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Resumen Ética protestante y el espíritu del capitalismo


Enviado por   •  2 de Junio de 2017  •  Monografía  •  1.525 Palabras (7 Páginas)  •  537 Visitas

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                        Universidad de Concepción

                        Facultad de Cs. Sociales

                        Departamento de Sociología

                         

         

Monografía

Max Weber: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”

Weber, Max. (1991). La ética protestante y el espíritu del capitalismo, (novena ed.). México: Premia.

          Max Weber tomó la Alemania del siglo XX como objeto para estudiar, mediante su método de “tipos ideales”, la relación entre el sistema capitalista industrial, la clase burguesa y la religión; llegando a una muy reconocida conclusión: que el protestantismo otorgaba a la gente una ética que generaba un ambiente propicio para el desarrollo del capitalismo. Ahora bien, ¿Qué fue lo que llevó a Weber a dicha conclusión? Esto será lo que explica en su obra “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905), que se encuentra dividida, primeramente, en dos partes (“El problema” y “La ética profesional del protestantismo ascético”). Y luego, cada parte se divide en subtemas denominados: “Confesión y estructura social”, “El espíritu del capitalismo”, “Concepción luterana de la profesión”, “Los fundamentos religiosos del ascetismo laico” y “La relación entre el ascetismo y el espíritu capitalista”, cuyos contenidos serán brevemente revisados en esta monografía.

          En primer lugar, establece que en el siglo XVI “las más ricas poblaciones, se habían convertido al protestantismo”, quedando los católicos en una situación desventajosa respecto del capital. Pese a que la dominación religiosa  impuesta por la Reforma a la vida personal y colectiva de las personas fue mucho más dura y estricta, tuvo una buena acogida entre los burgueses, quienes no sólo la aceptaron como propia, sino que también la defendieron (enalteciendo sus planteamientos sobre el trabajo, la honradez, el ahorro, etc.), al mismo tiempo que se criticaba duramente a la Iglesia Católica por  ser “extremadamente suave” e indulgente. Arrojan además sus estadísticas, que existe una diferencia entre el tipo de estudios por el que optan católicos y protestantes. Mientras los primeros manifiestan una clara preferencia por el área humanista; los segundos, se abocan principalmente al área industrial y mercantil.

           Los protestantes consideran esta inclinación humanista y el gusto por la vida contemplativa y alejada como una manifestación de su pereza. En tanto, los católicos retribuyen la crítica clasificando a los protestantes de materialistas (como “consecuencia de la laicización de todo el repertorio vital” que ellos mismos emprendieron). Así como el católico prefiere una vida tranquila, segura y un tanto más austera, el protestante –en cambio- está mucho más dispuesto a la aventura y al peligro, a correr riesgos. Y, si bien varios de los ideales de piedad católicos se mantuvieron intactos en el protestantismo, se vuelven a diferenciar en otro punto muy importante, el de la confesión. Para el protestante esta última no es tan fundamental como lo es la conducta (fuerte aprecio del trabajo, de la familia, de la pureza y del ahorro, en desmedro de vicios como el alcohol, las fiestas, etc.). Weber menciona dos ejemplos que reflejan el espíritu incansablemente laborioso de los protestantes: En primer lugar, los hugonotes en Francia; y el de los menonitas, eximidos del servicio militar por su gran capacidad laboral.

          Luego de esto, Max Weber intenta aproximarse a una definición sobre “el espíritu el capitalismo”, tarea bastante difícil. Se sabe, en una primera instancia, que su ética plantea  que la acumulación de riquezas es el fin máximo en sí de la existencia humana. Para la mentalidad capitalista, lo correcto es acumular dinero tanto como sea posible, aumentar las riquezas sin un fin distinto que aquel mismo: el de incrementarlas. El goce del beneficio o el descanso no constituyen un fin, así como las riquezas no constituyen un medio para obtenerlos.

          Ahora bien, este espíritu capitalista debió enfrentar obstáculos antes de poder asentarse, por ejemplo, la conducta tradicionalista de “ganar lo suficiente para seguir viviendo”. Y ni la baja de salario ni el trabajo a destajo fueron capaces de superar terminantemente esta situación. El catolicismo, por su parte, estaba muy bien adaptado a este espíritu tradicionalista (evidencia que aún puede apreciarse en Lutero). Posteriormente, se llega a la conclusión de que únicamente a través de una educación religiosa y moralizante respecto del trabajo y la economía, se puede conseguir el aprecio del trabajo, de la profesión, como un fin por sí solo.

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