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Papelucho


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2014  •  2.016 Palabras (9 Páginas)  •  297 Visitas

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ste es mi diario secreto y se prohíbe leerlo.

Hoy martes 13. El papá me dijo:

-Papelucho, ven a mi escritorio...

Cuando un papá le dice esto a uno, es igual a

cuando San Pedro lo ataja en la puerta del

cielo: de un run se agolpan los pecados y

demás cuestiones. Y ni se saca nada con

pensar que el famoso escritorio es puramente

cuarto de tareas cuando el papá no está. Y

tampoco se saca nada con acordarse de que

hace cinco minutos ese papá se lavaba los

dientes en pijama arrugado y sin peinarse...

Papá juntó la, puerta con manos limpias y

nerviosas y me encerró con él y todas mis

culpas.

-Tú sabes por qué te he llamado -dijo.

-No tengo ni la mayor idea -contesté.

-Veamos... Pensemos un poco caballerito... -

Se sentó en su silla sin sospechar que tiene

una pata quebrada.

-Creo que sabes por qué estamos aquí.

-Si es por lo del gato, papá, quiero explicarle...

-No es por lo del gato -me irrumpió colérico.

-Si es por la custión del agua...

-No es la cuestión del agua -sus manos se ponían más limpias cada vez.

-Entonces sería mi zapato en el techo de la otra casa.

-¡No es por lo de tu zapato!

Papá traspasaba mis ojos y me hacía doler la cabeza. Pero no leía mi pensamiento ni yo

el suyo.

¿Qué habría hecho yo, Dios mío? Se me atropellaban las cosas: el atornillador que se

tragó la cañería del lavaplatos cuando iba a sacar la., cucharita que no sirvió para salvar

al grillo que se ahogaba. ¿O sería por lo de esas colleras que convertí en medallas hace

tiempo? ¿O la crema de cara que le fabriqué de sorpresa a la mamá, un día?

-Habrá que refrescarte la memoria -dijo la voz astronáutica del papá.

-Sí, papá -me apuré a contestar-. Este asunto de la memoria puede tener remedio. En el

colegio hay montones de mala memoriados. Y también la mamá a veces se olvida de lo

que va a decir. Parece que hay un profe que la perdió enterita y ni sabe cómo se llama.

Pero yo creo que usted puede encontrar la suya. No se preocupe de la mía porque

todavía soy joven y...

-¡Silencio! -bufó de repente interrumpiendo mi discurso-. ¡Basta!

Frené en seco y quedé paralelo.

Un silencio tremendo llenó el cuarto y sólo se oía mi cuchicheo interior. ¿Qué

experimento raro hacía el papá conmigo? ¿Por qué me miraba callado? ¿Quién hablaría

primero, él o yo? ¿O es que él estaba escuchando lo que pasaba en mi dentror y

arrebatando mi secreto?

De pronto se puso calmo. 3

-No tienes por qué poner esa cara de culpable -dijo- Es muy simple. Quiero que me digas

con franqueza, ¿qué te pasa, hijo mío? Soy tu padre. Tu mejor amigo, recuérdalo...

No podía recordarlo porque era la primera vez que lo oía. Mi padre era mi mejor amigo.

Ahora no se me olvidaría jamás.

Esperé.

Él también esperó.

Pasó mucho tiempo.

-No puedo perder la mañana entera esperándote -dijo con voz de paciencia-. Te he

preguntado qué te pasa... Me explico. Desde hace un tiempo tu madre y yo te notamos

callado, extraño, ausente, haces cosas muy raras... Por ejemplo miras al cielo mucho

rato. ¿Tienes dificultad en ver?

-Sí -contesté.

-Pero me ves a mí ¿no?

-Sí, claro...

-¿Ves lo que dice esta carta?

-No.

-¿La ves borrada?

-No, la veo patas arribas.

-Bien -dijo enderezando la carta-. No tenemos por qué preocuparnos de tu vista. Ahora

explícame ¿por qué saltas como sapo y a veces hasta dormido?

Sentí calor en las orejas. Mis saltos son asunto mío. Papá está tratando de perforar mi

secreto... Yo nunca le pregunto a él por qué estira el cogote y se mete el dedo en el

cuello. Ese es asunto de él.

-Antes era campeón de salto -dije enrabiado.

-No está muy claro eso. Tus saltos no son de entrenamiento. Son de sapo...

Ahora estaba seguro: papá sospechaba de mí. No hay nada más cargante que sospechen

de uno. Y él quería asegurarse si el marciano estaba dentro de mí. Si se convencía me

iba a hacer operar, y me lo sacarían igual que mi apéndice. Mi marciano es mío y yo lo

protegeré de los curiosos. Nadie vendrá a quitármelo.

-Ahora hay otro sistema de entrenarse -dije.

-Otras veces te quedas largo rato callado, como escuchando algo. Luego te ríes o hablas

solo... Te enojas sin motivo y alegas a nadie... ¿Es también un modo de entrenarse?

El marciano y yo nos reímos... Siempre que nos reímos los dos a un tiempo me da hipo.

-¡Ah! -dijo papá-. Y también ese hipo que te viene a cada rato... Creo que debería verte

un médico.

-Es hipo-dérmico -le contesté-, así dice el profe.

-¿Y el porqué miras tanto el cielo? -se veía en las manos del papá que estaba apurado.

-La cuestión de los astronautas sin cápsula, los ovnis, los...

-Ya, ya -me irrumpió-. No te preocupes, no hacen daño. Y ya es tarde. Tengo que volar a

la

oficina. Quedamos entonces en que soy tu mejor amigo, que te estás entrenando para

campeón de saltos y que no tienes dificultad en ver. ¿No es asi? ¡Adiós! -y salió como un

chifle a pillar su micro.

Pero yo lo alcancé y lo pillé al justo cuando iba a trepar en él. 4

-¿Qué pasa? -preguntó.

-¿Qué es dificultad de ver? Usted es mi mejor amigo y quiero que me explique...

Puso cara de loco cuando el micro partió.

-Dificultad de ver es ver mal... -dijo estirando el cogote y pasándose el dedo por el

cuello.

-¿Es por eso que no veo a los astronautas sin cápsula?

-Nadie los ve porque están muy lejos -clamó-. Y ahora por tu culpa tendré que tomar

taxi.

Apenas hizo dedo frenó un taxi y al partir en él, en vez de estar feliz tenía una cara de

caballero de esos que le han robadp la billetera.

Det y yo nos quedamos mirando el taxi que se perdía entre muchos.

-¿Por qué no fuiste con él a su oficina? Quiero conocerla -dijo Det.

-También yo quiero conocer la luna... Pero tengo que hacer tareas.

-Eres aburrido. ¿Qué son tareas?

No contesté y entré a la casa. Pero Det estaba enrabiado y cuando le da por pelear es

molestoso como un dolor de muelas. Porque uno ni sabe lo que quiere él y lo que quiere

uno. Las ganas suyas y las mías, distintas

...

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