La cueva de los sueños olvidados
Enviado por m...e • 25 de Mayo de 2013 • Síntesis • 442 Palabras (2 Páginas) • 310 Visitas
La cueva de los sueños olvidados
Cave of Forgotten Dreams. Werner Herzog, Francia, 2010
Por Liliana Sáez
Lo que estamos presenciando es el origen del alma humana moderna y el comienzo de la representación figurativa.
Werner Herzog
No es ninguna novedad que a Werner Herzog le gustan los retos y los excesos. No hay mención al autor que no resalte las relaciones tormentosas que lo unían a Klaus Kinski quien lo seguía en las retorcidas situaciones en que ponía a sus personajes. Ni pasan inadvertidas las locaciones, que se vuelven protagónicas, donde ubica a sus seres abrumados –en Fitzcarraldo (1982) y en Aguirre, la ira de Dios (Aguirre der Zorn Gottes, 1972), los personajes se ven envueltos en una maraña selvática que es su perdición-, o en los documentales, donde le permite a la cámara recorrer los espacios, por ejemplo, alzándola en vuelo aterrador y, a la vez, deslumbrante, por sobre los pozos petroleros encendidos de Irak (en Lecciones en la oscuridad/Lektionen in Finsternis, 1992) o plantándola frente a la inmensidad de la montaña (en Grito de piedra/Schrei aus Stein, 1991)… El nuevo reto lo propone History Films y la invitación a filmar el interior de una caverna, cuyas superficies rocosas han sido concebidas como murales, para mostrarnos un magnífico bestiario prehistórico.
Herzog sobrevuela con su cámara, casi al ras de la tierra, las hileras de viñedos en una zona del sur de Francia, hasta llegar al río Ardéche, donde un arco de piedra natural le da el nombre a la región: Vallon Pont d’Arc. A pocos metros se encuentra la entrada a la Cueva de Chauvet, donde se hallan pinturas rupestres de hace más de 32.000 años. El ingreso es restringido, las emanaciones de la roca permiten la presencia humana escasas horas al día. La necesidad de protección del área obliga a utilizar una pasarela de escasos centímetros de ancho, que recorre la caverna en toda su longitud, pero que no admite desplazamientos de cámara ambiciosos ni iluminación cálida.
Estas limitaciones, más que trabas, le han significado al autor alemán un verdadero reto, que ha conseguido sortear con éxito, al aprovechar las bondades del 3D para integrar al espectador a la experiencia vivida por el pequeño equipo de filmación, tras franquear la puerta metálica que permite la entrada a una de las cuevas más antiguas que ha habitado el hombre.
Estructurado en cuatro secciones (introducción, dos partes y epílogo), este documental permite acercarnos a una de las experiencias más asombrosas conseguidas por un film, aunque quizá no lo notemos mientras lo visionamos o, incluso, inmediatamente al salir de la sala, sino, como pasa con las buenas películas, quedará un remanente que permanecerá en nuestro recuerdo durante los próximos días.
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