Macondo
Enviado por yepabre • 20 de Agosto de 2014 • Síntesis • 1.322 Palabras (6 Páginas) • 250 Visitas
Son muchas las páginas de “Cien años”, que dan para metaforizarlas con el orbe legionario, por no decir cada una, lo que hace que este ejercicio sea muy interesante y a la vez, bastante complejo, para no caer en el simplismo o en la obviedades, o a forzar las cosas.
Desde la primera página: La frase de Melquíades es pura filosofía, y es exactamente, la esencia legionaria:
La naturaleza, el entorno, el cuidado de lo que nos rodea, porque estamos hechos de las cosas y las cosas son también creación nuestra.
Esa “anima” que desde los griegos significa, alma, esa vida que tienen los ríos, los árboles, las pequeñas creaturas, lo construido por el hombre, pero también las piedras (las preciosas de minas o las de los areneros) las de nuestros primeros caminos, las de la huída al desplazarnos, la que ponemos al instalarlos, la primera piedra al inaugurar una nueva forma de vida, o en el hacer por la comunidad.
Esa ánima escondida, replegada, manchada de estigmas de fuera y los estigmas asimilados, tatuados para ejercer falsos poderes o padecer rechazos, esa ánima interior que tiene el joven capaz de lo más terrible, porque le toca o porque no conoce otro modo de existir para sí o para los otros, o capaz de lo más heroico, de lo más hermoso, cuando descubre que él mismo es una maravilla, cuando “descubre el hielo”, que es cálido, brillante, sólido y trasparente como su propio ser interior, a pesar de las infinitas agujas que lo atraviesan y le despedazan por dentro y que le han impedido mirar a las estrellas.
Podría seguir…, pero creo que no se trata de eso.
Me parece que la obra es un buen punto de partida, ella misma es una norme simbolización, que algunos equivocadamente han tomado como historia, por lo que las interpretaciones pueden multiplicarse tantas veces como símbolos crean verse en sus párrafos.
Por eso lo ideal no es que previamente “todos” conozcan la novela. Tenemos en la Legión personajes macondianos (desde el comienzo, sobre todo) que no saben, ni tiene por qué saber que los leímos en la novela antes de conocerlos y sin ellos saberlo.
Pero más que ellos mismos, son más los que se han conocido y tratado en los viajes a pie.
Se pueden dramatizar “sketchs”, por regionales, de párrafos o capítulos o escenas de “Cien años”, para traslaparlas a las experiencias históricas o de las circunstancia de las misma regiones, más o menos con la parecida idea a la que quieren significar en el cuadro que nos han enviado como pre proyecto.
“No tener cementerios” en las comunas, ni en los barrios.
Cartago, es el caso crítico, pues es un sitio que por su clima y anterior tranquilidad, se escogía para respirar mejor y alargar la vida. Como que las funerarias quebraban. Pero la muerte criminal, se ha llevado allí a muchos jóvenes.
El “No a la muerte criminal”, implica a decir como José Arcadio:
“No tenemos cruces en nuestro barrio”, es lo que hay que afirmar cuando van los corregidores, la policía, las autoridades, acuden a pedir o a ayudar a que hagan lo que la comunidad sabe muy bien hacer.
No aumentar esas cruces y hacer que no vuelvan a existir, es la cruzada y el lema de los jóvenes legionarios. No más dolor en mi casa, para mi madre, causado por otros. Que ninguna madre del barrio vuelva a llorar la muerte de su joven hijo, a manos de otro joven hijo de otra madre.
Que el alcalde no crea que es quien les puede decir, lo que las comunidades necesitan.
La función de la memoria no es recordarlo todo, es saber olvidar. El olvido no es siempre una peste, es una necesidad. Hay perdón sin olvido, y a eso tienen derecho todos, hasta los victimarios, para que no se repita ni una sola vulneración al prójimo, que es el próximo, que es el otro que soy yo.
Pero el
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