Psicoanális de Hitler
Enviado por SRHi • 31 de Marzo de 2014 • Resumen • 19.628 Palabras (79 Páginas) • 364 Visitas
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PSICOANALIS DE HITLER
ROBERTO MERLE
RAYMOND DE SAUSSURE
Título del original francés:
PSYCHOANALYSE DE HITLER
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Editado por
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ULTIMAS REVELACIONES
SOBRE HITLER
por
ROBERTO MERLE
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Recientemente apareció en los Estados Unidos un libro que proporciona nuevos datos sobre Hitler. Su autor, G. M. Gilbert, es un psicólo-go de profesión y, como psicólogo, tuvo la suerte excepcional de ser elegido por el comandante de la prisión de Nüremberg como intérprete encargado de la observación de los dirigentes nazis. A toda hora del día tenía libre acceso ante los prisioneros y pudo cómodamente someterlos a tests, estudiar sus reacciones y conversar con ellos. Esa experiencia sensacional se prolongó por todo un año, durante el cual Gilbert tomó nota diariamente, y por lo menudo, de todas sus conversaciones con los ex ministros nazis. Tomó nota, se entiende, no en su presencia, porque ello hubiera disminuido la espontaneidad de sus respuestas, sino inmediatamente después de salir de sus celdas. Hizo más: comprometió a algunos de ellos a escribir informes sobre su propia vida, sobre el movimiento nazi o sobre Adolfo Hitler.
Gilbert no ha revelado aún toda la masa de documentos que así acumuló. Publicó una parte en el Nüremberg Dairy. Acaba de divulgar otra parte en un libro aún desconocido del gran público internacional, con el título The Psychology of Dictatorship (The Ronald Press Com-pany) . Pero conserva como pieza de primer orden un manuscrito de mil páginas sobre Adolfo Hitler. escrito por Hans Frank en la prisión de Nüremberg. A juzgar por los fragmentos que ofrece en The Psychology of Dictatorship, ese manuscrito tiene un interés extraordinario. Hans Frank, antes de adquirir siniestra nombradía como gobernador general de Polonia, fue, durante años, el abogado de Hitler, y antes de la conquista del poder lo defendió en innumerables procesos por difamación contra ataques que a veces se referían al hombre político, pero más a menudo a su vida privada. Frank estaba, pues, mejor situado que nadie para conocer hechos sobre los que Hitler conservaba el silencio más obstinado, aun en presencia de sus íntimos.
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En su libro, Gilbert se apoya, para presentar el "caso Hitler'', en ese testimonio capital de Frank. También dispone de valiosas confidencias orales sobre la vida del Führer, confidencias que él suscitó, durante su año en Nüremberg, en los más antiguos compañeros de lucha de Hitler.
Por fin, aprovecha otros testimonios ya conocidos, pero confirmados en forma impresionante por las informaciones inéditas, especialmente los de Greiner o de Otto Strasser. Greiner, como es sabido, fue un artista plástico, compañero de miseria de los años vieneses de Hitler, y Otto Strasser no es otro que el hermano de Gregor Strasser, rival infortu-nado del Führer en el partido nazi. Gregor fue eliminado durante la purga Roehm, pero Otto pudo escapar al extranjero y decir todo lo que su hermano le había comunicado, y todo lo que él mismo sabía sobre Adolfo Hitler.
Abigarrado de informaciones, informaciones que él compara entre sí y critica, el análisis de Gilbert, trazado con una sobriedad convincente, no descuida factor alguno, público o privado, capaz de dilucidar ese singular destino. Una de las primeras impresiones que se deducen de ese estudio coincide con la que nos había dejado el bello libro de François-Poncet sobre su embajada en Berlín. Puede resumirse así: el destino de Adolfo Hitler fue la única cosa notable de un hombre que, por lo demás, ha sido absolutamente mediocre. Debemos desprender-nos, pues, del mito romántico de los ángeles negros, de los azotes de Dios y de los monstruos históricos más o menos sagrados: un hombre puede hundir al mundo en el fuego y la sangre, sin tener en sí nada de excepcional. Porque no se le puede atribuir un valor extraordinario a lo que fue -fenómeno baladí en psiquiatría- el secreto del hombre que se llamó Hitler: la trasmutación de sentimientos de inferioridad y frustra-ción en superioridad y en odios frenéticos extendidos a grupos enteros.
La influencia recíproca del hombre y el medio es aquí evidente. Hitler no inventó nada. Alemania había vivido largo tiempo obsesionada por la glorificación de la raza, el odio a los grupos no-germanos, la manía de la persecución y el sueño grandioso de la ''misión histórica".
Después de la derrota de 1918, la humillación la precipitó más que P s i K o l i b r o
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nunca en esa megalomanía falaz. Lo que cabe destacar aquí, lo que es capital para la comprensión del movimiento nazi, es que Hitler se sintió forzado a identificarse, para resolver sus conflictos personales, con la conciencia histórica alemana. En realidad, pudo encontrar otras justificaciones a su sentimiento personal de fracaso, distintas a las justificaciones históricas; pero, sin vínculos burgueses y de casta, sin filiación obrera ni campesina, Hitler, en sus años vieneses, era un desclasado, un fracaso, un hombre al margen. No podía identificarse con ningún grupo social o cultural definido, cuyas tradiciones y cuya lucha pudiera hacer suyas. No era sino un hombre alemán abstracto, y lo sabía. No podía, pues, hallar un canal para su furiosa necesidad de agresión, sino inte-grándose en el grupo más amplio y abstracto al que, como alemán, podía por lo menos unirse: la patria. Y pudo hacerlo tanto mejor cuanto que la conciencia histórica de esa patria, herida por la derrota de 1918, hallábase, como la suya después
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