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Resumen del libro: "El Poder del Pensamiento: Su Dominio y Cultura" de Annie Besant

Juan Villalobos OrtegaResumen27 de Marzo de 2024

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Resumen del libro: "El Poder del Pensamiento: Su Dominio y Cultura" de Annie Besant

"El Poder del Pensamiento" es una de sus obras en las que explora los aspectos del pensamiento humano, su naturaleza, su influencia en nuestras vidas y cómo podemos dominarlo para lograr un mayor crecimiento personal y espiritual. Besant discute temas como la importancia del pensamiento positivo, la concentración mental, la meditación y la conexión entre el pensamiento y la realidad.

El libro proporciona una perspectiva teosófica sobre el poder del pensamiento y cómo podemos utilizarlo de manera constructiva para mejorar nuestras vidas y contribuir al bienestar general. Es una lectura que puede resultar inspiradora y edificante para aquellos interesados en explorar el potencial del pensamiento humano desde una perspectiva espiritual.

Introducción

El valor del conocimiento se evidencia en su capacidad para purificar y ennoblecer la vida. Todo estudiante ansioso aspira a aplicar el conocimiento teórico adquirido en el estudio de la Teosofía para evolucionar su propio carácter y contribuir al bienestar de los demás. Esta serie de artículos, siendo éste el primero, se dirige a tales estudiantes con la esperanza de que una comprensión más profunda de su propia naturaleza intelectual los motive a cultivar lo bueno y erradicar lo malo. La emoción que impulsa a llevar una vida noble solo se materializa plenamente cuando la claridad de la inteligencia ilumina nuestro camino, de lo contrario, corremos el riesgo de desviarnos sin percatarnos hasta caer en el abismo del mal. La ignorancia es la privación de conocimiento, el primer paso hacia la separación, y solo su completa desaparición puede devolvernos la paz eterna.

El Yo (Self) como Conocedor

Al estudiar la naturaleza del hombre, distinguimos al Hombre del vehículo que utiliza: el Yo viviente de las vestiduras que lo envuelven. Aunque el Yo es uno, sus manifestaciones son diversas al operar a través de diferentes tipos de materia. Cada Yo humano es un rayo del Yo supremo, y aunque todos pueden murmurar "Yo soy El", nos enfocamos en un único rayo para nuestro propósito actual. La Conciencia es una unidad, y las divisiones que percibimos son o bien para propósitos de estudio o bien ilusiones causadas por las limitaciones de nuestra percepción en los mundos inferiores. Aunque las actividades del Yo puedan parecer separadas en querer, sentir y conocer, en realidad no hay separación de substancia; todo el Yo participa en todas las funciones. El Yo, en su esencia, es el Uno consciente, senciente y eterno que reconocemos en nosotros mismos como seres individuales.

El No-Yo como lo Cognoscible

El Yo, cuya naturaleza es conocimiento, ve reflejadas en sí mismo numerosas formas y aprende que no puede querer, sentir ni conocer a través de ellas. Descubre que estas formas no están bajo su dominio como la primera forma que reconoció erróneamente como él mismo. El no-Yo se convierte en todo lo que el Yo separado no es, en lo que no quiere, siente ni conoce. Aunque los vehículos del Yo sean parte del no-Yo, son objetos de conocimiento, lo cognoscible pero no el Conocedor.

El Conocedor

Para que el Yo pueda ser el Conocedor y el No-Yo lo Cognoscible, debe haber una relación definida entre ellos. El No-Yo afecta al Yo, y viceversa, creando así una relación de conocimiento. La naturaleza de esta relación es esencial para comprender el conocimiento en su totalidad. Implica la dualidad entre el Yo y el No-Yo, una conciencia de ambos que es necesaria para el acto de conocer. El Conocedor, lo Cognoscible y el Conocer son aspectos esenciales que deben ser comprendidos para dirigir el poder del pensamiento hacia su verdadero propósito: el auxilio del mundo y la búsqueda de la paz.

Capítulo 1: La Naturaleza del Pensamiento

La naturaleza del pensamiento puede ser analizada desde dos perspectivas: desde el punto de vista de la conciencia, que es conocimiento, o desde el punto de vista de la forma, a través de la cual se adquiere ese conocimiento y cuya susceptibilidad a las modificaciones permite su adquisición. En filosofía, debemos evitar dos extremos que ignoran cada uno un aspecto de la vida manifestada. Uno de ellos considera todo como conciencia, ignorando la importancia de la forma para condicionarla y hacerla posible. El otro considera todo como forma, ignorando el hecho de que la forma solo puede existir gracias a la vida que la anima.

La materia y el espíritu, la forma y la vida, el vehículo y la conciencia, son inseparables en la manifestación y constituyen los aspectos indivisibles de una Existencia no condicionada, que solo se hace conocida cuando se manifiesta como la Raíz del Espíritu y la Raíz de la Materia. En toda manifestación, la Raíz del Espíritu da origen a una triple conciencia, mientras que la Raíz de la Materia da origen a una triple materia. Estas son las expresiones temporales de los dos aspectos de la Existencia no condicionada, la cual permanece incognoscible para la conciencia condicionada. Al igual que una flor no puede ver la raíz de donde crece, aunque su vida dependa de ella, la conciencia como Conocedor tiene la función de reflejar dentro de sí misma el No-Yo.

El Conocedor, a través de su vehículo, recibe los rayos reflejados del Yo Uno, creando así imágenes dentro de sí mismo que son las reflexiones del mundo externo. En las etapas iniciales de su conciencia, el Conocedor no conoce las cosas en sí mismas, sino únicamente las imágenes producidas por la acción del No-Yo. La mente, como vehículo del Conocedor, ha sido comparada con un espejo en el que se reflejan las imágenes de los objetos colocados frente a él. No conocemos las cosas mismas, sino solo las imágenes que ellas producen en nuestra conciencia.

El conocimiento perfecto se alcanza cuando la conciencia, después de una larga evolución, desarrolla el poder de reproducirse a sí misma. En este estado, el Yo se identifica con todos los demás Yos y ve la materia solo como algo relacionado con todos los Yos por separado. Esta unión marca el triunfo de la evolución, cuando la conciencia se conoce a sí misma y a los demás, y se realiza la identidad entre el conocedor y lo conocido.

Para comprender la naturaleza del pensamiento, debemos estudiar esta maravillosa naturaleza del Yo, que se manifiesta a través del conocimiento. Las vibraciones son fundamentales en esta comprensión, siendo el movimiento la raíz de todo. La vida y la conciencia son resultado del movimiento, que se manifiesta en diferentes formas de vibración. El pensamiento es una reproducción dentro de la mente del Conocedor de aquello que no es él mismo, generado por combinaciones de movimientos de ondas. Estas vibraciones establecen y mantienen la cadena del conocedor, lo conocido y el conocimiento.

CAPÍTULO 2

EL ORIGEN DE LA ILUSIÓN

Una vez que el discípulo alcanza la indiferencia hacia los objetos de percepción, debe dirigirse hacia el Raíz de los Sentidos, el Productor del Pensamiento, aquel que despierta la ilusión. "La Mente es el gran destructor de lo Real", como se ha escrito en uno de los fragmentos traducidos por H. P. B., del Libro de los preceptos de Oro, un exquisito poema en prosa que es una de sus más valiosas contribuciones al mundo. No hay un título más significativo para la mente que "El Creador de la Ilusión". La mente no es el Conocedor, y siempre debe ser cuidadosamente distinguida de él. Muchas confusiones y dificultades que enfrenta el estudiante surgen de olvidar la distinción entre el que conoce y la mente, que es solo un instrumento para obtener conocimiento. Es como si el escultor estuviera completamente identificado con su cincel. La mente, fundamentalmente dual y material, consiste en el Cuerpo Causal y Manas, la Mente abstracta, y el Cuerpo Mental y Manas, la mente concreta. Manas mismo es una reflexión en la materia atómica de aquel aspecto del Yo que es conocimiento. Esta mente limita al Jivatman, que, a medida que aumenta su propia conciencia, se ve obstaculizado por ella en todas partes. Es como si un hombre que se pone unos guantes gruesos para hacer algo encontrara que sus manos han perdido gran parte de su sensibilidad, su delicadeza y su habilidad para manejar objetos pequeños, solo pudiendo agarrar objetos grandes y sentir contactos fuertes. Lo mismo ocurre con el Conocedor cuando está revestido de la mente. La mano está presente, al igual que el guante, pero sus facultades están muy limitadas en el Conocedor, al igual que la mente, cuyos poderes están restringidos en su expresión. En los siguientes párrafos, nos referiremos a la mente concreta como manas, el cuerpo mental y Manas. La mente es el resultado del pensamiento pasado y se modifica constantemente por el pensamiento presente; es algo preciso y definido, con ciertas capacidades y limitaciones, fuerza y debilidad, que son el resultado de actividades en vidas anteriores. Es tal como la hemos moldeado; no podemos cambiarla rápidamente, ni trascenderla con un simple esfuerzo de voluntad, ni deshacernos de ella instantáneamente. Tal como es, nos pertenece; es una parte del No-Yo adaptada y moldeada para nuestro propio uso, y solo a través de ella podemos conocer.

Todas las impresiones que recibimos del exterior se hacen en esta esfera ya activa, y la masa de vibraciones existentes modifica y es modificada por la nueva recepción. La resultante no es, por lo tanto, una reproducción exacta de la nueva vibración, sino una combinación de esta con las vibraciones que ya están actuando. De manera similar, como ejemplo de la luz, si ponemos un trozo de cristal frente a nuestros ojos y miramos objetos

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