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Mañana O Pasado Historia Del Mexicano


Enviado por   •  17 de Abril de 2013  •  1.449 Palabras (6 Páginas)  •  632 Visitas

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Mañana o pasado, el misterio de los Mexicanos - Reseña de Isabel Turrent

por Asociación Nacional de Empresarios Independientes (Notas) el lunes, 22 de agosto de 2011 a la(s) 11:19

La Asociación Nacional de Empresarios Independientes tendrá una reunión con Jorge Castañeda, en la cual nos presentará su libro "Mañana o pasado, el misterio de los Mexicanos". Entretanto, estimados Empresarios Independientes, les compartimos esta reseña de la obra por parte de Isabel Turrent. Esperamos sea de su interés. Atte. ANEI.

Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos, de Jorge Castañeda, se inscribe en dos corrientes de análisis. La primera es la larga tradición de escritores que han buscado encontrar los resortes primarios que mueven a una sociedad para entender el carácter de una nación. Una reflexión tan vieja como la cultura moderna, afirmó Octavio Paz en una entrevista con Claude Fell para celebrar los 25 años de la publicación de El laberinto de la soledad, el clásico sobre el tema. En México, este género de crítica social, política y psicológica –como definió Paz la cara idiosincrática del Laberinto– tiene una tradición prolongada y rica, tan amplia como los debates que ha generado.

Cualquier intento por desglosar el carácter nacional de los mexicanos es una invitación a perderse en la historia y a enfrentar preguntas de difícil respuesta. Los historiadores no se han puesto de acuerdo ni siquiera en el momento del nacimiento de una conciencia nacional en México. En 1821, México no era una nación. Atravesó gran parte del siglo xix sin serlo. Empezó a fraguarse durante la Reforma, aunque muchísimos mexicanos no se identificaban con el cuerpo legal plasmado en la Constitución de 1857, y se consolidó, tal vez, durante el Porfiriato, cuando el poder central empezó a tener eco en todos los confines del país.

Para principios del siglo XX, México tenía ya importantes lazos de unión: la lengua y la religión heredadas de la Colonia que habían perfilado –para bien y para mal– los usos y costumbres de los mexicanos y un Estado centralizado y poderoso que había unificado al país. Sin embargo, parece indudable que fue el sistema político emanado de la revolución de 1910 el que cimentó a lo largo del siglo XX un carácter nacional, que relegó tan solo a pequeñas comunidades indígenas que siguieron viviendo al margen de la normatividad revolucionaria. El nuevo sistema sobrepuso, al legado de los siglos anteriores, un sistema educativo que ha inculcado la misma versión de la historia y los mismos mitos, en generaciones de mexicanos. Todos hemos sido receptores de la ideología y las políticas que guiaron por décadas lo que ahora llamamos priismo. Muchos rasgos del carácter nacional que señala Castañeda –la corrupción, la incapacidad para participar en actividades comunitarias, el desprecio a la ley, la aversión al conflicto y al mercado– son en gran parte herencia del siglo XX. Hay que sumarle a la mezcla en el XXI el impacto de los medios de comunicación masiva y el internet. Misteriosos o no, los mexicanos tenemos, como bien señala Jorge Castañeda, un carácter nacional propio e inconfundible.

Siguiendo las huellas del Laberinto, Mañana o pasado es también una interpretación histórica. Lo que a Castañeda le interesa es destacar aquellos rasgos del carácter nacional que han obstaculizado el tránsito de México a la modernidad política y económica. Demuestra, citando los resultados de innumerables encuestas y estadísticas, que los mexicanos tenemos, en efecto, una desconfianza visceral del “otro”, alimentamos un antinorteamericanismo anacrónico y disfuncional, un individualismo que ignora la participación social y un gusto por las negociaciones tras bambalinas y la búsqueda del consenso. El problema es que estas querencias chocan con la necesidad de abrir la economía al mundo globalizado y, peor aún, con la consolidación de una democracia plena y eficaz.

En el apartado “El peor de los mundos posibles: un sistema tripartidista”, Castañeda nos regala un análisis inmejorable sobre cómo la aversión nacional a la competencia y al conflicto nos ha dejado sentados en un inestable banco partidista de tres patas y en la parálisis política. Ninguno de los tres partidos dominantes innova y presenta al electorado un programa reformador como el que el país necesita, porque cualquiera puede ganar. Por lo demás, la renovación política no puede venir de fuera del sistema porque no acaba de cuajar una sociedad civil pujante y

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