Saucedo Mondragon -- Entre El Salon De Clases Y El Futbol

Saucedo Mondragón, “Entre el salón de clases y el futbol”

Emotiva lectura que despierta el compromiso, y el amor a lo que se hace, a servir, a ayudar, en los que tienen a su cargo la educación de los niños, cargo que no debe ser una carga para los que verdaderamente tienen la auténtica vocación de llenar el mundo de hombres y mujeres buenos, que hagan el bien a sus semejantes, sin distinción.

El autor Eriberto Saucedo Mondragón, maestro por vocación, nos muestra también la importancia de la promoción de los valores mediante el ejemplo, y fungiendo el docente como eje de integración entre los miembros del grupo escolar. El maestro debe ser el guía en esta travesía-excursión por la vida, en la que los alumnos van descubriendo en el trayecto las novedosas experiencias cotidianas que los irán formando como personas. El respeto a la dignidad de cada persona, el trabajo cooperativo, la causa común, la integración, serán indicaciones dadas por el guía para sortear los encre

spadas montañas de la discriminación y llegar a la sima de la plenitud como personas, plenitud que ha de entenderse no como una aspiración egoísta de poder o riquezas, sino como la felicidad, la igualdad y la paz entre los individuos.

La interesante lectura comienza cuando en la junta de maestros, uno de ellos, el autor, toma la palabra para explicar a sus colegas la importancia de que los niños construyan sus aprendizajes, participe más de manera activa, de tal manera que el maestro se convierta en un promotor de la curiosidad innata del niño, de su deseo inherente de descubrir, de conocer, de aprender, y no un mero repetidor de conocimientos hechos, terminados, como decía un gran maestro que tuvimos el privilegio de conocer: “si le das los conocimientos ya construidos, ya terminados al niño, es como si le contaras de una película sólo el principio y el final”.

Falta lo intermedio, la trama, el desarrollo importante de cómo se fueron dando las cosas, de cómo fueron evolucionando las formas de resolver la situación, para llegar al feliz final que no hubiera sido posible sin los tropiezos, sin las caídas y levantadas, sin los intentos fallidos y exitosos por querer resolver un problema. El aprendizaje que da la experiencia, el haber vivido una situación, no puede ser sustituido con ninguna charla esporádica sobre un tema.

o es lo mismo ser actor que ser espectador, ser testigo que escuchar un rumor. Lo mismo sucede con el aprendizaje, “Si lo veo lo olvido, si lo escucho, puedo tal vez recordarlo, pero si lo veo, lo oigo y lo hago, lo entiendo”. 1

Y es que el alumno construye el conocimiento a partir de su interacción con el entorno físico y social, a través de la creación de sus propias hipótesis, las cuales una vez comprobadas o refutadas, perduran en la memoria y conforman el aprendizaje. 2

Sin embargo, es muy común en nuestros tiempos escuchar comentarios al respecto que nos hablan de que el maestro debe de “enseñar al alumno”, dando por hecho, dicho con un poco de sarcasmo, que el docente es el poseedor del saber, y el alumno un ser ignorante y urgentemente necesitado de una institución como la escuela para ser rescatado de la oscuridad de la incultura. Tal como en la lectura algunos maestros y la directora se oponían a la propuesta del maestro Eriberto de lograr que los alumnos sean los arquitectos de su aprendizaje.

Este fue el caso que nos habla la lectura, el de un niño llamado Francisco, quien había reprobado ya tres años, y que los maestros y alumnos ya no soportaban por su agresividad, era un caso perdido y la gran mayoría estaba de acuerdo en que fuera enviado a continuar con sus estudios a la primaria nocturna, ya que por la edad

ya era candidato para poder ingresar a dicha institución para los adultos.

Pero el maestro

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