Resumen El heroe discreto
Enviado por Fiorella Peralta • 2 de Octubre de 2020 • Resumen • 1.496 Palabras (6 Páginas) • 1.018 Visitas
Capítulo I
Felícito Yanaqué, dueño de la empresa de Transportes Narihualá, vivía en el centro de Piura, un día recibe una carta sospechosa cuyo objetivo era extorsionarlo pidiéndole quinientos dólares con el fin de protegerlo a él, a su familia y a su empresa, ya que en los últimos años la delincuencia había aumentado en Piura, y por ese pago él se iba asegurar de no sufrir ningún contratiempo; dicha carta tenía como particularidad que llevaba como firma un tosco dibujo de lo que parecía una arañita.
Dicha carta lo dejo con la incertidumbre de si era algo para tomar en serio, o una simple broma. Mientras se dirigía a su trabajo estuvo pensando en ello, hasta que tomó la decisión de ir a la policía y presentar una denuncia, sin embargo, el sargento a cargo no le dio mucha importancia a dicha misiva y solo se limitó a tomar los datos del Sr Yanaqué, pidiéndole que, si se presentara otra carta, le avisara para que la policía pueda tomarlo en cuenta. Esa reunión con el sargento le dejo de todas maneras un sin sabor, y con la duda si en serio lo ayudarían o quizás dicha carta pudo haber salido de la misma policía, ya que de por si se cree, que la policía es la institución más corrupta del estado.
Felícito tenía una buena amiga, la única en realidad, a la cual le confiaba todo, muchos creían que era una bruja por su forma particular de vestir y su estado un poco desaliñado, pero la verdad es que Adelaida, solo era una mujer sola con vida de anacoreta que se le daba bien las inspiraciones como ella las llamaba, que para otros podrían considerarse adivinaciones.
Felicito le tenía mucha fe a Adelaida ya que hace más de veinticinco años que la conocía, y los consejos que ella le había dado siempre le habían resultado favorecedores a Felicito. Como se dio hace unos años atrás cuando él aun era chofer de carga y por una inspiración de Adelaida en la cual le pidió que no se subiera al camión que manejaba o en su defecto fuera mas cuidadoso, es que el seguía vivo. Y a lo largo de su amistad, ella lo había aconsejado en los proyectos de su empresa y siempre había resultado correctamente. Después de estar al tanto de lo que la misiva decía Adelaida le recomendó hacer el pago de los quinientos dólares.
Capítulo II
Don Ismael pasó por la oficina de Rigoberto, proponiéndole almorzar juntos. Rigoberto pensaba para sus adentros que esa invitación se trataba de una forma de persuadirlo de su pronta jubilación.
En esta ocasión, no fueron al restaurante donde estaban acostumbrados a ir, sino que Don Ismael, llevo a su empleado a la Rosa Náutica, fue una vez sentados allí, que le hizo una confesión y a su vez una pregunta. Ismael volvería a contraer nupcias, y con su empleada Armida, a quien le llevaba como treinta y ocho años, pero que eso no era impedimento para sus noches de pasión.
Ismael estaba decidido a casarse, más que nada para darle una lección a los holgazanes de sus mellizos, que con cuatro décadas encima no hacían mas que malgastar la fortuna de su padre y manchar el apellido.
Capitulo III
Felicito recibió la segunda carta de la arañita a los pocos días después de la primera, pero esta vez la recibió mientras visitaba a Mabel.
Mabel era una linda morena de cabellos lacios y boca carnosa, a quien conoció mientras estaba en el estadio con su amigo el Colorado Vignolo, fue este quien le conto el oficio de Mabel, que no era ser puta, pero que si una cortesana o algo así. Vignolo le consiguió el numero de Mabel a su amigo y después de algunas cuantas salidas y compras por fin logro acostarse con ella, y el día que eso sucedió fue el mas feliz para Felicito.
Felicito se hizo responsable de ella, a tal punto que le pagaba el alquiler de la casa y todas las cuentas además de una mensualidad, y así pasaron ocho años.
Si bien es cierto, Felicito era un hombre casado, pero casado a la fuerza con Gertrudis, una mujer no muy bella de físico de un corazón pequeño y siempre vestida con ropas feas, añadido a esto un olor a cebolla y ajo siempre, hija de La Mandona, que esta tenía una pequeña pensión, en un pequeño pueblo que era pobre. Felicito siempre solía ir a la pensión en donde los fines de semana solía haber fiestas, luego de un par de tragos él
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