La moneda y el juego de las figurillas en El lobo estepario de Hermann Hesse.
Enviado por BlueOrchid • 30 de Marzo de 2016 • Ensayo • 1.220 Palabras (5 Páginas) • 380 Visitas
La moneda y el juego de las figurillas en El lobo estepario de Hermann Hesse.
Yareli Tovar Ávila 5° I.
“En Harry corrían paralelamente el hombre y el lobo y no se podían prestar ayuda mutuamente, sino que siempre vivían en odio mortal y cada uno vivía exclusivamente para martirizar al otro, y cuando dos enemigos mortales viven dentro de una misma alma, resulta una vida imposible de llevar." [1] Harry Haller se encontraba atrapado en un terrible conflicto entre “las dos caras de la moneda” que conformaban su personalidad. Un eterno duelo a muerte del cual su vida terminaba siempre devastada.
Su existencia tendía de una cuerda floja que se columpiaba, a veces sobre la alegría y a veces sobre la angustia, y siempre cambiando bruscamente de un estado de ánimo al otro, o mejor dicho, alternando entre el hombre y el lobo. Realmente él pensaba que no tenía ningún poder sobre sí. Para él, la forma en que se desarrollara cada suceso y cada emoción dependía de la oportunidad que tuviera el hombre de actuar mientras el lobo durmiera o del apetito que el lobo tuviese y del momento en el que éste saliera a cazar.
De ninguna forma se le podría llamar azar, sin embargo era un juego, un juego en que Harry Haller disponía de cuantas monedas pudiera imaginar y las cuales lanzaba al aire esperando temeroso el momento en el que tocaran el piso y pudiera por fin ver la cara que quedara hacia arriba, y lógicamente, a la que le tocaba actuar en ése momento. Desafortunadamente, las monedas con las que contaba Harry Haller eran iguales y como es obvio, en una cara se encontraba el hombre y en la otra el lobo.
“Con una mitad de su ser y de su actividad, afirmaba lo que con la otra mitad negaba y combatía.”[2] Sabía perfectamente que dentro de sí encontraba tanto lo divino como lo demoniaco, pero le era inconcebible la idea de que ambas caras pudieran aliarse y darle equilibrio.
Como hombre culto y poseedor de buenas costumbres, rechazaba toda relación con lo mundano, lo nuevo, lo que fuera irracional o lo que no estuviera fundamentado ni tuviera una estructura. Pero, en lo más profundo del su ser deseaba actuar como un burgués, y en realidad era uno, uno reprimido: “…quiere ser virtuoso, pero al mismo tiempo pasarlo en esta tierra, lo mejor que se pueda y con bastante comodidad.” [3]
Todo lo que martiriza a Harry Haller podría perder su sentido fatalista cuando el lobo muera o cuando éste y el hombre logren hacer las paces; cuando la moneda sea moneda porque lo es y no porque sus caras son diferentes. Quizás si eso llegase a ocurrir, este desdichado personaje logre salir de la penumbra en la que habita a causa de su desgracia idealizada. “Ahora, sin temor y con cordialidad y alegría, va usted a entrar en nuestro mundo fantástico, comenzando como es la costumbre, por un pequeño suicidio aparente.” [4] Si Harry Haller logra matar al lobo, entonces se libraría, se rompería el vidrio sucio a través del cual ve la vida: “Ya aventaste al suelo las gafas de tu personalidad, ahora ven y mira en un espero verdadero.”[5]
“Vi por un pequeñísimo momento, al Harry que ya conocía, pero con una cara placentera, contra mi costumbre, radiante y risueño. Pero apenas lo reconocí, se desplomó, segregándose de él una segunda figura, una tercera, una décima, una vigésima, y todo el enorme espejo se llenó por todas partes de Harry y de pedazos de Harry, de numerosos Harrys…”[6] El lobo había muerto, el hombre ya no era hombre sin el lobo que lo retaba a muerte a cada segundo, simplemente era Harry Haller apreciando en su máxima expresión a su propio ser, el cual no poseía ni una ni dos almas, sino cientos de miles de millones. Todos esos pequeños pedazos de Harry eran tan iguales como diferentes; formaban parte esencial de su persona pero no eran iguales, algunas figuras eran más jóvenes que otras y todas se movían de una forma peculiar.
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