Resumen.
Enviado por bluediamonds • 20 de Junio de 2013 • Resumen • 3.892 Palabras (16 Páginas) • 267 Visitas
“Cada vez que pienso, en lo que he hecho de mi vida, y miro hacia atrás, al pasado, no puedo más que decepcionarme y entristecerme enormemente, porque que mi vida no es lo que yo esperaba, ni lo que soñé cuando era pequeño, ahora ni siquiera sé si tengo vida, pero creo que no…
Soy un vampiro, y pasé 150 años de sufrimiento, más que nada, buscando una manera de liberar al gran amor de mi vida de una maldición que la mantenía prisionera bajo la iglesia de Mistic Falls. Katherine, era su nombre; la chica más hermosa que haya visto en mi vida, de tez pálida, ojos marrones y cabello castaño, un ángel; sensible y coqueta. Cuando llegó al pueblo, no pude más que cortejarla, porque la quería para mí, me enamoré de ella, desde el primer momento que la vi paseando por los jardines de mi casa en una de las visitas de negocios de su “padre”
La creí muerta, los hombres del pueblo se enteraron de la existencia de los vampiros y no dudaron ni un momento en exterminarlos. Lloré por ella, cuando supe que los habían quemado en la iglesia, morí por ella intentando rescatarla, y para permanecer toda la eternidad a su lado me convertí en el monstruo que soy hoy, un monstruo que nunca quise ser, que abomino, pero al cual acepté para permanecer toda la eternidad a su lado, perdí mi humanidad… por amor, y ahora sé que no valió la pena…
Busqué miles de brujas que rompieran el hechizo, busqué todo lo que era necesario para traerla de vuelta, maté para obtenerlo, sólo para darme cuenta de que ella me había engañado, nunca estuvo prisionera, había escapado antes y no se contactó nunca conmigo. Y hoy entiendo el por qué, porque ella nunca me amó, “siempre fue Stefan” y yo sólo era un juguete que le entretenía en sus horas de aburrimiento, sí, porque no sólo estaba conmigo, yo no era el único hombre al que se entregaba por las noches, también estaba mi hermano; el perfecto y adorable Stefan…
Y es que yo era feliz, tan feliz que creía sin peros, todas las palabras que me susurraba al oído, cuándo permanecíamos juntos, la miraba a los ojos e intentaba ver ese brillo especial, que sabía, por los libros, que poseían las personas enamoradas. Jamás lo vi… Y yo sólo necesitaba que por primera vez alguien me amara incondicionalmente…
Pero, ahora lo pienso con más claridad; Katherine nunca dijo que me amaba, nunca, pero yo no quise verlo hasta hoy, hoy que ya no puedo llevar más lejos esta mentira sobre quién soy. Con ella, yo sólo era yo, yo mismo, sin tapujos, ni murallas alzadas, a ella le mostraba aquel lado que permanecía oculto para el resto del mundo… me mostré vulnerable frente a sus ojos, porque la amaba, yo sólo deseaba sentirme amado, quería experimentar el amor…
Y eso no es lo que más duele, si no sentir que desperdicié tantas cosas que ya no podré volver a vivir, a experimentar, porque soy un vampiro, una abominación de la naturaleza, un monstruo… No tendré hijos, ya no volveré a sentir el calor del sol sobre mi piel, estoy condenado a alimentarme de sangre, a matar y lo peor es que de esta forma nadie me querrá, porque nunca nadie me ha querido, ni mi padre, ni Katherine, o Stefan, sólo mi madre, o eso quiero creer, porque la sola idea de lo contrario es deprimente… A ella no llegué a conocerla, murió cuando nací, y sé que mi padre nunca me quiso, porque para él yo era el culpable de su muerte. Stefan siempre fue su preferido, su hijo menor, el fruto del gran amor con su nueva esposa, fue el que le trajo luz a su vida, mientras a mí me veía como al bastardo que le recordaba su desdicha…
Lo sé, porque muchas veces me lo dijo así sin más desde que tengo uso de razón, Sin importarle que tan crueles eran esas palabras para un niño de tan poca edad…
Siempre me esforcé en complacerlo, para que me aceptara, pero todo resultaba inútil, siempre veía algo malo en las cosas que hacía. Me obligó unirme al pelotón de guerra, creo que para librarse de mí, pienso que lo único que deseaba era que me fuese y ojalá nunca regresase a su vida y a su perfecta nueva familia…
A Stefan yo siempre lo quise y lo he querido, porque es mi hermanito pequeño, a pesar de todo… Pero no puedo evitar envidiarlo, a él siempre se lo dieron todo, yo en cambio, tuve que trabajar día a día, desde los doce años, en el aserradero, para poder vivir bajo el mismo techo que mi padre. A Stefan, todos lo querían; Giusseppe, el frío Giusseppe era el hombre más cariñoso con él, nunca dudó en darle algo, para mi padre, Stefan era el único hijo que merecía llevar el apellido Salvatore. Su madre lo cuidaba cada noche que amanecía enfermo, permaneciendo a su lado, mientras yo, para no molestar a mi padre, me encerraba en mi cuarto en silencio, pidiendo a escondidas, algo a las empleadas para sentirme un poco mejor. Noches enteras, lloré, ahogando mis sollozos, preguntándole a Dios, “por qué se había llevado a mi madre, y me había dejado solito”, suplicándole que algún día mi padre cambiase y me amara tanto como amaba a Stefan. Suplique tanto, sin ver nada a cambio, que dejé de creer que aquel ser tan bondadoso existiera, porque de ser así creo, me hubiese ayudado antes. Y así, es que creé, una muralla, para no dejar pasar a nadie que volviera a hacerme daño, porque no quería continuar sufriendo, sólo quería ser feliz o tal vez ni siquiera aspiraba a eso, si no sólo a dejar de sufrir, no volver a ser lastimado. Lo envidié antes y lo envidio ahora, por poseer el amor de Katherine y estar a su lado, porque se suponía que ella sólo me amaba a mí, y sólo yo sería convertido, y viviría a su lado toda la eternidad…”
Miro todo lo que he escrito, y me doy cuenta que si querer, las lágrimas corren por mi rostro, acumulándose en mis ojos, y no me permiten continuar escribiendo. Necesito despejarme unos momentos, los recuerdos de todo lo que he guardado y me he forzado a olvidar por años, en este momento me ahogan, porque aún son heridas que duelen y no han cerrado…
Tomo mi cazadora, desde el respaldo de la silla y guardo las hojas que he estado usando en el fondo de un armario, aprovecho de tomar una botella de bourbon, mientras salgo, para relajarme. Al salir, me encuentro con el viento frío de una noche tranquila. Y comienzo a caminar recordando…
“Llegaba a casa de noche, luego de recoger todo el día madera para el aserradero, venía cansado, hambriento y helado. Una lluvia lo había sorprendido dejándolo empapado, y sin poder cambiarse, hasta ahora que llegaba a casa, pero todo estaba en silencio, y las luces todas apagadas.
Entró en silencio, lo último que deseaba era que lo regañasen por no dejarlos dormir, así que fue a su cuarto, tomó una ducha caliente y se puso la piyama. Bajó a la cocina por algo de comer y casi se muere de un infarto al ver en medio
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