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Los Miserables


Enviado por   •  19 de Marzo de 2012  •  912 Palabras (4 Páginas)  •  922 Visitas

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-¿Qué es eso del ataúd vacío? -preguntó Jean Valjean.

Fauchelevent respondió:

-El ataúd de la administración.

-¿Qué ataúd y qué administración?

-Cuando muere una monja viene el médico del Ayuntamiento y dice "Ha muerto una

monja". El gobierno envía un ataúd, y al día siguiente un carro fúnebre y sepultureros que

cogen el ataúd y lo llevan al cementerio. Vendrán los sepultureros y levantarán la caja y

no habrá nada dentro.

-¡Pues meted cualquier cosa! Un vivo, por ejemplo.

-¿Un vivo? No lo tengo.

-Yo -dijo Jean Valjean.

Fauchelevent que estaba sentado, se levantó como si hubiese estallado un petardo

debajo de la silla.

-¡Ah!, os reís; no habláis con seriedad.

-Hablo muy en serio. ¿No es necesario salir de aquí?

-Sin duda. .

-Os he dicho que busquéis también para mí una cesta y una tapa.

-¿Y qué?

-La cesta será de pino y la tapa un paño negro. Se trata de salir de aquí sin ser visto.

¿Cómo se hace todo? ¿Dónde está ese ataúd?

-¿El que está vacío?

-Sí.

-Allá en lo que se llama la sala de los muertos. Está sobre dos caballetes y bajo el paño

mortuorio.

-¿Qué longitud tiene la caja?

-Seis pies.

-¿Quién clava el ataúd?

-Yo.

-¿Quién pone el paño encima?

-Yo.

-¿Vos solo?

-Ningún otro hombre, excepto el médico forense, puede entrar en el salón de los

muertos. Así está escrito en la pared.

-¿Y podríais esta noche, cuando todos duermen en el convento, ocultarme en esa sala?

-No, pero puedo ocultaros en un cuartito oscuro que da a la sala de los muertos, donde

guardo mis útiles de enterrar, y cuya llave tengo.

-¿A qué hora vendrá mañana el carro a buscar el ataúd?

-A eso de las tres de la tarde. El entierro se hace en el cementerio Vaugirard un poco

antes de anochecer y no está muy cerca.

-Estaré escondido en el cuartito de las herramientas toda la noche y toda la mañana. ¿Y

qué comeré? Tendré hambre.

-Yo os llevaré algo.

-Podéis ir a encerrarme en el ataúd a las dos.

Fauchelevent retrocedió chasqueando los dedos.

-¡Pero eso es imposible!

-¿Qué? ¿Tomar un martillo y clavar los clavos en una madera?

Lo que parecía imposible a Fauchelevent, era simple para Jean Valjean, que había

encarado peores desafíos para sus evasiones.

Además, este recurso de reclusos lo fue también de emperadores. Pues, si hemos de

creer al monje Agustín Castillejo, éste fue el medio de que se valió Carlos V, después de

su abdicación, para ver por última vez a la Plombes, para hacerla entrar y salir del

monasterio de Yuste.

Fauchelevent, un poco más tranquilizado, preguntó:

-Pero, ¿cómo habéis de respirar?

-Ya respiraré.

-¡En aquella caja! Solamente de pensar en ello me ahogo.

-Buscaréis una barrena, haréis algunos agujeritos alrededor del sitio donde coincida la

boca, y clavaréis sin apretar la tapa.

-¡Bueno! ¿Y si os ocurre toser o estornudar?

...

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