Resumen Del Libro La Amortajada
Enviado por rojassabalaga • 29 de Mayo de 2013 • 2.638 Palabras (11 Páginas) • 1.748 Visitas
Lo cíclico en La amortajada
Vimos que Ana María estaba completamente presa en la casa de su esposo, que ni los espacios exteriores ni abiertos la hacían sentirse libre; ahora veremos que en el momento en que ella es depositada en la caja de madera para ser sepultada, todos los espacios contenidos en ese espacio mental que mencionábamos al principio —pues todo lo que hemos revisado está en función de la memoria de Ana María— toman un significado diferente para desprenderse de sentimientos, de personas y de lugares. Al tener a Ana María tendida en su lecho, nos encontramos con la oposición del movimiento y la inmovilidad representada por el espacio y las acciones, y Bachelard nos explica que: “En cuanto estamos inmóviles, estamos en otra parte; soñamos en un mundo inmenso. La inmensidad es el movimiento del hombre inmóvil” (2002: 221). Ana María es presa en su féretro y en su lecho a través de la inmovilidad, pero irónicamente es ahí en donde se sentirá por fin liberada. A partir del momento en que es puesta en el féretro, el espacio mental que menciono ya no volverá a aparecer; ahora es el espacio real el que nos guía en nuestra interpretación, pues Ana María ha dejado de narrar.
Cuando ella está tendida recordando su vida, hace recuento de muchos espacios que la van encarcelando poco a poco. El ponerla en su féretro es la culminación de cualquier espacio cerrado e interior en que pudo haber estado; es la prisión y la inmovilidad por excelencia, pero en ese momento ella físicamente va a realizar un recorrido en los hombros de amigos y familiares hacia el exterior. Primeramente va del cuarto al umbral, símbolo que mencionó anteriormente Ana María en uno de sus recuerdos: “Largo rato permanecí de pie en el umbral de la puerta sin atreverme a entrar en aquel mundo nuevo, irreconocible” (Bombal, 1941: 24). Antes el umbral representaba el paso a un mundo diferente; ahora es el paso obligado hacia la libertad en la muerte, y no es ella la que tiene que atreverse: otros toman por ella la decisión al desplazarla en hombros.
Del umbral pasan a los corredores, y vemos que gradualmente se va abriendo el espacio en que se desenvuelven los personajes que llevan a Ana María, mientras que ella sigue contenida en un féretro. Los corredores habían sido en su vida lugares de recreo y de juego: “Un ancho corredor abierto circundaba tu casa. Fue allí donde emprendiste, cierta tarde, un juego realmente original” (Bombal, 1941: 12); ahora funcionan como el espacio que está después del umbral misterioso, y que conducirá a un nuevo estadio del personaje.
Los corredores conducirán a los personajes y a la amortajada hacia el exterior de la casa, y ya ha dejado atrás esa prisión que la atormentaba. Ni la alcoba nupcial ni los largos corredores, ni la casa: ahora se encuentra en el exterior del fundo de Antonio, rodeada por los muros, pero esos serán traspasados también en su momento. El espacio se sigue abriendo, dando espacio para que Ana María pase y se dirija a su morada final, pero también es cierto que conforme la procesión avanza, el personaje va recogiendo recuerdos de nuevo contenidos en los espacios. Bachelard nos dice que: “En el resplandor de una imagen, resuenan los ecos del pasado lejano” (2002: 8). Ana María ya recordó en su lecho de muerte todos los espacios y su significado en su vida; ahora los vuelve a recorrer para deshacerse de ellos, y tener de esta manera la libertad total, sin rencores, sin deseos incumplidos, y también sin amores que la aten a la tierra.
El cortejo se dirige hacia el cementerio, pero antes pasan por un camino dentro del fundo. Este símbolo del camino lo vimos anteriormente, representado por las calles, que si recordamos, son estrechas e imposibilitan cualquier intento de escape por parte de Ana María. Si antes el camino fue visto como parte de una prisión
—o prisión en sí mismo—, ahora es la vía por la que se dirige a un nuevo mundo que le ofrece libertad. Dentro de la poética del espacio, el camino es definido así: “¿Hay algo más bello que un camino? Es el símbolo y la imagen de la vida activa y variada” (Bachelard, 2002: 42). Ana María no tenía una vida así, porque para ella los caminos representaban prisión; pero a partir de este camino que la conduce al cementerio, su no-vida cambiará no a ser activa y variada, como nos dice Bachelard, pero sí diferente a lo que había conocido. Libre. El camino, pues, representa aquí movimiento: el espacio que conduce a algo nuevo. Como había dicho anteriormente, los espacios se retoman para darles un significado y una función diferentes, e incluso opuestos a como se habían manejado. En eso radica la circularidad.
El camino conduce al bosque, elemento espacial y simbólico que también se había manejado en el espacio de recuerdos de Ana María, como el espacio donde estuvo con Ricardo y descubrió sus sentimientos hacia él: “Hubieras podido llevarme hasta lo más profundo del bosque, y hasta esa caverna que inventaste para atemorizarnos (...)” (Bombal, 1941: 17). Ahora el bosque tiene otro significado; si bien es cierto que Ana María de alguna manera recoge ese recuerdo de Ricardo en el bosque a través de su recorrido para liberarse de él, este espacio ahora simbolizará el regreso a la tierra, a un seno materno: “(...) es un centro de vida, una reserva de frescor, de agua y calor asociados, como una especie de matiz. También es símbolo maternal. Es la fuente de una regeneración” (Chevalier, 1995: 195). Si conjuntamos el espacio que cada vez se va haciendo más extenso (desplazamiento de Ana María hacia lo abierto/exterior) y los símbolos que definen los espacios que se manejan, veremos que tanto el personaje como el espacio están entrando en un ciclo: el personaje muerto se está dirigiendo a la madre, hacia la vida —después de la vida.
El bosque tiene caminos que conducen al campo, por donde llevan el cuerpo de Ana María. Al ir caminando a campo traviesa, el espacio se ha convertido en lo más externo y extenso, y al ser la máxima expresión de lo abierto; el sentido cíclico de la narración tendrá que ir cerrando los espacios, como lo veremos más adelante. La secuencia de cuarto-umbrales-corredores-exterior de la casa-camino-bosque-campo traviesa, como podemos observar, va de menor espacio a mayor; y los espacios que se presenten en adelante serán encaminados hacia lo interno y cerrado, dándonos otro tipo de simbología: el retorno al seno materno.
Recordemos que Ana María está siendo trasladada al cementerio dentro de una caja de madera. Este espacio cerrado que confina al personaje al interior más sofocante no sólo se va a seguir oponiendo a los espacios abiertos y extensos, sino que va a funcionar ya no como cárcel, sino simbólicamente
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