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Procesos Sociales que dictaminan el Curso del Mundo actual


Enviado por   •  29 de Octubre de 2012  •  Tesis  •  1.686 Palabras (7 Páginas)  •  572 Visitas

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Procesos Sociales que dictaminan el curso del mundo actual.

Con una postura crítica se refiere a la inclusión, a la idea de transformar, crear una nueva teoría, la misma no puede responder a los supuestos de la modernidad capitalista y colonialista de los quinientos años. Lo que viene es una nueva civilización transmoderna y por ello transcapitalista mas allá del liberalismo y del socialismo real, donde el poder era un tipo de ejercicio de la administración burocrática.

Esta se alimenta y exige una renovación ética, teórica y práctica, donde la participación del pueblo es valor fundamental tomando en cuenta el respeto por su cultura y pensamiento crítico; Es la hora de los pueblos originarios y excluidos, la política consiste en tener cada mañana un oído de discípulo para que los que “Mandan Manden obedeciendo” este proyecto va dirigido principalmente a la juventud que se inicia, de esta manera se construye este proyecto que va de lo abstracto a lo concreto en la medida de su desarrollo.

En esta primera parte entendemos que la política “no” se puede estudiar aislada sino todos en conjunto.

Lo político se corrompe como totalidad cuando su función esencial queda distorsionada destruidas en su origen.

Campo político: en todos nuestros espacios tenemos un campo político en la que participamos de manera protagónica levantando una idea de aporte positivo y negativo del entorno social.

En este campo político se observa ciertas deficiencias que nos lleva específicamente a determinar la comunicación en cada contexto desde los inicios del sistema capitalista en el siglo XII.

El poder político de la comunidad como potencia: El ser humano como ser viviente posee una genuina arraigadas ganas de vivir, y en la medida de esa existencia por voluntad propia de cada individuo podemos cambiar nuestras ideas.

El individuo posee facultades y emplea estrategias que le permitan ejercer la voluntad de vivir en plena libertad.

Desde el punto de vista social, nos enseña a transitar por la vida bajo un marco de principios políticos direccionados hacia la comunicación y el respeto.

La política es estratégica porque se dirige a otros humanos y exige la utilización de la razón práctica. Es estratégica sobre todo a la hora de generar las aprobaciones necesarias que permitan la gobernabilidad. Esta política e indispensable puede ser, según el autor “hegemónica”, cuando moviliza el poder de la sociedad y está apoyada en la fuerza y la motivación de una mayoría pluralizada. Sin aprobaciones, dice el autor la acción política (que es siempre histórica, coyuntural, y contingente) no es hegemónica sino dominante. En segundo lugar el autor pone el nivel de las instituciones, y aquí aparece lo social, lo civil, y lo político propiamente dicho, como “grados de institucionalidad de sistemas del campo político lo social; lo civil como no-político. Cabe la posibilidad, como instancias del ejercicio del poder, que las propias instituciones también se fetichicen. En este sentido, “son necesarias pero nunca perfectas.

Otro de los puntos en los que se detiene el autor es el que se refiere a la gobernabilidad, el cual nos lleva al de la legitimidad democrática. En este punto se mejora el concepto que nombrábamos de una democracia participativa. Dice el autor: “…es necesario, idealmente, que todos los ciudadanos puedan participar de alguna manera igualmente con razones (no con violencia) en la formación de consenso, en los acuerdos que se tomen. En este sentido la esfera de la legitimidad es la propia de la razón práctica discursiva”. La participación ciudadana, como lo plasma el autor, es además de una obligación formal democrática, una obligación subjetiva del ciudadano que se vincula voluntariamente a determinadas leyes que disciplinan la vida social. En este sentido dos campos cobran una importancia fundamental: por un lado el sistema de derecho, donde el poder ciudadano es (o al menos debería serlo según el pensamiento del autor) “la última instancia fiscalizadora y por el otro los medios de comunicación como creadores de la opinión pública. La regulación en un sentido democrático de estas dos esferas es fundamental, según el autor, para una gobernabilidad legítima. Por un lado, la construcción de un sistema de derecho donde la participación ciudadana sea la base de fiscalización.

Como condición esencial para una democracia cierta la participación ciudadana, el correcto funcionamiento de las instituciones (no fetichizadas, que deben seguir el concepto de poder obediencial), y la decisión pública. En este sentido refiere el autor: “Debemos operar políticamente siempre de tal manera que toda decisión sea fruto de un proceso de acuerdo por consenso en el que puedan de la manera más plena participar los afectados (de los que se tenga conciencia); dicho acuerdo debe decidirse a partir de razones (sin violencia) con el mayor grado de equilibrio posible de los participantes, de manera pública y según la institucionalidad (democrática) acordada de antemano. La decisión así tomada se impone a la comunidad y a cada miembro como un deber político que obliga legítimamente al ciudadano.

A partir del cuadro de los movimientos sociales, el autor comienza profundizando en el “pueblo” como categoría política. Más allá

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