Signos Y Simbolos
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Ensayo
Metáfora, símbolo y signo
Por Dustin Muñoz
Santo Domingo, República Dominicana.
12 de marzo de 2006
Este ensayo está orientado a la reflexión sobre la diferencia entre signo y símbolo y la relación con la metáfora, así como con otros términos como analogía, alegoría y fábula.
Una de las dificultades que nos plantea el símbolo es la vaguedad con la que a menudo se utiliza el término y la confusión que existe entre símbolo y signo. La falta de precisión en el uso y definición de éste, constituye una problemática en el estudio de lo simbólico y también de la metáfora como símbolo lingüístico.
Signo "del latín signum, seña, señal. Y símbolo del griego sym-ballo, arrojar juntas dos cosas, volver a reunir como señal de reconocimiento, dos partes de una misma realidad que antes estaban separadas. Ejemplo, partir una vasija para dos amigos como testimonio de amistad o pacto. Si nos remontamos ala etimología griega, símbolo significa reunir, juntar, asociar. Para los griegos el símbolo implicaba una complementación racional; que solo era posible por la capacidad cognoscitiva del ser humano, con todas sus facultades de inducir, deducir, intuir e imaginar. Sin embargo a pesar de estas significaciones, el término griego era usado también en el sentido de signo, es decir, algo que en determinados contextos, sustituye a otra cosa. Pues el verbo griego de donde proviene insinúa que originalmente estaba presente la idea de analogía entre signo y símbolo que todavía sobrevive en algunas de las modernas acepciones del término.
Vemos que la tendencia a identificar o asociar símbolo con signo, es muy antigua, de manera que se hace evidente que para una valoración más plena del concepto de símbolo se hace necesario establecer ciertas distinciones entre símbolo y signo. El signo es una cosa que vemos y nos lleva a conocer algo que no vemos, sustituye u ocupa el lugar de otra cosa: como el humo, la existencia del fuego; las huellas, el paso de un animal; ciertas nubes, posibilidad de lluvia y una bandera colorada, muestra de peligro. Los signos más bien dan a conocer algo que ellos no son.
Los símbolos son más densos de sentido, y tienden a crear comunión, correspondencia: no sólo notifican, sino que evocan. En este sentido, todo símbolo es signo, pero no todo signo es símbolo. El símbolo participa de la realidad simbolizada. La bandera dominicana, por ejemplo, a primera vista es un signo para cualquier ser racional que percibe sólo un lienzo tricolor adherido aun asta y que representa una señal de algo. Sin embargo, para un dominicano ese mismo objeto es símbolo, pues la bandera para él participa del poder y dignidad de la nación; una afrenta a la bandera es una afrenta a nuestra nación. Pues el símbolo participa de una realidad que se hace inteligible a través del mismo símbolo.
En esto el símbolo se distingue del signo, este no guarda relación de necesidad con lo que señala, podría ser cambiado a voluntad; mientras que la participación simbólica está relacionada analógicamente entre el orden natural y el orden espiritual. El río como símbolo del fluir de Heráclito participa en cierto modo, del devenir del ser, si lo vemos en el contexto de su planteamiento de que no es posible entrar dos veces en el agua de un mismo río: ya que nuevas aguas bañan al que entra en él por segunda vez. El agua es distinta aunque el río permanece. Pero también el fuego en Heráclito no es signo de que algo se quema, sino símbolo del cambio que se deduce cuando expresa que este mundo, que es igual para todos, no ha sido hecho por ningún dios ni por ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo que se enciende con mesura.
El símbolo nos abre ciertos planos de la realidad que de otro modo no nos serían accesibles. Las artes, con sus símbolos nos introducen en esos planos de la realidad que de otro modo nos serian vedados. Puesto que el arte no es meramente un lenguaje más, es un lenguaje único e insustituible, sobre determinados aspectos del ser que no se pueden decir de otro modo que por medio del arte. Basado en ello expresó Picasso que de haber podido decir con palabras el contenido del Guernica no habría recurrido a los pinceles. Muchos artistas contemporáneos tienden a la sustitución de las formas reales por signos. A través de una mayor comprensión del simbolismo, el amante del arte obtendrá del contenido de una obra una apreciación más amplia y profunda de cualquiera de las formas artísticas.
Los símbolos no deben su origen a una voluntad arbitraria, son formas del pensamiento colectivo. Símbolo y signo tienen en común el que ambos apuntan a una realidad más allá de si, pero mientras el signo señala a otra cosa, a otra realidad concreta, el símbolo apunta más bien a una realidad que nunca puede llegar a ser un objeto empírico concreto. No son sinónimos los dos términos. Es ejemplo de signo, un silbido (signo artificial) en una estación como señal de salida de un autobús. Ahí, tanto el signo como el significado tienen una realidad empírica concreta. También un signo natural como una nube, significa lluvia. El sonido del timbre significa que alguien esta en la puerta. El verbo significar quiere decir "ser signo de". El signo es una señal de algo y es usado como sinónimo de huella, dato, indicio, rastro. También como cualquier cosa que evoca en el entendimiento la idea de otra. Sinónimo de alegoría e imagen. Así como cualquiera de los caracteres que se emplean en la escritura. Sinónimo de cifra, letra, número. El signo es una señal, cualquier objeto o acontecimiento, usado como evocación de otro objeto o hecho. Los signos pueden no parecerse a las cosas que significan, aunque existen los signos icónicos que se asemejan considerablemente a lo que representan. Por ejemplo, una señal de curva en la carretera. En el caso del símbolo se pasa de una realidad empírica concreta a una realidad abstracta que puede o no tener relación directa con el mundo empírico. Por ejemplo, el río es una realidad empírica, pero como símbolo del devenir heraclitiano apunta a una realidad abstracta.
El lenguaje, en cuanto sistema simbólico, no se limita a reflejar el mundo: de hecho, ningún sistema simbólico lo hace. Su relación es más compleja y dinámica, puesto que cualquier representación es también una recreación de lo representado. El carácter poético del símbolo reside en su propia naturaleza: si el símbolo ha de ser símbolo de algo diferente de él, lo ha de ser en la medida en que es otra cosa de lo que representa, pero que no obstante nos presenta como real. Esa es la «recreación»
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