Paulo Cohelo
Enviado por eliuhola • 21 de Septiembre de 2012 • 4.570 Palabras (19 Páginas) • 642 Visitas
Apuntes y Monografías | Hace más de 6 meses
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Paulo Coelho - Aleph (Libro Completo) parte 1
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Antes de empezar a leer el libro se debe saber que es el Aleph.
Primera letra en todos los alfabetos del mundo, a excepción de unos pocos, tales como el mogol, el japonés, el tibetano, el etíope y algún otro. Es una letra que tiene gran poder místico y "virtud mágica" entre quienes la han adoptado, y para los cuales su poder numérico es uno. Es el Aleph de los hebreos, simbolizado por el Buey o Toro; el Alpha de los griegos, el uno y el primero; el Az de los eslavos, que significa el pronombre "yo" (refiriéndose a "Yo soy el que soy". También en Astrología, Taurus (el Buey, Toro o Aleph) es el primer signo del Zodíaco, siendo su color blanco y amarillo. El sagrado Aleph, adquiere carácter aun más señalado de santidad entre los cabalistas cristianos, pues saben que esta letra representa la Trinidad en la Unidad, por estar compuesta de dos Yods, uno hacia arriba y otro invertido, con una raya o nexo oblicuo en esta forma Ν. Kenneth B. H. Mackenzie afirma que "la cruz de San Andrés está ocultamente relacionada con tal letra". El nombre divino, el primero de la serie correspondiente a Aleph, es AêHêIêH o Ahih, cuando se escribe sin vocales, y ésta es una raíz sánscrita.
“Yo soy el que soy”, la síntesis tradicional de la llamada Doctrina del corazón de los Martinistas, es en esencia el significado de Aleph. En su sentido esotérico cada letra posee en si una potencia creadora, y en el caso de Aleph o A, esta relacionada a la protección de la unidad y de la infinitud, la armonía que se puede ver en toda la naturaleza y en el hombre mismo, ya que encierra en sí el arcano de la divinidad. En el estudio del tarot, Aleph es el Mago, el creador, quien por sus facultades posee las llaves del conocimiento de los secretos del cielo y la tierra, al ejercer el símbolo de la unidad entre ambas esferas.
Bueno ahora con el libro
Annotation
Aleph marca el retorno de Paulo Coelho a sus orígenes. En esta sorprendente novela el autor narra cómo una grave crisis de fe lo llevó a salir en busca de un camino de renovación y crecimiento espiritual. Paulo decide comenzar de nuevo: viajar, experimentar, volver a conectarse con el mundo y las personas, dejándose conducir por las señales. En este viaje a través de Europa, África y Asia en el transiberiano, acompañado por Yao, su traductor y maestro de Aikido, se reencontrará con Hilal, una joven violinista a la que amó 500 años antes. El encuentro da inicio a un viaje místico a través del espacio y el tiempo, del pasado y del presente, en busca del amor y del perdón.
La fuerte conexión entre ambos abre las ventanas de sus almas y la puerta del Aleph, un punto que contiene a todo el Universo, llevándolos a otra dimensión en busca de una oportunidad para reescribir su destino.
Para J., que me mantiene caminando.
S. J., que me sigue protegiendo.
Hilal, por aquel perdón en la iglesia de Novosibirsk.
Oh, María, sin pecado concebida, ruega por
nosotros que a Ti recurrimos. Amén.
Cierto hombre noble partió hacia una tierra
remota, con el fin de tomar para sí un reino, y volver
después.
LUCAS, 19,12
El diámetro del Aleph era de dos o tres
centímetros, pero el Universo entero estaba ahí, sin
disminuir su tamaño. Cada cosa... era infinita,
porque yo podía ver claramente desde todos los
ángulos del universo.
JORGE LUIS BORGES, El Aleph
Yo no puedo ver, y tú conoces todo.
Aun así, mi vida no será inútil,
porque sé que nos encontraremos de nuevo
en alguna divina eternidad.
ÓSCAR WILDE
Rey de mi reino
¡No! ¿Otra vez un ritual? ¿Invocar de nuevo a las fuerzas invisibles para que se manifiesten en el mundo visible? ¿Qué tiene eso que ver con el mundo en que vivimos ahora? Los jóvenes salen de la universidad y no consiguen empleo. Los viejos legan a la jubilación sin tener dinero para nada. Los adultos no tienen tiempo de soñar, pasan de las ocho de las mañana a las cinco de la tarde luchando para sostener a la familia, pagar el colegio de los hijos, enfrentando aquello que todos conocemos con el nombre resumido de “dura realidad”. El mundo nunca estuvo tan dividido como ahora: guerras religiosas, genocidios, falta de respeto por el planeta, crisis económicas, depresión, pobreza. Todos queriendo resultados inmediatos para resolver cuando menos algunos de los problemas del mundo o de su vida personal. Pero las cosas parecen más negras a medida que avanzamos hacia el futuro.
¿Y yo aquí, queriendo seguir adelante en una tradición espiritual cuyas raíces están en un pasado remoto, lejos de todos los retos del momento presente?
Al lado de J., a quien lamo mi Maestro, y aun comenzando a tener dudas al respecto, camino en dirección al roble sagrado, que ha estado ahí desde hace más de 500 años, contemplando impasible las agonías humanas; su única preocupación es entregar las hojas al invierno y recuperarlas de nuevo en la primavera.
Ya no soporto escribir sobre mi relación con J., mi guía en la Tradición. Tengo decenas de diarios repletos de anotaciones de nuestras conversaciones, que nunca releo. Desde que lo conocí en Ámsterdam, en 1982, aprendí y desaprendí a vivir un centenar de veces. Cuando J. me enseña algo nuevo, creo que tal vez sea el paso que me falta para legar a la cima de la montaña, la nota que justifica la sinfonía entera, la letra que resume el libro. Paso por un periodo de euforia, que poco a poco va desapareciendo. Algunas cosas se quedan para siempre, pero la mayoría de los ejercicios, de las prácticas, de las enseñanzas, termina por desaparecer en un agujero negro.
O, por lo menos, eso es lo que parece.
El suelo está mojado; imagino que mis tenis tan meticulosamente lavados dos días antes estarán de nuevo llenos de lodo dentro de algunos pasos, independientemente del cuidado que pueda tener. Mi búsqueda de la sabiduría, la paz espiritual y la conciencia de las realidades visibles e invisibles se transformó
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