Papelucho
Enviado por kamilittaloka • 1 de Septiembre de 2014 • 1.972 Palabras (8 Páginas) • 268 Visitas
Esta mañana, cuando usted salió, yo me fui a la puerta a esperarla porque le iba a pedir permiso para algo
que no me acuerdo. Y cuando la estaba esperando pasó por ahí el Chirigüe
y nos pusimos a conversar. ¿Se acuerda de ese amigo mío que vivía en el fundo de la tía Rosarito?
Ahora vive en santiago Y resulta que él se había encontrado en la calle una cosita de oro pero tal vez valía como un millón de pesos. Y yo le dije que sí la vendía, él se podía comprar una motoneta, pero él me dijo que si la llevaba a vender lo tomaban preso porque iban a pensar que se la había robado.
Entonces él me vendió la cosita de oro en cincuenta pesos y yo me la eché al bolsillo para regalársela a usted y le di mis cincuenta pesos. Y nos fuimos a un almacén y comimos unas galletas blandas como género y un pedazo de jamón color café y seco.
Quiero ver tu casa le dije al chirigüe, al comienzo no quería pero luego accedió a mostrármela y fuimos a verla.
La población era como una cancha de fútbol, pero sin cancha y no tiene ningún peligro.
Son toda la gente conocida. Y hay que caminar y pasar por un zanjón. El Chirigüe me contó que ahí se ahogó una guagua.
Cuando íbamos caminando a la casa del Chirigüe, había un tremendo boche en la puerta de un rancho y un hombre le pegaba a otro y una mujer gritaba como una verdadera radio pero, como nadie le hacia caso se calló.
Cuando llegamos a la casa del Chirigue estaba su tía quién lo llamó y, le dio un coscacho en la cabeza y lo insultó.
Pelusa... que te llevai palomillando en vez de hacer lo que te mandan le dijo.
Pero si jui onde me dijo alegó el Chirigue.
-¿Y cuál es que lo trajiste?
-Pero si no estaba el julano... ¿ Y quién te manda a ponerte a jugar con este pijesito?
-Pero si apenita llegué no má...
-¿Trajiste algo pá l desayuno?
El Chirigue se dio vuelta los bolsillos rotos y se rascó un pie con el otro.
Oye le dije al Chirigüe, ¿ por qué no vendimos algo mío?, y fuimos a otro rancho y negociamos una camisa.
Nos dieron veinte pesos y una polera usada.
Me quedaba chica y rota pero ya no me dirían “ pijesito”. En el almacén compramos pan y dos pirulines y le llevamos las cosas a la tía.
Después de un rato me fui aproveché para irme y de repente divisé al bonito, que era el hombre que discutía con el chato, y fui corriendo dónde él.
El Chirigue se había desaparecido, pero allá lejos, corriendo por el puentecito del zanjón se veían sus piernas. Así me hice amigo del Chirigue.
Fueron sucediendo muchos acontecimientos en el lugar dónde vive el Chirigue como por ejemplo que hubo un asesinato por parte de un tal hombre apodado el bonito él cuál mato a un tal chato después de una gran pelea y a mi toco la misión de investigar el suceso, junto con el Chirigue.
Paso el tiempo y una vez olvidado aquel episodio seguí escribiendo mi diario pero, ya no quería más porque resulta que mi Mamá me dio una carta y ahora que han pasado más cosas, quiero explicarlas.
La mamá estaba rara. Y al otro día seguía igual. Un poco lunática y como pensando siempre en la misma cosa. Y contestaba una tontera cada vez que uno le preguntaba algo.
La Domi andaba con cara de marihuanera el papá todo chinche con la mamá, como si ella estuviera enferma. Y algo pasaba aquí. Yo no sabía cómo puede cambiar tanto la gente en un solo día.
Cuando me desperté al otro día encontré a mi mamá estaba en cama habían llamado al doctor y a papá a la oficina.
Y la Domi andaba con cara de “ zorro” y como si ella fuera la que dirige el mundo. Y nadie me retaba, pero todos decían que mi mamá estaba enferma por mi culpa y ella sólo me hacía cariños y lloraba. Y habría sido mejor que me pegara o algo. Pero la gente grande todo lo hace al revés y uno se siente pésimo.
Por fin llegó mi Papá con el doctor y cerraron la puerta del cuarto.
Después de un rato se abrió la puerta y apareció el doctor con mi papá y muy sonriente le decía:
Lo felicito, hombre después de ocho años...
Yo no entendäa palabra. Todo se volvía misterio. El doctor decía: “cama y nada de molestias. Mucha tranquilidad.” Y por fin se fue.
Muy asustado, entré a ver a mi mamá, casi me puse a llorar. Yo la miraba y ni podía hablar de pena. Hasta que ella me dijo: Acércate lindo.
Vas a portarte muy bien, ¿no? Dijo con voz dulce. Yo contesté que sí con la cabeza. Y ella me besó y se me salió la pena por los ojos.
No te aflijas, lindo otra vez y más lloré.
Hasta que por fin le pude preguntar:
-¿Es cierto que es por mi culpa que usted está gravé?
-No dijo ella y se rió. Te contaré un secreto. Vas a tener una hermanita. Yo voy a ser mamá otra vez...
Así que voy a ser hermano. Uno va a ser hermano y ni lo sabe.
Papelucho, tú vas a cuidar a tu mamá y hacer todos sus mandatos para que ella no se levante. Si papá.
Cuando mi papá se fue a la oficina, yo pensé acompañarla y la encontré durmiendo. Yo me quería acostumbrar a ser hermano de una chiquilla, pero a cada rato la veía tan chinche y tan criticona que me cargaba. Y me venían ganas de que se perdiera.
Me pasa algo bastante grave, pero ni me atrevo a decírselo a mi mamá porque mi papá
...