Resumen de Leviatán - Thomas Hobbes

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Leviatán, Thomas Hobbes

En principio, Thomas Hobbes define al hombre como un ente libre, pero siempre con ánimos de dominio. En cuyos inicios de su existencia se regía más por la “pasión” que por la razón, esto quiere decir que interponía sus instintos naturales y sus deseos ante cualquier otra cosa, y no distinguía entre el bien y el mal. La premisa que reinaba en aquellos tiempos por sobre todas las cosas era la llamada “ley del más fuerte”, dominar para subsistir. Esto dio como resultado que el mayor enemigo del hombre fuera el hombre mismo.

Es por eso que conforme fue pasando el tiempo y el hombre iba evolucionando, en él se comenzó a desarrollar una mayor consciencia de sí mismo y de su entorno. Y sobre todo nació en él una consciencia de seguridad, de autoprotección; es decir, cuidar su propia conservación.

Es así como el hombre en su afán de protegerse, se ve obligado a cambiar sus principios de vida y recurrir al planteamiento de otros sistemas de interacción con su propia especie y con su entorno para asegurar su subsistencia y conservación. De este modo surge lo que hoy llamamos Estado.

Un Estado, en pocas palabras, es la conjunción de individuos en grupos regidos por un beneficio en común, el cual en principio fue la seguridad. Estos grupos se crean gracias a un pacto social el cual confiere que dicho contrato debe atender al bien común y no a las particularidades. Es decir, todas las voluntades de los individuos que forman parte de un mismo grupo se unen para crear una voluntad en común, confiándole dicha voluntad a un solo individuo que tiene por obligación velar por el bien común de todo el que forme parte del Estado, asegurando la paz y la seguridad fuera y dentro del Estado. Al titular de dicho poder que le otorga el Estado se le llama soberano.

Suena simple el hecho de crear un Estado, sin embargo, por la misma naturaleza del hombre, no resulta tan fácil la conformación de dicha estructura social, ni está asegurada su efectividad ni su estabilidad. Tal como lo menciona Hobbes, el hombre está en continua pugna por saberse mejor que los demás, lo cual lo lleva a una constante divergencia y, en muchos casos, rivalidad. Lo cual a la postre, puede causar guerras y conflictos.

A pesar de esto, el hombre es consciente de que el único camino para erigir semejante bien común que les asegure su propia conservación es conferir todo su poder a un solo individuo, o en su defecto, a un grupo de hombres elegidos que tengan la capacidad de reducir las voluntades de todos a una sola voluntad común. En pocas palabras, el hombre cede su derecho de gobernarse a sí mismo con la condición de que los demás también lo hagan y con la convicción de lograr un beneficio común.

De esta manera, esta estructura social está compuesta básicamente por dos personajes: el soberano y los súbditos. El primero, como ya se ha mencionado, es la cabeza del estado; y existen dos formas para nombrar a dicho soberano. La primera es por sometimiento, es decir, cuando un hombre es capaz de dominar a otros sin que estos puedan oponerse. La otra forma es por designación, es decir, los hombres se ponen de acuerdo para otorgar la soberanía a un hombre o grupo de hombres de su confianza para ser gobernados.

En teoría, el soberano deberá actuar con justicia. En este sentido, Hobbes menciona que el soberano puede cometer inequidad pero no injusticia, esto es porque todo lo que haga estará respaldado por sus súbditos ya que al final está velando por los intereses de la comunidad. Al momento de pactar la creación del Estado se obliga a no renunciar al gobierno, no pactar contratos con otros hombres o, incluso, con otro Estado y mucho menos atentar en contra de su soberano o en contra del Estado mismo; ya que hacer esto se consideraría una traición a ellos mismos, ya que los súbditos fueron los que crearon el Estado y designaron a su soberano.

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