores del grupo que promueva el encuentro, el desarrollo y la seguridad de los estudiantes en toda su integralidad.

A continuación para la “Relación y Rutinas”, es necesario mencionar que para entablar relaciones con los estudiantes el docente se encuentra frente a dos momentos: la reunión y el encuentro. El primer caso aplica para cuando el maestro se dirige simultáneamente a más dos alumnos y el segundo momento para el momento de dialogar con un solo estudiante. De suerte que la reiteración de estos actos conduzca a la calidad de las relaciones interpersonales. Pues de la variedad de encuentros aislados, encadenados o mezclado con reuniones modelan toda la gama de actividades escolares y producen consecuencias en todos los órdenes de la formación personal (2006, p. 66). Todo esto implica un encuentro intimo entre dos personas, un adulto y un joven, cara a cara que permite la interlocución válida, un diálogo creativo.

Presentando al “Individuo y Comunidad”, se rescata una idea contundente: la escuela no es una “maquina” de enseñar (las comillas son mías) […], la autoridad no puede imponer el orden. La autoridad debe velar por generar la armonía (2006, p. 99). No podemos esperar precisión milimétrica y respuestas conductistas frente a lo que desarrollemos como pedagogos, siempre quedarán vacíos que no podremos salvar. Tampoco es anarquía o imparcialidad total. El acto pedagógico tiene siempre una evidente intencionalidad, la de luchar por los estudiantes y ayudarles a ser libres. En esa medida la escuela se convierte en una comunidad de personas cercanas que crean un ambiente propicio para que afecto permita aprender y enseñar a convivir.

En el desarrollo del “Trabajo y Convivencia”, se ponen sobre la mesa dos de los momentos

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