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Redención o rendición: el cuerpo y la colectividad en Vida de Santa María Egipciaca


Enviado por   •  15 de Febrero de 2018  •  Ensayo  •  1.860 Palabras (8 Páginas)  •  153 Visitas

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Lic. en Lengua y Literaturas Hispánicas, FFyL-UNAM

Literatura Española I (Medieval)

Semestre 2016-1  

Negrete Gutiérrez, Ameyalli                                                         312207926

Fecha de entrega: 10/12/2015

Redención o rendición: el cuerpo y la colectividad en  Vida de Santa María Egipciaca 

       

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Hagiografía

La Vida de Santa María Egipciaca tiene un propósito didáctico dentro de la doctrina cristiana, es una versión distinta – menos popular- de María Magdalena. Es la historia de la prostituta hedonista que se arrepiente y abandona la vida del exceso, la se convierte en el estandarte de la redención: cualquiera puede salvarse del infierno si pide perdón y hace penitencia. Su historia recuerda a los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo; donde hasta los más disolutos encuentran absolución por la gracia de una Virgen María clemente.

María es una joven –casi una niña- a la que se describe como bellísima, poseedora de una voracidad sexual extraordinaria, irresistible.  Proveniente de una buena familia, de “grant natura”, se muestra desinteresada en el matrimonio; sabe que para ser libre debe dejar a sus padres y parte a Alejandría. La soledad es una constante en su vida: aún rodeada de amantes y lujos; María es, en esencia, una paria. El aislamiento emocional la hace moverse rumbo a Jerusalén, paga con su cuerpo el precio de su pasaje, tiene sexo con cuantos peregrinos se le cruzan: es el punto álgido de su erotismo desenfrenado como poder y forma de vida “[…] es maravilla que una mujer pueda tener tal dominio sobre los hombres”. Es maravilla y miedo.

En Jerusalén cambia todo. María toca fondo al no poder entrar a la iglesia, la visión de caballeros armados espectrales le impide entrar. No puede contener el llanto y frente a una imagen de la Virgen pide perdón por sus pecados, jura cambiar su vida; regresa al templo, reza, se santigua y una voz cual revelación le dice que deberá buscar su expiación en el río Jordán, vivir en el desierto sirviendo a Dios.

Después de beber el agua que la purifica; María se dedica a vagar por el desierto, se mimetiza con el desierto. Por más de 40 años hace penitencia, termina desnuda y desfigurada, sobrevive por intervención divina ya que no prueba bocado en décadas. En ese estado la encuentra Gozimás, un monje que reconoce de inmediato la santidad en el martirio de María, ella le cuenta su historia y realiza el milagro de levitar. Poco después ella muere, el monje la entierra con la ayuda fantástica de un león.

El cuerpo y la colectividad

El cuerpo es el primer hecho de la existencia humana 1|, todos somos cuerpos dentro de colectividades. En la Vida de Santa María Egipciaca se aprecia el cuerpo como el factor primordial para la integración o la segregación de María al colectivo que es la sociedad cristiana.

Es mediante el cuerpo que se la identifica siempre, el cuerpo deseable de pecadora primero y el cuerpo asexuado de santa después. El texto abunda en descripciones físicas, hay un claro retrato de antes vs. después de la penitencia. La piel, las orejas y los pechos como indicadores del nivel de feminidad contenida en el cuerpo. A mayor feminidad, mayor erotismo; a mayor erotismo, mayor rechazo. El conflicto con la colectividad lo vive a través de lo sexual, su vida sexual es su manera de relacionarse con el exterior, en ella está contenida su individualidad. La colectividad la desaprueba, requiere una claudicación: una vida normal con un matrimonio, como le ruega su madre antes de que parta a Alejandría.

La desnudez

Si María es, esencialmente, su cuerpo; entonces la desnudez del mismo es María en su estado primigenio. En su etapa de prostituta se la describe vestida con opulencia y un claro sentido del goce 1”The body is the first fact of human existence” – David Cronenberg sobre Eastern Promises, 2007.

sensual, cubierta de sedas ella representa los placeres hedonistas que ofrece a los hombres que se ganen sus favores. La desnudez es entonces, un premio; cubrirse sugiere, seduce, promete.

Ya en el desierto, pierde la ropa así como pierde el artificio, el deterioro de su cuerpo hace que la escasez de vestimenta se interprete con pena en vez de deseo. El desnudo pasa de ser identidad a ser una seña de despersonalización, con más exactitud de “desfeminización”. Pierde toda característica que la señale como mujer: ni collares, ni vestidos, ni pechos ni larga cabellera rubia.

La comida y el placer

La penitencia de María no es sólo la privación de la belleza, es la privación del placer. La despreocupación por la muerte y la eternidad que ocasiona el disfrute de la vida terrenal es una constante en el texto. Como refuerzo de los peligros del placer, además de expresar la desaprobación hacia el sexo, hay menciones a la comida como tentación malévola.

“En beber e en comer e follía cuidaba todo el día.” La rutina diaria de María en Alejandría es un ejemplo claro de los problemas cristianos con la comida y el sexo. Cuando el Diablo la tienta en el desierto lo hace recordándole magníficos banquetes mientras sufre con tres míseras hogazas de pan viejísimo. Su proeza más grande no es sobrevivir a la intemperie, sino al hambre. La purificación mediante el ayuno es bien conocida por diversas religiones. Toda necesidad básica es una atadura al cuerpo físico, la privación funge como una cancelación temporal del estado terrenal y acerca a la iluminación divina.

El bajo absoluto

La negación de las necesidades básicas es lo que conduce a María al estado de santidad, la vía a la despersonalización antes mencionada. Dicha negación es también una ruptura de la relación misma con el cuerpo. La deformidad y transformación terminan en el grotesco, sin embargo es un grotesco distinto al que describe Bajtín; no es el extrañamiento que nos recuerda nuestra condición humana irremediablemente atada a la biología, sino todo lo contrario.

La transformación de María nos recuerda que podemos no ser, en vez de recordarnos que irremediablemente somos.

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