Penelope como puerto de odiseo

Analisis # 3 de la Odisea

Penélope como puerto de Odiseo

por: Isadora Yanes

        Quisiera comenzar este ensayo retomando la imagen del largo viaje de Odiseo, de las grandes penurias vividas, del dolor experimentado y de la esperanza latente de volver a su patria tierra.

        Es una imagen qué, si lo pensamos, llega a ser hasta dolorosa. Nos habla de ese hombre que a sufrido tantos, tantos, tantos males, que  muy bien podría estar perdido en una isla, deprimido, e incluso muerto. Pero, gracias a su empeño, su afán de volver, Odiseo se mantiene en pie.  Creo que esto se ve claramente en momentos como en el que Odiseo pasa días nadando para poder llegar a tierra y continuar en su travesía en busca  de regresar a Ítaca.

        Antes de tomar la imagen en la que me quiero enfocar a lo largo de este ensayo, quisiera ahondar en esto. Quisiera que nos preguntáramos ¿habríamos nosotros, cada uno, sobrevivido a tantas penurias, a tanta desolación, a tanto anhelo?, creo que es una pregunta clave en éste asunto. ¿Cuanto amor y deseo por una patria, por una o un amante, por un hogar; puede haber en un hombre, para atravesar al menos la mitad de lo que Odiseo atravesó? y ¿cuanta fuerza espiritual y seguridad para lograrlo?. Creo incluso que se podría decir que para Odiseo es  un deber, es algo a lo que él esta destinado a  llevar a cabo. Y tanto es su convencimiento, que, él nunca para, nunca. Pase lo que pase Odiseo no abandona su esperanza por volver, ni su determinación por ver desde la proa de su velera nave a su querida Ítaca. Contra viento y marea, atravesando el ancho e inmenso mar, un mar que hacia el final, cuando ya no imaginamos que más podría suceder a este hombre, se torna infinito. En el corezón de la historia, lo único que motiva a Odiseo en su travesía es su amor por  su tierra y Penélope como esperanza.

        Toda esta (si se quiere) sed, de vida, de tranquilidad, sed de su hogar, sed de su esposa e hijos abandonados por él, hace ya tanto tiempo, todo este anhelo, nos lleva a la importancia de su llegada, de la llegada real y palpable de Odiseo a su amada tierra.  Está es la culminación de la lucha por sobrevivir, con toda la potencia de su alma, cuando Odiseo puede decir: logre mi cometido, logre mi deber, logre mi más alto deseo.

        Pero yo hablo de una llegada más simbólica: Cuando tomo la imagen de Odiseo en el puerto de Ítaca, no lo considero ese punto de, si se quiere, liberación. En esta imagen observamos a un hombre que no reconoce su tierra, que no reconoce su puerto y que injuria a quién lo dejó abandonado en ella. No es hasta que la deidad de los ojos de lechuza , Atenea, se le presenta y le señala que esta en su tierra, que él la reconoce. Esto me dice que ese no es su puerto “verdadero”, que Odiseo aún no ha llegado. Esto me lleva a la imagen que yo seleccioné para este ensayo: Penélope como puerto de Odiseo. La importancia de ese abrazo que Penélope le da a Odiseo; cuando después de ponerlo a prueba para no someter a su corazón a otro vil engaño, ella lo reconoce y llora por él, llora de incredulidad y de la impresión que se lleva al ver que es real, que Odiseo volvió.

        Creo que esta es de las imágenes más bellas que hay en la Odisea, al menos para mí. No solo por que es bella y hay abrazos, no. Es hermosa por que es la culminación de la lucha  de Odiseo, es la culminación de sus más grandes desventuras. Que al final de todo lo que pasó, sus más grandes sufrimientos no estaban en ver a sus más queridos compañeros morir, al ser asesinados por Escila, o por ser casi ahogado por Poseidón, la deidad de los mares. Su más grande sufrimiento estaba en la lejanía de su familia, en el anhelo por su amante y confidente, y en el abandono de su hijo.

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