Las Cosas Del Creer, Emilio De Ípola
Enviado por emiliaantonela • 8 de Noviembre de 2012 • 730 Palabras (3 Páginas) • 762 Visitas
Emilio de Ípola, Las cosas del creer.
Emilio de Ípola en el capítulo de La Apuesta de Durkheim trata de explicar el surgimiento de la sociología reconstruyendo los hechos históricos; indica que habría nacido para denunciar la ausencia de su objeto y como síntoma de esa ausencia. La sociología asume la forma de denuncia y llamado de alerta por el rápido proceso de desintegración de lazos comunitarios. Comienza señalando que la Revolución Francesa es la referencia del pensamiento político y social europeo de los siglos XIX y XX y se pregunta sobre la índole de los objetos o alucinaciones que justificarían la venida de la Revolución que harían surgir diferentes orientaciones teóricas y para esto toma los testimonios de Bonald, Le Bon y Durkheim.
Bonald basándose en el concepto católico de la Trinidad, hace clasificaciones tríadicas y enumera a las instituciones que asegurarían en todo tiempo y lugar a la cohesión y estabilidad social; familia, Iglesia y Estado que según él tienen origen divino así también como el lenguaje. Bonald cree en las ideas innatas en la sociedad como la verdad moral que es dado a través de este lenguaje que recalca que no es creado por el hombre, porque si así fuera sería defectuoso. El lenguaje es un don divino y cada palabra adquiere su sentido del contexto social en la tradición; el conocimiento y el lenguaje, por ende, anteceden a la sociedad y luego se convierten en su contexto.
Toma a la revelación, tradición y autoridad como fundamentos de la Verdad.
Los hombres reciben la palabra de Dios; la tradición es salvaguardada por la familia y la autoridad por el Estado.
También recalca el origen divino de la sociedad la cual no depende de la voluntad del hombre pero sí de la relación natural y necesaria. Está compuesta por sus “más naturales elementos” que son la monarquía, la nobleza y los súbditos; la democracia y la aristocracia serían defectuosas y conflictivas por no tener un centro de autoridad definido.
Todo lo que socava a la familia patriarcal y monógama, a la Iglesia Católica y al Estado monárquico desembocaría, para Bonald, en anarquía.
Le Bon habla de la sociedad como un sujeto sospechoso y debería haber vigilancia a su parecer en donde se tienden a juntar grupos, tanto las muchedumbres como los más organizados.
Le teme a lo social porque piensa que tiene perversidad la cual es reprimida por el individuo pero liberada por la colectividad. Dice que la pluralidad humana es malvada, criminal y sospechosa y que la Revolución no era necesaria para las transformaciones positivas.
Explica que sólo hacen falta dos personas juntas para llegar a una multitud, y uno de ellos debe ser el cabecilla, el cual define como el que revela a todo grupo, organizado o no, el costado horrendo de sí mismo y que induce a este último a manifestarse abiertamente; saca a la luz la verdad
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